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Pasado. Como ha reiterado la ministra de Sanidad en varias ocasiones, el compromiso del Gobierno de España es alcanzar, antes de finales de verano, una ... cobertura vacunal del 70% de la población adulta frente a la Covid-19. Esa es la meta marcada para el conjunto de los Estados miembros de la Unión Europea, cuyo plazo, en palabras de la presidenta de la Comisión Europea, culminaría el 21 de septiembre (víspera del equinoccio de otoño de este año). El mencionado porcentaje corresponde al supuesto umbral que habría que alcanzar para conseguir la inmunidad de rebaño, situación a partir de la cual el brote de coronavirus se extinguiría, ahogado por la falta de personas susceptibles de ser infectadas. Hay, sin embargo, varias amenazas que ponen en riesgo dicho objetivo.
Presente. Para empezar, no es lo mismo la vacunación del 70% de la población adulta, entendiendo por esta la que posee 16 y más años (edad a partir de la cual puede inocularse la vacuna de Pfizer), que la vacunación del 70% de toda la población. Para el caso de España, la diferencia entre ambos objetivos es de aproximadamente 5 millones de personas. Sabemos que los niños son menos susceptibles de infectarse, que su clínica es más leve que la de los adultos y que también, sobre todo los más pequeños, contagian menos, pero pudiera ser que, a pesar de todo, no se controle por completo la pandemia sin llegar a vacunar en algún momento a los menores (ya hay ensayos pediátricos en marcha).
Asimismo, muy probablemente el umbral para lograr la inmunidad colectiva sea en realidad muy superior. La cifra del 70% se fijó sobre la base de la información preliminar proveniente de China, la cual subestimaba seriamente el volumen de víctimas achacable a la Covid-19. Pero es que, además, desde diciembre del año pasado, producto del principio de selección natural, se han difundido nuevas variantes 'de interés o preocupación' del coronavirus. Estas variantes acumulan mutaciones en su corona (en la espícula) que las hacen más transmisibles (hasta un 50% más) y, lo que es más preocupante en el caso de las variantes sudafricana y brasileña, las faculta para evadir la respuesta de los anticuerpos que intentan neutralizar la infección. Así que, probablemente, teniendo en cuenta la mayor transmisibilidad de las nuevas variantes, así como la pérdida de efectividad que puedan tener las vacunas frente a ellas, no sea posible alcanzar la inmunidad de rebaño si no se vacuna hasta prácticamente el 100% de la población adulta (alrededor del 85% de la población española).
A todo lo anterior se suman los retrasos que se están produciendo en el suministro de las vacunas por parte de los laboratorios, fruto del reescalamiento de sus cadenas de producción, así como de la atención preferente a los clientes que más han pagado (Israel, por ejemplo). Como reconoció el propio presidente del Gobierno, al ritmo de vacunación actual, España necesitaría de más de 3 años para poder inmunizar a toda su población. Cabe, además, recordar que las vacunas protegen frente a la enfermedad, no frente a la infección. Significa esto que, aun cuando se reduzca la propagación del virus conforme avance la vacunación, las personas vacunadas pueden potencialmente contagiar y también reinfectarse.
Futuro. Ante todas estas incertidumbres, ¿qué estrategia seguir? A la vista de lo difícil que va a resultar alcanzar la inmunidad colectiva en el plazo previsto, el principal objetivo debiera ser vacunar cuanto antes a la población de riesgo. Y el principal factor de riesgo es la edad. Así que los mayores de 60 años deben ser la población diana prioritaria porque con su vacunación evitaremos el grueso de las defunciones y hospitalizaciones, las dos principales lacras de la pandemia. Cumplido ese objetivo tendremos mucho ganado. En el ínterin, hay que extremar las precauciones frente a la Covid-19. Esto pasa por mantener 'diques' de contención permanentes que no deben de ser relajados hasta conseguir auténticamente alcanzar la situación de 'nueva normalidad' (incidencia acumulada a los 14 días por debajo de 25 casos por 100.000 habitantes). En concreto, sobre todo, habría que evitar las grandes aglomeraciones y la concurrencia en espacios cerrados. Y, una vez alcanzada esa incidencia 'segura', actuar con la misma contundencia que otros países (como Australia), llegando a confinar perimetralmente una ciudad ante la detección de un solo brote, siendo conscientes de que probablemente el virus ha venido para quedarse, al menos durante un tiempo. La alternativa al escenario descrito no es ya la cuarta ola, sino la quinta.
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