Prensa rosa y azul
REBELDÍA MURCIANA ·
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REBELDÍA MURCIANA ·
Todos los valores de los nuevos famosos concuerdan a la perfección con los de la derecha tradicionalHay más política en una revista del corazón que en el Boletín Oficial del Estado. Me gusta empezar hoy esta columna con la tesis por ... delante y la indignación popular por bandera, que sé que muchos de ustedes dirán que me he vuelto loca y que vaya frivolidad acabo de soltar con la connivencia del editor del periódico que, con buen criterio, han comprado ustedes esta mañana.
Pero la pura verdad es que los avances y retrocesos sociales y culturales se entienden mejor en 'Sálvame' que en los decretos-ley. Les voy a poner un ejemplo: que en plena pandemia Belén Esteban dijera que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, era un político excelente al que le encantaría conocer, genera mucha más corriente de opinión sobre la gestión de la capital de España que cualquier medida aprobada en su Junta de Gobierno. Otro: que Jordi Cruz, el famosísimo juez de 'MasterChef', grite a los cuatro vientos que la hostelería ha sobrevivido gracias a la política Covid de Ayuso es más valioso que los cientos de miles de argumentarios que se vierten en las crónicas políticas de cualquier tertulia seria. Tirando de lo 'vintage': los artistas de la ceja de Zapatero fueron entonces el revulsivo que necesitó el socialismo patrio para venderse como el artífice de la España moderna y vanguardista que, circunstancialmente, nos condujo a todos a la ruina. Pero ahí estaban Almodóvar y los Bardem, haciendo mítines a golpe de '!Hola!'.
Pero los famosos de hoy ya no son los de entonces, y el motivo por el que se han hecho conocidos tampoco. Antes la portada de cualquier revista la copaba el torero, actor o cantante de turno, y ahora no hay publicación rosa que se precie que no lleve a una 'influencer' en primera página contando vaya usted a saber qué banalidad. Las 'celebrities' de internet son emprendedoras en el sentido estricto del término, y se han hecho conocidas gracias a su propio talento: ya sea por su forma de vestir, por su estilo de vida o por su familia; todas ellas proyectan una imagen que convierte casi en adictivo estar pegados a sus redes sociales para ver cómo es su día a día, que normalmente oscila entre una sesión de fotos, una comida con amigos, una reflexión sobre lo cansadas que están y o bien un evento de noche o bien algún entrenamiento en el gimnasio. Entiéndanme bien: me parece absolutamente meritorio que alguien tenga una personalidad tan atrayente como para que una vida ordinaria se convierta en un fenómeno de masas extraordinario. Las buenas 'influencers' son inteligentísimas o se han rodeado de personas que lo son, que es más importante aún. Nuestros respetos a ellas.
Aun así, como decía, por el motivo que sea todas ellas son las nuevas famosas, y las generaciones venideras se interesan mucho más por la vida de las hermanas Pombo que por el nuevo novio de la Pantoja. Y como la tesis con la que empezaba esta columna es manifiestamente cierta, la izquierda tiene un problemón a futuro con el vuelco sociológico de la prensa del corazón.
Porque estos nuevos famosos no lo son por tener una habilidad especial para el canto o para la interpretación, sino por su vida privada. Y para que esta triunfe necesita ser, al menos en apariencia, nítidamente perfecta: con una familia joven con todos sus miembros extremadamente guapos, con una casa enorme, con vacaciones de lujo, con coches de alta gama, ropa de marca, etc. La nueva influencia no es Penélope Cruz en una manifestación pidiendo salvar a las ballenas, es una 'instagramer' viajando en 'business' a pasar el día en Ibiza.
Y para desgracia del progresismo, todos los valores de los nuevos famosos concuerdan a la perfección con los de la derecha tradicional: familia, prosperidad económica e independencia. Por eso, a medida que la prensa del corazón vuelca su actividad hacia este nuevo género de personaje, la sociedad vira sus aspiraciones hacia aquello que les ofrecen, que casa mejor con el modelo de país del PP que con las soflamas de Podemos. Y esto, mientras Irene Montero se cree moderna por abrirse TikTok para subir banderas arcoíris.
En fin, que el resumen de todo es que el cambio ha llegado. Se llame Juanma Moreno o se llame María Pombo.
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