Pícaros y soberbios
VERITAS VINCIT ·
Qué espectáculo estáis dando a este pueblo atemorizado, sojuzgado, confundido por tanta incompetencia y tanta mentiraSecciones
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VERITAS VINCIT ·
Qué espectáculo estáis dando a este pueblo atemorizado, sojuzgado, confundido por tanta incompetencia y tanta mentiraUna de las pocas alegrías en este abusivo confinamiento ha sido disponer de tiempo para, entre otras cosas, poder volver a los clásicos y disfrutar con lecturas que tenía olvidadas casi desde los años mozos. Tengo ahora entre manos el 'Lazarillo de Tormes', editado por Espasa Calpe en la colección Austral y cuya vigésima primera edición ofrece un soberbio prefacio de don Gregorio Marañón.
No es partidario el famoso doctor y ensayista de la novela picaresca española; su rechazo no es tanto por la prosa cuanto por lo pésimo de esta literatura en el hecho de vestir las fechorías sociales: el robo, el engaño, la informalidad ante la palabra dada de una gracia tan sutil que todo lo atenúa y acaba por justificarlo, y el bellaco, siempre el protagonista, inteligente, hábil, ingenioso ante el cual todos los obstáculos se esfuman. Tanta bellaquería, tanta villanía al principio, encandila, pero al poco deviene en un desaliento, en un pesimismo, en una tristeza al comparar los valores morales de unos con la maldad de los truhanes.
Habrán deducido mis queridos lectores el porqué de este exordio y a quién voy a señalar, porque nada hay que cuadre mejor con esta definición de pícaros que la figura de los primos don Sánchez, don Iglesias y casi todos sus adláteres. Pícaros, soberbios, qué espectáculo estáis dando a este pueblo atemorizado, sojuzgado, confundido por tanta incompetencia, tanta mentira, tanta ruindad, justificadas una y otra vez por vuestros serviles medios de comunicación, por vuestros incondicionales apesebrados, manejando redes, difundiendo engaños, calumniando y tratando de amedrentar a los disidentes con tanta bajeza como la que os es propia. Os importa una higa el daño que a las instituciones, a la convivencia y a la democracia estáis causando; vuestro único objetivo es perpetuaros en el poder aunque España quede enfrentada y hecha añicos.
Oír en el Parlamento al presidente del Gobierno de España gritar como un poseso «¡Viva el 8 de marzo!» me produjo tal desazón que aún no me he recuperado. Con varias ministras, su madre, su esposa y miles de feministas contagiadas por culpa de esa suicida manifestación, con más de cuarenta mil muertos y cientos de miles de contagiados por culpa de su pésima gestión, el grito me sonó a quien tiene pánico porque sabe que su futuro inmediato depende de la justicia, y con ese exabrupto manda un claro mensaje para tratar de intimidar a quien puede sentarlo en el banquillo.
Van a por todas, no quieren dejar institución sin controlar, pretenden poner lo que es del Estado al servicio del Gobierno y si no, véanse las actuaciones de la Fiscalía General y la Abogacía del Estado; colonizan la administración creando cargos inútiles, repartiendo sillones y prebendas entre amiguetes; pretenden poner las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado al servicio de su tiranía, y ahora, con cargo a nuestros bolsillos, pero vendiendo que es un regalo gubernamental, repartir limosnas a cambio de votos como los antiguos y denostados caciques del siglo XIX. Y si alguien se atreve a levantar la voz para ejercer la crítica e intentar controlar al tiránico poder ejecutivo responden con insultos soeces y amenazan como matones: «Usted no será nunca presidente del Gobierno», le vomita en sede parlamentaria el comunista liberticida al líder de la oposición.
La siguiente maniobra, terminadas las fases, será mantener el poder absoluto mediante un nuevo decreto ley y maniobrar para que sus socios independentistas, comunistas y filoetarras, más Ciudadanos –el nuevo aspirante a llevar el cenicero de don Sánchez–, le aprueben el presupuesto, que no servirá para reconstruir España, cosa que poco les importa –basta con ver a quienes han colocado de presidente y vicepresidente de la comisión reconstructiva–, sino para comprar los apoyos necesarios para perpetuarse en el poder.
Perdida la esperanza de que el Partido Socialista, ni sombra de lo que fue, vuelva a poner a don Sánchez de patitas en la calle; sin ver en el horizonte la posibilidad de que los españoles podamos decidir en las urnas, libre y democráticamente, quien queremos que lidere esta dura etapa que se avecina, mi única confianza para que se acabe esta pesadilla de estar gobernados por pícaros, incapaces y soberbios es que los jueces justos, desde su independencia constitucional, velen por el cumplimiento de la ley. Si ellos se arrugan, por muchas justas protestas que en medios independientes o en la calle se hagan, ¡apaga y vámonos!
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