Pensadores, divulgadores, filósofos
DIGO VIVIR ·
Quedaremos a merced de los engaños y trampantojos de los manipuladores del lenguaje y los dueños del entramado de la comunicación que los difundenSecciones
Servicios
Destacamos
DIGO VIVIR ·
Quedaremos a merced de los engaños y trampantojos de los manipuladores del lenguaje y los dueños del entramado de la comunicación que los difundenEl último baldón que le ha caído al noble arte del cultivo del pensamiento y el amor al saber, conocido como Filosofía, consiste en llamar ... filósofos a quienes no lo son. Ojeamos la prensa, leemos entrevistas, asistimos a tertulias presenciales o televisivas en las que bastantes de los personajes que aparecen son presentados como filósofos, de manera que, si se hace un concienzudo recuento, hay más filósofos que, por ejemplo, cantantes, agricultores o asistentes a los sanfermines. La Historia de las ideas nos muestra que hay numerosos pensadores que son dignos del honroso título de filósofos porque han dedicado su vida a elaborar hipótesis intelectuales, especulando en los campos de la ciencia, el arte, la sociología o la historia, entre otras muchas dedicaciones humanas, con el fin de dar una explicación profunda y lo más coherente posible del mundo que nos rodea. Las ideas de estos filósofos permean el resto de los saberes. De sus meditaciones han surgido sistemas de pensamiento capaces de iluminar la complejidad de la condición humana y su relación con el cosmos, los arcanos del devenir histórico o los secretos profundos que encierran las ciencias y la tecnología.
Pero, de igual manera que numerosos poseedores de móviles se piensan fotógrafos por el solo hecho de obtener con facilidad fotografías con sus aparatos, e incluso creen ser reporteros si son capaces de añadir un comentario escrito a esas instantáneas, en el mundo del pensamiento y la especulación intelectual pasan por filósofos personas que se dedican, muy dignamente, a divulgar, entre gentes no conocedoras, los secretos de una de las Ciencias Humanas más necesarias. Conviene añadir que, en la mayoría de los casos, no son ellos mismos sino gentes externas quienes les otorgan esa noble distinción.
Es lo que ocurre cuando las palabras devalúan su significado designando realidades ajenas a su alcance primigenio. Se empieza desvirtuando el lenguaje y se termina desnaturalizando las realidades a las que alude e incluso, en los casos más graves, la sociedad que utiliza ese lenguaje. Basten unos ejemplos: si el gravísimo abuso infantil se rebaja denominándolo 'relaciones inapropiadas'; si el genocidio, 'limpieza étnica', y el despido masivo, 'regulación de empleo', estamos siendo cómplices, cobardemente y con nuestras palabras, de la ocultación del mal y la degradación social.
La conclusión es que si todos los que piensan y ponen por escrito sus reflexiones o las de otros son filósofos, nadie es filósofo, lo que resulta una inmensa falsedad y un trato injusto a quienes han elaborado sistemas de pensamiento que han contribuido decisivamente al avance de la Humanidad. Existen aplicados divulgadores de ideas, generosos eruditos acumuladores de información, briosos comunicadores intelectuales y profesores magníficos cuya labor benemérita debe ser reconocida. Pero hasta ahí se puede llegar. Situarlos, sin embargo, en la misma órbita que Ortega, Sartre, Russell, Kant, Descartes o Aristóteles, entre otros muchos, solo sirve para devaluar la importancia de los más grandes, los que han contribuido con sus ideas al progreso del mundo.
Por otro lado, son cómplices del desprestigio de la Filosofía los Ministerios de Educación y Cultura con las sucesivas leyes educativas, cada Gobierno la suya, incapaces de un consenso que la preservara más allá del horizonte de los cuatro años de legislatura. La Filosofía es un magma nutricio para las demás ciencias humanas y científicas porque está en el fondo de todos los saberes. A pesar de ello, ha sido preterida gradualmente en los proyectos educativos, maltratada por las reducciones horarias y el achicamiento de los programas.
En este tiempo de inmediatez y del más fulgurante espectáculo, el lugar de los filósofos ha sido ocupado por sagaces opinadores e individuos que ascienden a la celebridad por una ocurrencia nueva, un punto de vista insólito y el apoyo incondicional de la masa de analfabetos y ágrafos que pululan como rebaños detrás de la esquila que hace sonar el más despabilado entre ellos. Circula por las redes un meme donde se dice que la diferencia entre las personas y los animales es que los animales nunca eligen al más tonto para guiar la manada.
Cuando nadie nos enseñe a pensar, cuando no quede ni un profesor para explicar los grandes sistemas del pensamiento se habrá cumplido la pretensión máxima del Sistema en que estamos instalados: la existencia de una sociedad de individuos sin referentes intelectuales y acuciados por la apetencia bestial de un consumo que alientan los grandes centros de producción, propaganda y conocimiento. Individuos privados de memoria, de capacidad para pensar y actuar por sí mismos. Seres alienados, hedonistas y sin autonomía.
Sin el consuelo de la Filosofía y su capacidad de análisis, sin el pensamiento elaborado y crítico, quedaremos a merced de los engaños y trampantojos de los manipuladores del lenguaje y los dueños del entramado de la comunicación que los difunden.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.