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En la segunda jornada de este FICC, un policía y un delincuente son los motores de cada uno de los largometrajes que vimos.
Si en ... una película hay una niña de ocho años viendo un programa infantil donde se reflexiona sobre la inevitabilidad de la muerte, sin duda estamos ante una película nórdica (lo que explica su índice de suicidios). Eso ocurre en 'A white, white day', islandesa, una obra que hay que ver con el 'No Frost' puesto, porque es fría en su puesta en escena, en sus paisajes y en las actuaciones de sus protagonistas, todas ellas extraordinariamente naturales.
Dirección: Belén Funes
Reparto: Greta Fernández, Eduard Fernández, Álex Monner, Frank Feys
Género: Drama/ Drama social
Proyección: en FICC48. 25 de noviembre
Un policía jubilado se reforma la casa mientras deconstruye su matrimonio, sospechando que su esposa fallecida tuvo un amante. El parecido con 'Caprichos del destino', donde también un policía investiga la infidelidad de su difunta, se queda en lo gélidas que son ambas. Aquí a veces nos desconciertan esos planos que parecen bodegones filmados, y esos fotogramas colados como piezas de puzle. Todo muy conceptual (aún estoy esperando que me expliquen el significado de esa piedra que rueda durante dos estériles minutos hasta depositarse en el mar). Aun así hay algo de hipnótico en su visionado.
En el drama español 'La hija de un ladrón', ópera prima de Belén Funes, la tragedia amenaza a nuestra heroína de Primark no por lo que hace, sino a pesar de lo que hace, pues lucha durante el metraje contra las malas cartas que le ha repartido la vida. Padre en la cárcel, hijo parido siendo casi adolescente, discapacidad auditiva, novio que no quiere acostarse con ella, trabajo precario, hermano en un centro de acogida (auténtica escalera de color de calamidades). Pero todo ello no se trata como un demiurgo infausto, sino como una forma de mostrarnos que la vida, por dura que sea, se abre camino, y lo hace con una realización cuasi documental, que nos hace viajar a la existencia en un barrio modesto donde la VISA es un bonobús.
Greta Fernández ganó justamente la Concha de Oro por interpretar genialmente el desvalimiento de una chica que tiene que salir adelante, cuando los que tienen su edad solo se preocupan de salir. Sus ojos son tristes, con una mirada que tienen las que nunca han creído en príncipes azules (aunque el de ella lleve chándal). De las que saben que nunca viajarán a Nueva York. De las que no les han robado el mes de abril, porque nunca tuvieron primavera. No tienen sueños porque cuando debían soñarlos, tenían pesadillas.
El primer encuentro entre el padre, recién salido de la cárcel, y su hija, ya delata cómo será la película: una capa de hielo cubriendo un volcán. Lo único que comparten a esas alturas de la vida es un bocadillo de jamón, lo único en esa mesa que no decepciona. Una elipsis de toda una vida de desencuentros fruto del buen ojo de Funes. Hay que esperar al final del filme para encontrar lo mejor, en la escena del juicio, con ese primer plano sostenido por Greta, como pocas actrices pueden hacer. Un buen día para el cine.
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