Secciones
Servicios
Destacamos
Es complicado hablar 'en caliente' de la pandemia, porque todos -seamos quienes seamos, estemos donde estemos- nos sentimos afectados por la misma: unos enfermos o con angustia por estar confinados o haber perdido a un allegado, otros sabiendo que su modo de vida está en 'stand-by' (turismo, restauración, espectáculos, eventos culturales en vivo…), y otros porque sabemos que no vivimos solos y al final todo nos repercute, especialmente en el terreno económico, social y emocional. Somos más conscientes de nuestra vulnerabilidad y el panorama no invita al sosiego.
Probablemente esta segunda ola no tiene nada que ver con la primera. Algunos expertos indican que, en realidad, son dos pandemias diferentes: en una primera no estábamos nada preparados, nos pilló a todos desprevenidos y la carga vírica fue muy elevada; en esta segunda, las Administraciones han decidido no estar preparadas, pero como la inmensa mayoría de ciudadanos sí nos lo hemos tomado en serio (mascarilla, distancia social y repliegue al ámbito doméstico) estamos consiguiendo al menos controlarla y que la carga vírica sea menor.
Nunca hubo nueva normalidad. Desde el desconfinamiento estamos alimentando a una segunda bomba biológica, pero tenemos razones para ser más optimistas:
1. Ahora sí sabemos quiénes están infectados: se detecta al 60% de los infectados, sean sintomáticos o no.
2. Tenemos mejores tratamientos: ya no jugamos al ensayo y error y los médicos saben que el verdadero problema es la respuesta extrema autoinmunitaria del cuerpo ante el virus, respuesta que colapsa los pulmones.
3. La carga vírica es menor gracias a las medidas de distanciamiento y protección individual interiorizadas por la inmensa mayoría de los ciudadanos (los irresponsables son menos de lo que parece).
Pero también debemos ser realistas, porque una pandemia mundial no se soluciona en 6 meses, ni quizás en 1 o 2 años con vacuna (¿vacunar en 1 año a 8.000 millones de personas? Eso no lo puede hacer ni Díaz Ayuso en sus mejores días). Por eso, tenemos que esperar a la vacuna andando. A ver:
1. Continuar ejerciendo nuestra responsabilidad como ciudadanos: mascarilla, distancia, repliegue. Pero no a ratos, sino las 24 horas. Los ciudadanos somos abiertos pero también disciplinados: a lo mejor en marzo no, pero ahora sabemos lo que son 50.000 muertes inútiles y que una de ellas podría haber sido o ser la nuestra.
2. Demandar a nuestros gobernantes que empiecen a ganarse el sueldo, y dejarse de estupideces: aquí las banderas no tapan las vergüenzas. Que dejen de montar cortinas de humo. El problema del país no es ni la monarquía ni la república. El problema es que en España se está muriendo más gente de la que le toca. Que la pobreza cabalga desbocada a lo largo y ancho de nuestro país.
3. Invertir en prevención y salud pública: nuestra sanidad debe reconvertirse de un modelo correctivo y asistencial a un modelo socio-sanitario y anticipatorio. Si alguna vez fuimos la mejor sanidad del mundo, hoy no es así gracias a los recortes, a los intereses corporativos y al mal uso del sistema por parte de los ciudadanos. Urge una reforma en profundidad.
También tenemos que aprender de los demás. Por ejemplo, la estructura familiar ha sido clave en el éxito alemán o italiano... y el fracaso en España. La centralidad de la intervención pública en el gobierno de la sociedad no es incompatible con la corresponsabilidad de las familias y sus miembros en la lucha contra la Covid. Tenemos que promover la responsabilidad social individual. Porque los servicios sanitarios aportan el 30% de nuestras expectativas de vida, pero la salud es un bien individual. Más del 50% de nuestra salud depende de nosotros. Como se indica desde los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de nuestra determinación para la adopción de estilos de vida sostenibles Siempre ha sido así, pero ahora más.
¿Y la responsabilidad de los gobiernos? Sinceramente, el juego 'quien mató a más abuelos' no es de recibo y es indignante. Más que investigar posibles responsabilidades de los gobiernos, lo que hay que hacer es una auditoría externa, independiente, técnica acerca de lo que se hizo bien y mal antes de la pandemia, ahora, y lo que habrá que hacer en el futuro para que esta situación no se repita…
Lo de las responsabilidad de los gobiernos nunca ha gustado mucho en España (para que no se investigasen las responsabilidades del desastre de Annual, Marruecos, 1921, Primo de Rivera hizo su golpe de Estado con el beneplácito de Alfonso XIII). Desde entonces no han cambiado tantas cosas. Por cierto, ¿es necesario investigar lo obvio, o determinar qué hemos hecho mal y qué deberíamos mejorar?
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.