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Al meter el voto en la urna sintió el fulgor de un primer beso tímido, la sensación de calma que da un abrazo. Clau, una profesora de primaria en Santiago de Chile, sabía de la trascendencia de su decisión. Una decisión de un instante, que ... podía cambiar el rumbo de este país, a sabiendas de que todo podía mejorar. Únicamente, en el caso de que los chilenos empezaran a caminar distinto.
A mi juicio, el resultado del referéndum del pasado domingo no tiene nada que ver con la propuesta de una nueva Constitución que sustituía a la que dejó el dictador Pinochet. La inmensa mayoría de los chilenos ni se la han leído. Todo es más simple, la consulta era un plebiscito sobre la gestión de Gabriel Boric que ganó la presidencia de la república con el 55,9% de los votos.
Durante más de tres meses, día tras día por las calles de Santiago, intenté comprender los argumentos de los partidarios del no, pero no lo conseguí. A continuación, les dejo algunos datos por si usted tiene más suerte:
Primero: la propuesta de nueva Constitución consagra a Chile como un Estado Social y Democrático de Derecho, un Estado que debe velar por las necesidades insatisfechas de sus ciudadanos. La Constitución de 1980 define a Chile como un Estado subsidiario, que solo interviene en la vida pública cuando las empresas no pueden o no quieren hacerlo.
Segundo: en el país más desigual de la OCDE, donde el decil más rico gana 27 veces más que el decil más pobre, según un estudio del organismo que mide el índice de Gin, pareciera razonable la propuesta de la nueva Constitución de apostar por los que menos tienen. En este ámbito, es de resaltar el reconocimiento del trabajo doméstico y el derecho a los cuidados. Los detractores de la propuesta han decidido apostar por el Estado de tanto tienes tanto vales: en Chile el derecho a la salud, a la educación, al trabajo y a la protección social depende de la capacidad económica de cada persona y algunos quieren que así siga porque se trata de un negocio muy rentable.
Tercero: en la sociedad 'chilena' se ha instalado un discurso de rechazo a los nuevos inmigrantes procedentes de Haití, Santo Domingo y Venezuela, olvidando que los únicos no inmigrantes en aquel país son las menguadas naciones y culturas precolombinas como la Mapuche, Aymara, Rapanui, Diaguita, etc. La nueva Constitución reconoce un Estado unitario e indivisible, pero plurinacional, lo que ha generado una gran alarma en los detractores del texto porque, según ellos, establece el derecho a la restitución de tierra a las poblaciones indígenas vía expropiación, y promueve el reconocimiento de algunas instituciones de autogobierno y justicia propias.
Cuarto: la Constitución vigente, adoptada bajo la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), privatizó el agua a través de la entrega estatal de concesiones a perpetuidad. En el nuevo texto el derecho al agua pasa a ser reconocido como un derecho universal. ¡Hasta aquí podríamos llegar! Y peor aún, la expropiación por interés público no se basará en el precio de mercado sino en el precio justo, y claro, esto supone debilitar la propiedad privada.
Quinto: la propuesta constitucional apostaba por una democracia paritaria, así como por la erradicación de la violencia contra la mujer tanto en el ámbito público como en el privado. También se protegía constitucionalmente el derecho a la propia identidad de todos y cada uno de sus conciudadanos, como diría el gran Raphael, «Qué sabe nadie y qué le importa a nadie...».
Pero la inmensa mayoría de los chilenos, seis de cada diez votantes, apostaron el domingo pasado por el no a la Constitución. Claramente, el país no quería tanto de golpe.
Por esta razón, aprovechando mi estancia en Chile, les pregunté a mis alumnos, defensores del no, sobre su valoración del resultado. Nancy, ejecutiva financiera, me hizo la siguiente apreciación: «Esperanza. La integración dejando de lado el pasado político y las preferencias derecha-izquierda. Esperanza, en donde se garanticen los derechos sociales sin extremos que generen desunión. Esperanza, donde se dé prioridad a la unión nacional, reconociendo las brechas sociales, crecimiento económico, convergencia social, y un buen desempeño fiscal». Liss, asesora comercial, me dijo: «En lo personal me siento agradecida del resultado y la convocatoria. Honestamente, esta nueva Constitución dividía a nuestro país en partes y piezas, haciendo de chile un lugar de pobreza y desesperanza total». Álvaro, director del grupo empresarial Arenys, concluyó: «El sentido común, la educación y lo construido ganaron sobre el populismo a puertas cerradas». Finalmente, Taliah, una joven que trabaja en una empresa de gestión de aguas, me habló sobre desconfianza generalizada en la clase política...
En fin, a este articulo le faltan unas conclusiones, pero he pensado que mejor se las dejo a usted, querido lector.
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