Israel
Primero de derecho ·
Siempre es más fácil correr con rabia hacia la indignación que caminar en círculos alrededor de una dudaSecciones
Servicios
Destacamos
Primero de derecho ·
Siempre es más fácil correr con rabia hacia la indignación que caminar en círculos alrededor de una dudaPensaba escribir esta semana sobre la amnistía. No desde una perspectiva constitucional, que ya lo hizo Germán, sino planteándoles qué significa realmente que algo sea ' ... legal'. Porque, digamos lo que digamos nosotros, las leyes o la Constitución, cuando siete magistrados del Tribunal Constitucional digan que es legítimo, lo será. Al menos, a todos los efectos que importan. Este es nuestro sistema, para mal o para peor.
Esa era la síntesis, que habría ido ampliando desde ese mensaje claro y conciso como núcleo sobre el que construir, como debe ser. Por eso mismo, no debería escribir sobre lo que está pasando en Israel y Gaza, sea o no legal, porque ahí no sólo es imposible una síntesis parecida, sino un mínimo de certeza sobre la mayoría de conclusiones importantes. Pero, precisamente por eso, pocos que sean conscientes de esa complejidad se atreven a resumirlo, y los que nunca pretendieron entenderlo son los que se dedican a colocar mensajes de apariencia profunda, calado plano y, normalmente, pura política. Porque siempre es más fácil correr con rabia hacia la indignación que caminar en círculos alrededor de una duda.
Hay demasiado que no sé del conflicto, y mucho más que no comprendo. Aun así, parece sencillo darse cuenta de que la mayoría de soluciones que se proponen son más bien eslóganes vacíos. Por ejemplo, resulta iluminador descubrir que la solución para la guerra... sea la paz. Todo hecho. También se plantea, con una vacuidad menos evidente, que la imposición de Israel en esas tierras hace setenta años estuvo mal y, como consecuencia, los judíos han de marcharse de allí. Saltando al mar, todos, supongo. O que Israel debe abrir sus puertas de par en par a los hermanos semitas palestinos rechazados por todos (también por egipcios y jordanos, que les cierran sus fronteras por igual), opción tan realista como que los traigamos a Abanilla, haciendo del Chícamo un nuevo Jordán. No parece mucho más factible esperar que Israel encuentre voluntad y fuerza para limitarse a perdonar los asesinatos, torturas, violaciones y secuestros de la semana pasada, confiando en que los culpables respondan ante el infalible sistema de justicia gazatí.
Uno de los fundamentos esenciales del Derecho es la neutralización de la venganza, y su sustitución por las formas objetivas y controladas de justicia creadas por el Estado. Pero solo sirve cuando los sujetos se encuentran, en igualdad, sometidos a un poder superior. No es el caso: Israel buscará retribución. En parte como expresión del dolor de sus ciudadanos, y en parte como una política de disuasión que, en su situación sin solución, puede ser tan necesaria como contraproducente. Se equivocan en la venganza; como se equivocarían unos padres que se vengaran de aquellos que torturaron y mataron a sus hijos. Pero, mientras que a esos padres les sujeta la fuerza superior de una Ley que les parará y encarcelará, Israel tiene la fuerza y los medios para vengarse de todos, para actuar como actuaron en su contra hace una semana, cuando Hamas mató, torturó, violó y secuestró a cuantos pudo. Por eso, aunque se puede y debe intentar influir y presionar diplomáticamente a Israel, en última instancia solo cabe esperar que sean mejores que los que les atacaron. Porque si fueran iguales, acabarían con todos y cada uno de los palestinos.
Sean sinceros: si ustedes mismos, o la gente a la que quieren, tuvieran que vivir (o haber nacido y crecido) en cualquier territorio de esa zona, ¿qué país querrían elegir? Creo que está claro, sin necesidad de pensar ya si no fueran heterosexuales o si se tratara de una mujer. Esto no es motivo ni excusa para dejar de intentar ayudar a todas las víctimas, pero quizá sí nos pueda hacer pensar si, más allá de la estética revolucionaria de posicionarse frente al fuerte, realmente estamos en contra de Israel.
Ha muerto mucha gente, y mucha queda por morir. No es necesario contarlos, la magnitud de la tragedia trasciende las matemáticas. Y, sin embargo, hay algo que sí se puede, y sí se debe comparar. No ignoro ni minimizo la violencia que Israel ha ejercido, ni la que va a ejercer. Y, a pesar de ello, si muchos de sus vecinos fueran como ellos, aquella tierra sería un lugar mejor para todos cuantos la habitan. Israel, con sus excesos, su creciente extremismo y con uno de los peores gobiernos que se le recuerdan, no es un vergel, ni puede serlo. Pero es el único oasis de democracia y libertad en el desierto de derechos de toda esa región.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.