El AVE y la Sandra

Ya todo el que es algo en esta Región se sacó su foto en la estación, con el presidente y con el Rey. Mis vecinos y yo nos la hicimos hace ya tiempo, cuando llegaron las tuneladoras. O cuando pudimos cruzar por Torre de Romo o por El Rollo. Vamos, que para nosotros la noticia fue el soterramiento. Se habla y se habla de los 1.900 millones de euros que ha costado traer el BVE. O del beneficio turístico, empresarial o político de la infraestructura. O del descrédito de quienes, como Ballesta, Díez de Revenga o López Miras, se emperraban en traerlo en superficie. Para calcular el coste de la broma, nosotros en Murcia Sur pensamos en otros términos. En lo poco que faltó para que nos pusieran aquí un muro 'sine die' que partiría la ciudad (toma isla ferroviaria) en dos. En las palizas, multas y marrones que se comieron los vecinos defendiendo el barrio. En la época en que el infame Bernabé –entonces delegado del Gobierno de Rajoy– decidió gastarse más de dos millones de euros públicos en militarizar nuestras calles. Para fijar relato y tal. En las armas semiautomáticas del despliegue 'antiterrorista' que se encontraban nuestros zagales al salir del instituto. En los seis jóvenes de las vías, hijos del barrio a quienes estuvieron a punto de arruinarles la vida sin pruebas. Y –ay– en la Sandra. Siempre. Tú dices AVE, en Murcia Sur contestamos que guai, pero que nos quedamos con la Sandra. Esto es así.

Ahora que está todo el mundo hablando de jueces ideologizados, 'lawfare' y manipulación de la justicia, ahora que una pandilla de togados caducados se ha atrincherado en el TC y el CGPJ para dinamitar nuestras instituciones a las órdenes de Feijóo, en los barrios contestamos 'ahora lloráis'. 'Lawfare' también es perseguir sin pruebas el activismo ciudadano gracias a la impunidad total que les garantiza la 'ley mordaza'. La pena de lechera y la pena de banquillo contra quienes se movilizan son 'lawfare'. Mola mucho ir 'nosotros por arriba, el tren por abajo', pero no olvidemos que quienes pusieron el cuerpo para conseguirlo siguen viviendo con la angustia de las citaciones judiciales. Como Sandra, desde aquel 8 de marzo de 2018 en que la tradicional 'mani' de las feministas desembocó en las vías y un agente anónimo decidió acusarla de cosas. De cosas inverosímiles, a poco que conozcas a Sandra, su actitud ante la vida o su escasa corpulencia.

Sí, ya. Es Nochebuena. Queremos buenos sentimientos, etcétera. Puede que esta anoche os toque discutir con vuestro cuñado, e incluso que vuestra madre os haga un gesto rápido con la cara pidiéndoos tener la fiesta en paz. Puede que os toque defender la idea de que la gente, en el fondo, es buena, frente a esa postura cínica tan común que sostiene lo contrario. Pero, ¿es la gente, de verdad, en el fondo buena? ¿Nos preocupamos por quienes tenemos al lado, hacemos lo posible por el bien común, es cierta la solidaridad, nos cuidamos desinteresadamente cuando vienen mal dadas? Creo que sí. Y creo que somos mayoría. Pero que dudamos. Y que, cuando dudamos, nos acogemos a una imagen, a una especie de vídeo mental personal que nos reafirma en lo que estábamos sosteniendo: que sí, que nuestra especie se cuida, se protege y se defiende. Y no sé en vuestro vídeo mental, pero en el mío sale la Sandra. La conocí en la PAH, ya sabéis, el último recurso de quienes van a ser desahuciados por un banco, un juzgado y un despliegue policial. La vi conseguirle a la gente la dación en pago y el alquiler social. Y cuando no se pudo, la vi abrazar a familias que pasaban el peor trago de su vida. Así que me voy a permitir pediros, en plena Navidad, que os suméis a la campaña #todasconsandra y apoyéis a mi vecina. No me seáis Scrooge, gente bonica.