Los cartones y la lluvia

El pasado año, la situación empeoró en la Región de Murcia, que se sitúa como la tercera comunidad con mayor porcentaje de población en riesgo pobreza y exclusión. Los últimos datos llegaron en febrero como contrapunto a lo sucedido el año anterior, cuando, tras una evolución histórica preocupante, se apreció una leve mejoría en los indicadores que las organizaciones que trabajan con las personas que viven en los márgenes sociales celebraron poco y con prudencia, con esa actitud entre la desconfianza y la extrañeza con que festeja una victoria accidental un equipo acostumbrado a que el juego consista en perder siempre.

En Londres han tenido una idea: gastar 160 millones de euros en propiedades ubicadas a cientos de kilómetros de la ciudad para trasladar a los 'sin techo'. Aunque las doce entidades locales implicadas habían preferido no dar publicidad a esa ambiciosa inversión realizada en sigilo desde 2017. La cuestión la ha sacado a la luz The Guardian. Las ONG han alertado de que los traslados forzosos solo empeoran la situación de esas personas. Aunque no parece que mejorar su situación fuera el objetivo principal del plan.

Casi nadie quiere a un pobre cerca. En España lo estamos viendo con el enfrentamiento entre Aena y el Ayuntamiento de Madrid acerca del destino de medio millar de personas sin hogar que duermen en las instalaciones. El motivo por el que lo hacen tiene una respuesta que puede parecer obvia: no deben haber encontrado un lugar mejor. Lo que despierta dudas sobre el papel de los Servicios Sociales. En el aeródromo barcelonés de El Prat, los Mossos desalojaron a todos los indigentes poco antes de la celebración del Mobile World Congress. Una coincidencia.

La pobreza no deja de existir cuando te empeñas en no mirarla. Tampoco creo del todo en lo que le dice Benji (Kieran Culkin) a su primo David (Jesse Eisenberg) en la película 'A Real Pain', cuando este le pregunta qué conseguiríamos llorando por cada cosa triste del mundo: «No lo sé. Quizá no pasarían todo el tiempo cosas tristes». Seguirían pasando, pero al menos habría alguien tomándoselas en serio.