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Cuando te pasas el día intentando dar vida, y rodeado de gente que hace lo mismo, apenas te percatas de ello. Pero cuando cerca de ... ti resurge quien intenta quitar vida, o dar muerte, es cuando te haces consciente de lo cerca y lo lejos que estamos todos.
Tengo la suerte de haber dado vida, pero sobre todo tengo la suerte de rodearme de personas que dan vida, y tengo aún más suerte por ocupar mi día intentando dar vida y rodeado de personas, compañeros, que lo intentan al mismo tiempo. Algo que cobra más valor en momentos como el actual, cuando te haces consciente de que eso que parecía tan lejos ahora está tan cerca, ese irracional que lleva a que individuos, que dejan de ser personas, se rodeen de otros individuos que intentan quitar vida, dar muerte.
La agresión y la muerte que Rusia como sociedad fracasada infringe en Ucrania, tanto a ucranianos como a sus propios soldados, podría ser una guerra similar a otras muchas que se libran en el mundo en este mismo momento, pero sin embargo tiene un elemento diferenciador claro: está ocurriendo muy cerca de nosotros, está en Europa. Y no solo está, sino que lo es contra nuestra forma de vida. Detrás de los ciudadanos ucranianos realmente está su búsqueda de libertad y bienestar, lo mismo que disfrutamos en Europa y que lleva a que muchos nos miren, nos deseen o nos odien. Destruir nuestro modelo de sociedad es la verdadera motivación inconsciente de esta guerra.
Europa, acorde con su forma de vida, ha optado por hacer uso de otra arma, su fuerza social y económica, intentando doblegar a un enemigo fuerte en ejército, pero débil social y económicamente. No olvidemos que el PIB de toda Rusia es el mismo que el de España, y muy inferior si lo ajustamos por habitante, a lo que se añade que la mayoría de su riqueza está en manos de unos pocos, un modelo casi feudal de señores y un gran señor innombrable. Un dato muy claro es que Rusia gasta seis veces menos en salud por habitante que España, y por supuesto gasta más en ejercito que en salud. Europa es vieja, sí, pero su modelo socioeconómico le permite estar muy por delante en términos de libertad, bienestar y salud respecto a la mayoría de regiones del mundo. Estos aspectos se reflejan también en el uso de la fuerza económica y social como arma de defensa.
Por primera vez, el arma elegida por Europa es el control y el daño económico, un arma que no quita vidas y que, si realmente se aplica con dureza, podría provocar un cambio social en Rusia. Un arma frente al enemigo que intenta destruir nuestra forma de entender el progreso y la libertad, un modelo en el que un valor fundamental es dar vida, y rodearnos de personas que quieran y hagan lo mismo. Es evidente que un país que gasta más en armas que en salud es una sociedad enferma y, quizás, de lo poco bueno que podría traer esta guerra, sería su cura.
Una guerra en Europa que, por primera vez, se narra en primera persona por las propias víctimas en redes sociales, aplicaciones móviles o plataformas 'online'. Algo que está favoreciendo una respuesta social clara y contundente, la esperable de una sociedad que quiere compartir y dar vida, que antepone siempre dar y ayudar. Aun así, debemos evitar que este exceso de realidad e información nos lleve a perder la noción de lo real, o que el acostumbramiento nos aleje de lo absurdo de esta guerra, llena de muerte y daño como todas.
No me extiendo más, frente a quienes ahora quieren quitar vida, debemos defender nuestra forma de vivir y usar nuestra fuerza económica y unión social; dar y rodearnos de quienes quieren dar vida, esa es nuestra mejor arma.
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