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Don Sánchez y la caverna

VERITAS VINCIT ·

Sin darnos cuenta hemos sido encadenados y vueltos hacia el fondo de la mayor oscuridad

Lunes, 7 de septiembre 2020, 09:24

Platón, en su libro 'La República', pone en boca de Sócrates la hermosa y siempre actual alegoría del mito de la caverna: desde su nacimiento un grupo de hombres vive en lo más profundo de una cueva encadenados de cara a la pared. A sus espaldas, en una senda iluminada por el fuego o el sol, otros hombres, libres ellos, deambulan portando animales y enseres. Sus sombras son solo lo que ven los de dentro y esas falsas apariencias, su única realidad.

Así son nuestras vidas, concluye Platón, en esta metáfora que cuenta cómo uno de los encadenados logra zafarse de los hierros, salir al exterior, y mirar las cosas tal y como son, pero cuando vuelve a la cueva y explica a sus compañeros lo que ha visto nadie le cree.

Nuestra querida España se está convirtiendo, de la mano de don Sánchez, en la caverna de Platón: sin darnos cuenta hemos sido encadenados y vueltos hacia el fondo de la mayor oscuridad y en esa forzada posición contemplamos sombras que confundimos con realidades, mentiras que pasan por verdades.

Durante el confinamiento nos hicieron ver una y otra vez a un pueblo feliz y divertido aplaudiendo desde los balcones, disfrutando con las charlas del taimado presidente y las histriónicas apariciones de don Simón, ajenos a los miles de muertos, al sufrimiento de nuestros sanitarios, de nuestros militares, de nuestras fuerzas de seguridad. Ni un solo plano de los miles de ataúdes, de los enfermos agonizando en las UCI, de la falta de respiradores que obligaban a una cruel selección de los infectados, de las bolsas de basura como única protección para nuestros médicos y personal de hospitales. Y mientras tanto, aprovechando nuestra visión de las felices sombras, estos infames secuestran la democracia, nos confinan, silencian al parlamento, deciden, arbitrariamente, el ritmo de la desescalada, beneficiando a unas autonomías y perjudicando a otras, haciendo ver por boca de don Simón que todo se dispone de acuerdo con el dictamen de una inexistente comisión de expertos.

Decretan, con absoluto desprecio a la legalidad, para meter al zorro a cuidar el gallinero de la seguridad nacional, contratan a cientos de amiguitos, constituyen una comisión de reconstrucción y ponen al frente a un socialista iletrado e incapaz; derrochan sin vergüenza ni pudor el dinero que tanto nos ha costado ganar y que tanta falta va a hacer. Y ahora, sin plan alguno para luchar contra el virus, sin saber qué hacer con la apertura del curso, con la economía totalmente arruinada, millones de españoles parados, el sector turístico devastado, el dinero de Europa en el aire, con un gobierno desnortado, a tortazos, incapaz, nos siguen proyectando sombras y más sombras, las de un presidente tostado por el sol, feliz tras sus 'merecidas vacaciones' de palacete en palacete, activo al cien por cien, velando por nosotros, por nuestra salud y nuestra economía, utilizando a sumisos gestores empresariales y sindicatos como meros comparsas, proclamando una y otra vez el mantra de la unidad, pero no para salvar a España sino para salvarse él y su primo don Iglesias.

Un grupo de españoles rompe las cadenas, sale fuera y ve la realidad. No hay brotes verdes, el virus está incontrolado, la nueva normalidad no existe porque todo es anormal, la crisis económica es pavorosa. Vuelven a la caverna a decirle a sus compatriotas que todo es mentira, que lo que ven no son más que sombras chinescas, que don Sánchez y su gobierno de ineptos solo aspiran a mantenerse en el machito sin que les importe una higa ni la salud ni la economía de los españoles. Insisten una y otra vez, pero, al igual que en el relato de Platón, los encadenados responden con desprecios, con insultos, les acusan de deslegitimar a los excelentes mandamases, les espetan que no hay sombras: lo que ven los de dentro es la más feliz realidad.

Las encuestas confirman esta disfunción: don Sánchez sigue ganando, quizás porque todavía es pequeño el número de españoles que han roto las cadenas, han salido de la cueva, han comprobado la realidad y se encuentran con fuerza, capaces de convencer al resto de los encadenados de que lo que ven, lo que les muestran estos manipuladores, son solo sombras, nada más que perniciosas sombras. Demos a estos valientes nuestro apoyo.

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