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Vale, el título no es muy original, pero el clásico de Elia Kazan del Hollywood dorado de los años 50 viene que ni pintado para ... el eterno culebrón del tranvía de Murcia. Para quien no lo sepa, Murcia ya tuvo hace 100 años un tranvía que conectaba su centro urbano con Alcantarilla, El Palmar y Espinardo. Esta infraestructura, promovida por el abogado Díaz Cassou, tuvo que retirarse en 1929 ante la pujanza del invento tecnológico llamado coche.
Paradojas de la vida, un siglo después, volvíamos a tener tranvía circulando para reducir el uso abusivo de dicho invento tecnológico. Sin embargo, su trazado ya no atravesaba el barrio del Carmen como antaño, sino que abarcaba una zona norte de la ciudad en expansión. Mucho se ha debatido sobre las causas de arrancar por allí: que si favorecer cierta universidad privada, que si potenciar centros comerciales y desarrollos urbanísticos, etc.
Es verdad que este tipo de transporte, por su alta capacidad y rigidez de oferta frente al autobús, donde es más razonable es en las zonas urbanas de mayor densidad. Ahí la demanda es más concentrada y estable, frente a universidades o centros comerciales que tienen demandas más focalizadas en algunas horas del día o en fines de semana. Sin embargo, una variable que se omite habitualmente en este análisis es la facilidad de implementación. No hace falta ser un experto para imaginar que en 2009 no era lo mismo poner un tranvía por donde no había nada que meterlo por medio de la ciudad.
Y esta complejidad no se limita a su ejecución material, sino a los tráficos que necesita captar el tranvía para que sea mínimamente rentable. Porque esos tráficos no salen de la nada, sino que, además de restárselos al coche, se los 'roba' fundamentalmente a las concesiones de autobús. Por eso, resultan sorprendentes algunos anuncios del alcalde Serrano. Vaya por delante que bienvenido sea el protocolo de financiación firmado, pues todo dinero es bueno, venga de donde venga. Sin embargo, empezar a vender globos sonda, con posibles trazados por el Infante, el hospital Reina Sofía u otros sitios como si el 'aguinaldo' del protocolo pudiese estar más repartido que la pedrea de Navidad, es vender humo.
Para empezar, porque económicamente para financiar la construcción del tranvía a todos esos sitios, harían falta seis o siete convenios como el firmado. Y por otro lado, si uno analiza detalladamente el tema, se da cuenta de que aquí hay mucho anuncio electoral, pero poco trabajo técnico hecho. Por lo tanto, no está ni siquiera claro que esto de conectar la ciudad de norte a sur en tranvía pueda llegar a buen fin.
La viabilidad del tranvía reside en que pueda captarle tráficos a la concesión de autobús, y aquí asistimos a un espinoso conflicto de intereses pendiente de resolver, pues la concesión de autobús de Murcia es una de las más complejas y deficitarias de España. La ciudad, por su muy dispersa configuración de pedanías, abarca por ejemplo más del doble de superficie que Barcelona, con solo un tercio de su población. Esto nos da una idea de lo complicado que es tener un servicio de transporte público por autobús mínimamente viable.
La única parte realmente no deficitaria del autobús es el casco urbano, y si en esa zona le transferimos los tráficos al tranvía, ya me contarán cómo hacemos que cuadren las cuentas. Y a esto hay que añadirle que el Ayuntamiento tiene actualmente la concesión de autobús hecha unos zorros, con la parte urbana (los 'coloraos') caducada desde 2022 y las líneas de la pedanías (la antigua concesión de Latbus transferida por la CARM) en un limbo administrativo con los conductores denunciando impagos.
Por eso, resulta difícil creer al Ayuntamiento cuando anuncia que va a sacar a final de año una megaconcesión de autobús que aunará las dos actuales con más líneas y mejores frecuencias (proyecto que, teóricamente, justifica el pifostio que se está montando con el famoso plan de movilidad por toda la ciudad actualmente). Pero, ¿cómo pueden tener ya preparada esa megaconcesión de autobús estupenda cuando ni siquiera tienen planificado por dónde va a pasar el tranvía?
La planificación municipal de la movilidad en Murcia hace tiempo que deja bastante que desear. De hecho, basta con ver que la corporación actual, como le están lloviendo palos por todos los lados con el mal llamado plan de movilidad, ha desistido de cumplir la Ley 7/2021 de Cambio Climático que obligaba a tener aprobadas Zonas de Bajas Emisiones antes de 2023 (ordenanza que, por ejemplo, sí ha aprobado Cartagena) y ha metido dicha ordenanza en un cajón, para que ese marrón se lo coma el siguiente que entre.
En resumen, muchas incertidumbres y pocas certezas. Que se prepare quien le toque lidiar este toro en verano, porque las promesas electorales empiezan a caducar en otoño.
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Fernando López Hernández
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