Secciones
Servicios
Destacamos
Esa figura literaria que expresa el título de este artículo, la Real Academia de la Lengua lo denomina oxímoron: «Recurso retórico consistente en combinar dos palabras o expresiones de significado opuesto». La poesía da ejemplos más que significativos. El soneto 'Al amor', de Quevedo, empieza ... con dos rotundos: «Es hielo abrasador, es fuego helado...». Pero no vengo hoy a hablar ni de poesía, ni de símbolos, ni de oxímoron. Hablo de bancos. De pobres bancos que, como las cosas sigan así, no sé, no sé... cuánto van a poder aguantar.
Porque, vamos a ver, ¿a cuento de qué se les va a poner un impuesto del 7,2 % sobre sus beneficios? ¿No luchan como jabatos para cubrir el primer objetivo de una entidad así, cual es dar los mayores beneficios a sus accionistas y consejeros de administración? ¿Qué culpa tienen ellos, los pobres, de hacerlo tan bien como lo hacen, de que sus plantillas funcionen como auténticos relojes suizos, de ganar lo que tienen que ganar? La vida es así. Los beneficios están en la parte de la inteligencia, de los que llevan ternos de Armani con corbatas de seda, de los que están a la que salta. Y perdonen que no use el lenguaje inclusivo, y crean que me olvido de las directoras, apoderadas, empleadas ejemplares, que las hay, y muchas, en los bancos.
A quienes les echan en cara que los pobres bancos ganan tantísimo porque son tacaños, que no gastan ni en lápices, les diré que es todo lo contrario: cierran oficinas para ahorrar alquileres; despiden a empleados porque, con tanta fusión, sobran más que faltan; reducen horarios porque para eso está internet: las operaciones se hacen en internet; las reclamaciones, en internet; los sustos por cargos inesperados, en internet. ¿Para qué tanto personal, si ahora pides turno, por internet, para cualquier consulta, y van y te atienden con exquisita disposición? El otro día fui a un banco para hacer un ingreso que me había pedido llevar a cabo un pariente que no vive aquí, y al que le costaba Dios y ayuda tener que desplazarse. Cuando entré me quedé pasmado. No sabía si era un banco o una disco. Ventanillas ni una vi, pero veladores con impresos, por lo menos había veinte. Una señorita arregladísima me llevó a una de esas mesitas y me dijo si quería un café. Por un momento me despisté. No... Lo que yo vengo a hacer es un ingreso en caja... La señorita, muy educada ella, no soltó una carcajada porque no quería reírse de mí. Como así fue. No, caja no tenemos, como usted puede comprobar. Caja solo hay en la sucursal de no sé dónde... Eso sí, en horario restringido. Sin mediar una palabra más, salí de allí sofocado.
¿Y qué? ¿No estamos hablando de llevar nuestras empresas a la modernidad más absoluta? ¿Para qué cajas a todas horas? ¿Y si les roban? Los cacos lo tienen ahora más difícil, con tanta ausencia de ventanilla, tanto café y tantas atenciones. Por eso se roba menos, señores. Por eso los pobres bancos toman todas las medidas posibles para no sufrir daños irreparables.
Y muy bien que lo hacen. ¿Por eso tienen que cargar, los pobres bancos, con un nuevo impuesto antidemocrático, igualándolos a las energéticas, que esas sí que se están forrando? No hay derecho. De ahí que cierto líder político, que se ha empeñado en gobernarnos, y nos gobernará, diga que poner un impuesto a las energéticas y a la banca «no encaja en un país de la Unión Europea». Ningún asesor le había dicho que ese impuesto se lleva aplicando desde hace tiempo en Italia, Bélgica y Grecia, entre otros estados, además del Reino Unido, aunque este no sea Europa. Menos mal que hay quien piensa bien de los pobres bancos. España es otra cosa, señoras y señores, en España, cuando no haya bancos, vendrá el caos... y calcetas y huchas se pondrán de nuevo de moda.
Pero no hay que tener miedo. Dios propone y el hombre dispone, que decía un hombre. Y mientras los pobres bancos tengan un beneficio, como el de estos primeros nueve meses de 2022, de solo el 31 %, no hay peligro. Y aún se dice que es una ganancia disparatada. ¿Acaso el pescadero, el carnicero, el verdulero, el chino de la esquina, el mayorista de firmas de marca, se atreven a decir cómo han subido sus beneficios? Pues a callar. Y a dejar vivir a los pobres bancos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.