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Todos en primera línea

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LA GUERRA DE LOS COVID (VII) ·

Ahora es cuando más necesitaríamos un liderazgo real, creíble, que nos cohesione como sociedad, porque el riesgo de conflicto social está presente

Sábado, 7 de noviembre 2020, 02:01

Ya no se oyen aplausos ni arriendas, incluso suena bastante infantil lo de «lo paramos unidos». Lejos quedan aquellos aplausos, que solo reflejaban la esperanza de que los héroes sanitarios en primera línea vencerían al enemigo virus, mientras el resto permanecía atrincherado en sus casas. Ahora ya no sirve agitar banderas, todos estamos en primera línea y los héroes los seremos casi todos.

En esta guerra existió una decisión clave, que el tiempo pone en mayor evidencia y que casi nadie quiere ver ni reconocer. Este virus es una infección comunitaria no porque los españoles se desplacen o porque algunos se salten las normas. La infección es comunitaria porque se dejó que se extendiera entre nosotros sin querer ser conscientes de ello, negando lo que existía, sin capacidad para hacer test, con criterios muy restrictivos para indicar una PCR, sin mascarillas porque ni había ni hacían falta, y porque de primeras tuvimos ya más de 40.000 muertes con los hospitales desbordados, e, importante, sin conocer los contagios reales.

En definitiva, estamos con el virus entre nosotros porque dejamos que se incrustara entre nosotros hace muchos meses, pronto será un año. Esta es la realidad y cuanto antes la asumamos, más fácil será buscar y consensuar soluciones efectivas sin falsas esperanzas. Una realidad que requiere un cambio hacia una verdadera gestión técnica a nivel nacional, con un esfuerzo económico focalizado a estrategias anticipatorias que permitan frenar y prevenir el contagio. Se sigue yendo por detrás, contando contagios y muertes, todos como soldados conmocionados en primera línea y sin rumbo, en manos de aprendices jugando a la guerra desde el alto mando.

Y el problema se agudiza porque Europa tampoco ha estado a la altura. Europa ha fracasado como entidad política, y esta guerra pone en riesgo su futuro. La dependencia económica de China y la falta de políticos con fuerza decisoria e independencia han llevado a Europa a importar un virus de destrucción masiva. ¿Se imaginan que se hubieran cerrado fronteras a China en enero? Una decisión simple, difícil de tomar en lo económico, pero que hubiera sido la correcta y que pudo haberse tomado cuando la infección surgió 'made in China'. Un cierre que China sí hizo con Europa cuando nos convertimos en epicentro mundial de la pandemia. En lugar de eso, con suerte hacíamos PCR a alguien con fiebre y síntomas respiratorios si había estado en China. El interés económico por delante de la salud y siempre por detrás del problema.

Las consecuencias sanitarias y las económicas ya las estamos viviendo, pero lo más preocupante es el daño social y de esto realmente trata este artículo. La sociedad actual sufre dos virus, el que mata y el que no te deja pensar. Al que mata todos los conocemos y, aunque tarde, ya tiene test; pero el que no te deja pensar, ni tiene ni tendrá test. La manipulación mezclada con sensacionalismo, a la vez que la polarización extrema en medios de comunicación y redes sociales, sigue aumentado día a día, y sus consecuencias ya son visibles. Las revueltas callejeras de estos días no son por negacionistas como se nos quiere hacer creer, sino la consecuencia del daño social ocasionado, y dejan entrever lo que podría ser el peor futuro posible: el conflicto social.

Ya todos estamos en primera línea, sin aplausos, con solo la protección que cuando más necesitábamos no tuvimos, mascarillas y test. Ahora que todos estamos en primera línea es cuando más necesitaríamos un liderazgo real, creíble, que nos cohesione como sociedad; porque en este momento, el riesgo de conflicto social ha pasado a estar presente.

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