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Política contra gestión

Podemos dar ya por perdido al Mar Menor. Se me ha tachado de optimista en cuanto a su situación y tengo que rendirme ante mis propias reflexiones

Sábado, 8 de febrero 2020, 00:24

Es lamentable, pero no hay nada que hacer. La política está en guerra con la gestión de los problemas. No solo no se ocupa de anticiparlos para tomar medidas que nos garanticen que no llegaremos a tenerlos, o al menos estudiarlos una vez que surgen y diseñar medidas para resolverlos, sino que incluso impide que se resuelvan si esto va contra sus propios intereses. Parece un disparate, pero realmente es lo que hay, y echando un vistazo a nuestra historia y nuestro presente, lo triste es que no debería sorprendernos.

Podemos dar ya por perdido al Mar Menor. Se me ha tachado de optimista en cuanto a su situación y tengo que rendirme ante mis propias reflexiones. Durante estos años, desde la crisis de eutrofización de 2016, cuando se me preguntaba si podría recuperarse, he venido diciendo que tenía más confianza en el ecosistema que en las personas, y lamentablemente es así.

Tras 30 años de advertencias ignoradas y dedicar fondos al negocio de pescar medusas, llegaron las primeras medidas, precipitadas, para cortar los vertidos directos de salmueras a la rambla del Albujón. En 2017, las entradas de agua y nutrientes a la laguna se redujeron significativamente y el Mar Menor respondió. En apenas año y medio había recuperado buena parte de su integridad ecológica. En 2018, las concentraciones de clorofila y nutrientes volvían a niveles normales, los mecanismos reguladores de la red trófica los mantenían bajos y sin oscilaciones marcadas, como corresponde a un sistema sano. Las comunidades bentónicas se recuperaron. Incluso volvieron a desarrollarse poblamientos que habían desaparecido cuando el dragado del Estacio favoreció la colonización y expansión del alga 'Caulerpa prolifera'. Como resultado de dicha recuperación sus aguas volvieron a ser transparentes, incluso cuando las altas temperaturas del verano aceleran el metabolismo del ecosistema. Entonces, en lugar de ser conscientes de que el Mar Menor era capaz de responder al tratamiento y que había que hacer estructurales las medidas, muchos se dedicaron a negarlo. En lugar de centrar el análisis en cómo consolidar la situación, con datos sobre la mesa, las discusiones se llevaron al terreno político.

Desde entonces, la situación no ha hecho más que empeorar. Las medidas que se tomaron inicialmente se basaron en prohibiciones insostenibles en el tiempo. Las infraestructuras que hacían que el problema estuviera canalizado y focalizado en la rambla del Albujón, lo que hubiera permitido una solución sencilla a la hora de reconducir las aguas y tratarlas, se desmontaron con prisas y sin pensar en las consecuencias. De este modo, los rechazos de la desalobración se reinyectaron en muchos casos en el subsuelo. El freático subió de manera crítica, las aguas empezaron a aflorar superficialmente en cursos de agua dispersos o a borbotear en muchas playas de la ribera de poniente. Los sótanos se inundaron y el agua bombeada al alcantarillado terminó también en la laguna. Las lluvias torrenciales han recargado aún más el acuífero, presionando el afloramiento de las aguas en la ribera del Mar Menor. Ya no es solo el Albujón el que ha dejado de ser una rambla para ser un río, ahora lo es también Miranda. Las aguas, además de la carga de nitratos, contienen también fosfatos induciendo proliferaciones de algas.

Es la tormenta perfecta. Y en lugar de sentarse todos los implicados en una misma mesa a plantear soluciones, sacamos pancartas, dimitimos de comités o pedimos dimisiones, negamos los datos sin otros datos que los desdigan, vinculamos la ciencia a afinidades políticas, y consideramos a los que sí están afiliados a asociaciones o grupos políticos expertos independientes. Como los datos son los que son, terminamos diciendo lo mismo que se había dicho, pero dejando claro que no estamos de acuerdo con lo que se dijo… Es realmente un sinsentido.

No sé quién asesora al Ministerio para Transición Ecológica o al Gobierno de la nación, no sé quién le dice que crear embajadas en el extranjero, por nombrar un ejemplo, es una medida económica más eficiente que bajar impuestos o invertir en infraestructuras que resuelvan el problema del Mar Menor. Al no ser economista, me faltan recursos para valorarlo, pero el sentido común y la ecología me dicen que la mejor estrategia es desarrollar infraestructuras de control, almacenaje y procesado eficiente que te hagan independiente del entorno, incluyendo los efectos del cambio climático. Esto es aplicable también a los sistemas de producción básica y con ello me refiero a la generación de alimento como sector primario. Hacer compatible la agricultura con la integridad ecológica del Mar Menor, y que los bienes y servicios que presta permitan el desarrollo de otro sector primario como la pesca y un terciario como un turismo sostenible, es el paradigma de lo que se llama 'Crecimiento Azul'. Pero parece que esto no importa más allá de las declaraciones de interés. Buscar enfrentamientos, crear desequilibrios, son estrategias para acelerar los flujos de energía y esto suele beneficiar a los oportunistas y especuladores y sospecho que la política es eso.

La RAE, con acierto, no vincula política con la resolución de problemas, sino que la define como la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos. Es decir, asume que consiste en mantenerse rigiéndolos o quitar a los que lo hacen para conseguir hacerlo uno (como el Visir Iznogud de Goscinny, que quería ser Califa en lugar del Califa), y parece ser que eso es más fácil de conseguir creando polos opuestos, levantando banderas y pancartas, logrando que exploten los problemas para acusar a otros de ser responsables de lo que haga falta…

Es lo que hay. El Gobierno de España, el Gobierno de la Región, las respectivas oposiciones a uno y otro y el activismo social tienen una gran oportunidad de demostrar que lo que les mueve es resolver problemas. Lo sorprendente es que decirlo suene a ingenuo. Cada uno deberá asumir su responsabilidad en todo esto, aunque también eso es ingenuo.

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