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Con el paso de los años, lo que llamamos perspectiva nos permite analizar con claridad la desordenada y acelerada concatenación de sucesos, la espiral... En las últimas semanas, los murcianos, y en cierta medida el conjunto de españoles, hemos estado y seguimos inmersos en esa ... espiral, o juego de tronos, como lo califica el director de este periódico, o terremoto político con epicentro en Murcia, como diría un redactor o redactora haciendo uso de la tan manoseada alegoría.
El caso es que aquí estamos, embarrados, un poco desorientados y sin saber muy bien a dónde se dirige este proyecto colectivo que es la Región de Murcia. Bueno, algunas cosas sabemos, la moción de socialistas y Ciudadanos se desbarató, sus esperanzas y sinsabores se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia, aunque puedan quedar algunas lecciones del experimento. Madrid se prepara para una batalla insomne y aburrida en la que pretenden que se libre el futuro político de España: el futuro del PP, de Vox, de Podemos, de Ciudadanos y, en menor medida, del Partido Socialista, que se presenta como soso, serio y formal, y se reivindica como eje vertebrador de la democracia española. El PSOE ya estaba ahí en 1978, en 1992 y ahí sigue en 2021 como partido aglutinador desde la izquierda hasta el gran centro, con un relato político que aúna política industrial, obrerismo, transición ecológica, generación de riqueza y derechos sociales. 'Los Santos Inocentes' y Almodóvar. Un relato no exento de tensiones entre lo material y lo posmoderno, entre modernidad y progreso económico y social real. Un proyecto complejo pero útil. Y todo esto pese a las noticias inmediatas de fracaso de la moción en la Región y en Castilla y León y las más halagüeñas –a menos a día de hoy, escribo estas líneas el miércoles 24 de marzo– relativas a la moción en el Ayuntamiento de Murcia.
Aunque a veces lo parezca, los tuits y las ruedas de prensa aceleradas en los pasillos de la Asamblea Regional, o de las Cortes de Castilla y León, no constituyen una aceleración histórica. Son la imagen del insomnio, los nervios y la prisa por consolidar un liderazgo todavía inmaduro e inseguro en el PP nacional. Esta es una carrera de fondo, una carrera que va de vacunación global, reindustrialización, ingenio, emprendimiento, de mejora de la educación, de productividad, de consolidación de nuestro Estado del bienestar, de las tan cacareadas transiciones verde y digital, y de la más soterrada, pero no menos importante, transición demográfica.
En definitiva, esto va de seguir eligiendo el futuro al que aspiramos. Como región y como país socio de la Unión Europea, deberíamos preguntarnos a quién nos queremos parecer de mayores: ¿queremos ser la Rumanía del oeste? Un país de buena gente meridional pero corroído por una corrupción endémica transversal al conjunto de la clase política. ¿U optamos por aspirar a ser la Alemania del sur? Un país en red, donde el centro (que en aquel país no es geográfico) pesa, pero no es un agujero negro que todo lo absorbe, un país en el que los trabajadores participan en la gestión de las grandes empresas industriales. Un país con empresas que despiden menos y flexibilizan más. La fábrica de Europa y el balneario/discoteca de Europa. En España compatibilizamos estas dos actividades, se miran en el espejo.
Cuenta el director murciano Luis López Carrasco en su película 'El año del descubrimiento' o, mejor dicho, cuentan su entrevistados que, en 1992, de nuevo tras una concatenación de sucesos y una extraordinaria movilización de los trabajadores y trabajadoras, el fuego en la Asamblea Regional llamó la atención del faraón –algo que no había conseguido nuestra clase política, algo mediocre–, que decidió frenar el cierre de la Bazán, empresa pública de construcción de buques, que hoy conocemos como Navantia.
Estamos en 2021, ha llovido mucho, pero este puede ser el año del redescubrimiento. Se supone que hemos aprendido mucho, incluyendo que quizá los incendios literales en la Asamblea Regional no son necesarios y desde luego resultan censurables. Pero la principal lección es que no se lo podemos dejar todo a los políticos, necesitamos una sociedad civil libre, activa, crítica e independiente en estado de movilización permanente. Ellos y ellas son demasiado pequeños y en ocasiones ombliguistas para conferirles el monopolio de la construcción del futuro. Los próximos dos años serán fundamentales para decidir nuestro futuro y tenemos la obligación de renegar del trincherismo y trabajar, desde la diversidad, en un proyecto colectivo: la Región de Murcia, España, Europa. Y por cierto, 'Vox libre', pura antítesis, en educación y cultura no. No a construir el futuro anclados en el pasado. El futuro nos espera.
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