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El regreso: Me llamo Angustias Block

EL DÉCIMO DENTISTA ·

Viernes, 4 de septiembre 2020, 02:08

Trabajo para un organismo internacional. Hace diez años me destinaron a un país del tercer mundo en una misión para combatir la barbarie en una cruzada contra la sinrazón. Durante todo este tiempo añoré mi tierra. Acabo de regresar en plena pandemia. Puede ser que en la distancia idealizara mi mundo. El reencuentro me ha supuesto una inesperada decepción.

De joven entendí que nacer en una sociedad moderna y racional debía comportar una responsabilidad ética para con aquellos que sufrían la barbarie en otros lugares. Me formé ampliamente con vocación de servicio y pasé a trabajar para el Organismo Internacional. Demasiado pronto comprobé que no todos mis colegas compartían mi celo. Algunos hastiados por inercia y otros por resignación. En cada destino, al margen de su exotismo, abundaba la superchería, el chamanismo y la charlatanería. Siempre la misma tónica. Corderos cegados por lobos exonerados de toda consistencia y razón. A pesar del entusiasmo por transmitir que otro mundo más racional, libre y justo es posible, cada titánico esfuerzo educativo, cada programa de desarrollo era como canto rodado de Sísifo en tierra baldía rodeada por aquel hedor mezquino del horror. Un horror que me sobrepasaba y suscitaba mil preguntas sin respuesta.

Con cierto cansancio, buscando refugio y respuestas, he regresado a mi hogar. Y lo absurdo me ha golpeado. No puedo entrar un botellín en el aeropuerto, pero, en plena pandemia, nadie testea si soy portadora del virus. La novedad de volver a escuchar noticias en mi lengua contrasta con un contenido estremecedoramente parecido entre ambos mundos. Esa perenne maldición política de generar normas para cada problema y caso, en lugar de soluciones.

Chamanes políticos en su mundo disputándose espacios en una partida de ajedrez ajenos a tanta muerte y tanto ERTE, sin más dilema existencial que la estética. Pugnas por mostrar incompetencia donde el mismo presupuesto genera diferentes posibles sin echar cuentas, según interés del signo político. Demasiados flautistas de Hamelín entonando sus melodías en el regreso a las aulas. La propagación de la superchería harrypotteriana que conduce al ignorante a conjurar 'habeas corpus', al charlatán a repetir 'unidad' tres veces frente al espejo de su propio narcicismo sin consistencia ni ética esperando su magia tezánica, y a chamanes a danzar reclamando a la vez lo uno y lo contrario. Todos tirando de retórica harapienta para disfrazar torpemente lo que ignoran mientras proliferan apocalípticos del 'chís' y flagelantes negacionistas acompasando un mortuorio Dies Irae. Esperaba regresar a un mundo con respuestas. En su lugar, presencio la danza de la muerte de lo ético que nos arrastra a todos con su pegajoso hedor, el mismo horror. Me llamo Angustias Block y a mi regreso, mi mundo ha regresado.

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