Secciones
Servicios
Destacamos
Ha sido este un verano con mucho trasiego de fichajes. El más sonado, sin duda, es el que ha protagonizado Leo Messi con su marcha ... al PSG. El tiempo dirá cuánto de rentable ha sido esta operación para el club parisino en lo deportivo, porque en asuntos de comunicación y marketing, que es de lo que yo más entiendo, no hay ninguna duda de que el fichaje del rosarino a supuesto un hito.
La nueva camiseta del PSG con el nombre de Messi estampado a su espalda, es una de las camisetas más vendidas de la historia, lo que es mucho decir si tenemos en cuenta que allá por el año 400, San Jerónimo ya se refería a estas 'camisias' como prendas ajustadas y ceñidas al cuerpo que vestían los soldados.
Se dice que, en la primera semana tras el anuncio del fichaje, se vendieron más de 800.000 camisias de Leo, generando unos ingresos de más de 100 millones de euros. El milagro de la e-globalización.
Me fascina el enorme poder de las marcas, y la capacidad que, algunas personas, tienen para convertirse en una de ellas. No es nada nuevo, los católicos inventaron esto del 'branding' y el 'storytelling' hace más de dos mil años.
Las camisetas se han convertido en una prenda imprescindible, una especie de segunda piel, que nos viste, sí, pero que también nos permite sentirnos parte de una comunidad, significarnos, con algo o con alguien: un club deportivo, un grupo de música, una ciudad, una causa...
Es evidente que hay personas, como Leo, que tienen esa capacidad de influencia, a la que debemos sumar la irresistible fuerza icónica de la marca de ropa deportiva que viste al PSG, y que no es otra que Jordan, otro mesías que ha engordado la facturación de Nike a un ritmo de mil millones de dólares por trimestre, significando ya el 10% de toda la facturación del gigante con nombre de diosa griega. No es de extrañar, por tanto, que este verano nos hayamos encontrado a muchos niños y adolescentes paseando por pueblos y ciudades, playas y montañas de nuestra geografía, ataviados con la 'remera' del equipo de París.
El mundo necesita ídolos, dioses terrenales a los que imitar y seguir, y el fútbol, como la moda, se ha convertido en una nueva religión, capaz de captar a millones de feligreses necesitados de creencias menos sofisticadas que aquellas que traducía San Jerónimo del hebrero al latín.
El 6 de octubre del pasado año, publiqué en este mismo diario un artículo titulado 'Lo de Pau', donde expresaba el profundo impacto que me había producido la entrevista póstuma a Pau Donés que Jordi Évole convirtió en película. Por entonces, pronosticaba que aquel documental convertiría a Pau en un ser humano capaz de conectar con muchas más personas que fans tiene su música.
El tiempo me ha dado la razón. Aquella película es el documental español más visto en cines de nuestro país, y fue capaz de juntar a más de tres millones de espectadores frente a la televisión, sobrecogidos, escuchando la valiente despedida de Pau.
Como cazador de oportunidades, quise ver en aquella persona que se apagaba el alumbramiento de una poderosa marca personal, con una extraordinaria capacidad para transmitir valores, trascender el drama y la piedad, involucrarnos, con nosotros mismos, y por ende, con los que nos rodean.
Pau era un magnífico publicitario, no es de extrañar que fuera capaz de concretar toda su filosofía en una sencilla frase, «Vivir es urgente», un eslogan que repitió como un mantra durante el tiempo que estuvo «conviviendo», como el decía, con la enfermedad.
Mientras todos veían en esas tres palabras una bonita frase, yo quise ver una oportunidad de comunicación, y un producto muy concreto en el que vehiculizarlo, una camiseta. Porque Pau, amaba las camisetas. Porque todos amamos las camisetas.
Pensé que sería una buena idea que esa camiseta, la de Pau, fuera, además de un vehículo de comunicación capaz de recordarnos lo que a veces olvidamos, una herramienta capaz de recaudar fondos para la investigación del cáncer, esa maldita enfermedad que se lo llevó a él, y que se lleva cada año la vida de diez millones de personas.
Aquella idea se hizo realidad, y este verano, 52.693 personas, –niños y jóvenes, señoras y señores, 'perroflautas' y ejecutivos–, de toda la geografía española, han paseado por pueblos y ciudades, playas y montañas, ataviados con su camiseta de Pau, luciendo orgullosos su slogan, y han ayudado a recaudar más de 524.000 euros para la investigación contra el cáncer.
Este verano de fichajes imposibles, de mesías y récords de ventas, un tipo llamado Pau Donés ha logrado lo que parecía aún más difícil, que una camiseta nos convierta en militantes de la más noble causa, la vida, en soldados de una batalla que no se libra en ningún campo de fútbol, ni siquiera en el Parque de los Príncipes, sino en cientos de hospitales y centros de investigación públicos de un mundo necesitado, más que nunca, de marcas buenas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.