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Vox no quiere mujeres libres

MAPAS SIN MUNDO ·

El 'paradigma Castilla y León' es el modelo que, con toda probabilidad, se repetirá en varias comunidades autónomas y centenares de ayuntamientos

Domingo, 22 de enero 2023, 09:10

A tenor de las políticas practicadas por la ultraderecha cada vez que toca o roza poder, no cabe duda: Vox no quiere mujeres libres. La ... imagen que este partido tiene sobre la mujer deriva del mito judeo-cristiano de Lilit –la esposa díscola de Adán, que desobedeció la ley de Dios y que abandonó el Jardín del Edén para robar el semen a los hombres mientras dormían o matar a niños incircuncisos menores de ocho días–. La mujer que deriva de Lilit posee un componente fatal, es rebelde y oscura, no se subordina a la palabra del hombre. Este estereotipo de mujer que atraviesa la cultura occidental vive fuera de la razón y, por tanto, no es fiable. Alguien tiene que cuidar de ella, proteger su cuerpo con leyes y normas morales para que no lo convierta en un espacio de libre albedrío. Ya lo afirmó con contundencia Simone de Beauvoir: el problema histórico de la mujer es que jamás ha sido sujeto. Y, en este sentido, todos los pasos dados por la mujer para lograr su subjetividad han sido interpretados por la ultraderecha como un atentado contra la moralidad y el valor sagrado de la vida. No es casualidad que la mayoría de las prohibiciones sobre las que se fundamentan los regímenes totalitarios incumban al cuerpo de la mujer. Siempre ha sido algo que ha causado admiración y terror a partes iguales –o mejor dicho: en una relación de causa-efecto–. Cuando el cuerpo de la mujer asusta se reacciona contra las libertades fundamentales. En las redes sociales –expresión máxima de los cánones patriarcales de represión–, la desnudez del hombre se tolera; la de la mujer se prohíbe. Cualquier imagen de sangre está permitida; la de la menstruación, no. Todavía prevalecen en nuestro imaginario colectivo las advertencias del Levítico sobre la suciedad y capacidad contaminante del flujo menstrual. Poco hemos avanzado después de miles de años. De hecho, entre el Levítico y Vox no parece haber salto histórico alguno: conviven en la misma retrógrada contemporaneidad.

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