Secciones
Servicios
Destacamos
El reciente debate entre la portavoz popular Cayetana, «la hija del marqués», y el vicepresidente podemita Iglesias, «el hijo del terrorista», ha sido calificado por muchos de riña tabernaria. No me cuento entre ellos.
En 1964 se escindió del Partido Comunista de España (PCE) el llamado PCE (m-l), por marxista-leninista. Los escindidos discrepaban del pacto por la libertad preconizado por Carrillo, al que tachaban despectivamente de «revisionista». Le dedicaron algunas seguidillas como «Carrillo, ¿adónde vas tú, Carrillo, con tu línea pacifista? Que el hombre que piensa así es un burgués idealista, o un hombre de mala fe»; u otra como «Carrillo, ¿adónde vas tú, Carrillo, con la reconciliación? Mira que no es tan sencillo hacer la revolución tan solo contra el Caudillo». Ya se adivina que, según la fórmula de Mao en China, eran partidarios de hacer en España una revolución comunista mediante «la lucha armada», que sus adversarios llamaban «terrorismo». Desde un principio propiciaron la creación de diversas organizaciones, de mujeres, estudiantes, profesores, artistas, obreros, comerciantes, etc. Esto último originó que, junto al descriptivo de «pro-chinos», recibiesen el calificativo humorístico de «tenderos». A finales de los 60 estructuraron un «comité pro-Frap» y, finalmente, entre 1971 y 1973, el Frap propiamente dicho. Su programa suena extrañamente actual si pensamos en el de Podemos: forma de Estado republicana, derecho a la autodeterminación de las regiones, nacionalizar banca y algunas industrias, romper los pactos con USA, confiscar los latifundios, ejército popular... De una forma u otra, lo encontramos ahora en Podemos; si discrepan en alguno de esos puntos, que lo den a conocer a la opinión pública. Esa conexión explica por qué Iglesias emplea la palabra «patriota», que las personas de izquierda solían detestar.
El 1 de mayo de 1973 el Frap cometió su primer atentado, navajeando en una manifestación a varios policías, de los que uno murió. A ello siguieron varios robos de armas, atracos y puestas de bombas en empresas. Entre aquel año y 1976 mataron a cinco policías y un guardia civil. El franquismo reaccionó condenando a varios miembros a largas penas de prisión e incluso de muerte, siendo ejecutados tres de ellos en 1975. Se opusieron al proceso de transición a la democracia, de forma parecida a como ahora Podemos dice que hay que romper «el candado del 78». Precisamente en 1978 el PCE (m-l) aceptó pasarse a los métodos pacíficos y disolvió el Frap. En 1981 fue legalizado y en 1982 se disolvió. Trabajar de forma pacífica en democracia no era lo suyo.
Dejo a los bizantinos decidir si el epíteto «terrorista» cabe aplicarlo a los que cometieron atentados o también a los que, como el padre de Iglesias, se limitaron a hacer propaganda y recabar fondos para sostener la organización, o quizás a ninguno de ellos. Lo que me interesa es señalar que el intercambio entre Cayetana e Iglesias no fue un desmadre impremeditado, pues ambos son políticos inteligentes y experimentados: fueron intervenciones deliberadas y con un objetivo político.
El de Cayetana lo ha explicado ella misma: plantar cara sin complejos a sus adversarios de izquierda radical y hacer ver que creer que todos los antifranquistas eran demócratas es un profundo error: en el antifranquismo militaron muchos demócratas, que querían sustituir la dictadura por una democracia representativa, y otros que no lo eran, sino que querían sustituirla por una democracia popular, es decir por una dictadura de orientación contraria. Es de justicia reconocer el papel del PCE en la transición a la democracia, pero también lo es reconocer que el PCE (m-l) se opuso a esa transición. Mienten, por tanto, los de Podemos cuando se pretenden herederos del PCE; lo son más bien de los grupos de izquierda que tachaban de revisionistas y traidores a los del PCE.
Por su parte, Iglesias pretendía provocar a Cayetana para obstruir cualquier intento de acuerdo entre PP, Cs y PSOE, pues su objetivo es lograr un cambio de régimen, empezando por implantar una república confederal. Que no ando errado lo confirma que en su intervención en la Comisión para la Reconstrucción empezase atribuyendo a Vox intenciones golpistas y responsabilizando al PP de los fallecidos por la pandemia. Objetivo: reventar el posible acuerdo.
Se dice que hay crispación o polarización. La hay y el motivo último es que estamos ante un intento coordinado de los separatistas y los podemitas, junto con un sector del PSOE, de cambiar el régimen surgido de la transición. Es el mismo tipo de polarización que hubo en Cataluña cuando los separatistas culminaron su proceso proclamando la independencia de la región. En situaciones de crisis del sistema, la polarización es inevitable y el debate, imprescindible. Instar a callar equivale a anestesiar para mejor conseguir el objetivo perseguido. No hay tal riña tabernaria, sino debate político de alta intensidad y trascendencia.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.