Secciones
Servicios
Destacamos
Los lectores verdaderamente curiosos, que no se conforman con el contenido de un libro y exploran sus alrededores en busca de información que lo complete, ... se ilustran con el paratexto, una fuente de conocimiento no tan sólida como el propio texto pero, sin duda, susceptible de iluminar, no siempre de modo fiable, algunos de sus aspectos. El paratexto, en las publicaciones editadas en papel, abarca una variada gama de elementos producidos por el autor y por otros actores como la imprenta, la publicidad que acompaña las obras e, incluso, la mano interesada de las editoriales encargadas de sacarlas al mercado. Por eso, aunque ilustran, los paratextos elogiosos hay que tomarlos con cierta prevención, pues no siempre cumplen la función de guiar sino la más prosaica e interesada de vender.
Entran en esta denominación las contraportadas en forma de resumen, escritas por las propias editoriales, los textos de las solapas, las dedicatorias del autor y, por supuesto, las 'fajas', uno de los medios con los que la publicidad intenta estimular la adquisición de libros. En las fajas toda exageración tiene su asiento, pues contienen frases elogiosas de prestigiosos autores, comentaristas o críticos, aunque la mayoría son reclamos publicitarios con los que atrapar a quienes se detienen frente a la portada de un libro.
Son curiosas las añagazas para atraer la atención. Veamos algunas. La hipérbole suele ser casi obligada. Frases del tipo 'No has leído nada igual' (en la que nos tutean como si hubiésemos estado comiendo migas en la misma sartén) y 'El libro del año', intentan captar el interés de unos clientes que se convertirán en lectores. Esta última frase, correspondiente a la recomendable 'Manual de mujeres de la limpieza', de Lucia Berlin, acompañaba la indicación de que se trataba de la novena edición, otro empuje para hacer pensar al posible cliente que si una obra acumula numerosos lectores, tanta gente no puede haberse equivocado. Algo absolutamente incierto. Los elogios desmedidos forman una selva inextricable de la que puede salirse indemne atendiendo al buen criterio contrastado del boca a boca entre expertos lectores y, por supuesto, de libreros informados y capaces, que también los hay.
La hipérbole elogiosa abusa de adjetivaciones extemporáneas, comparaciones y valoraciones inauditas así como de exégesis interesadas. Reproduzco algunas que aún adornan los libros de mi biblioteca: 'Poderosamente seductora' dice una; 'Oscuro lirismo, descarnada verdad, independencia crítica' apunta otra; 'Obra maestra indispensable' (todos los años aparecen centenares de obras con esta valoración, lo que hace sospechar de tanta cantidad de ingenio suelto por el mundo). La sarta de adjetivos es brutalmente apabullante: 'sublime', 'maravillosa', 'brillante', 'inteligente', 'espléndida', 'absorbente'... Otras valoraciones con nombres y verbos perpetúan el elogio: 'un descensus ad inferos', 'diarios que 'emocionan y sobrecogen'. Algún avispado editor recurre a imágenes boxísticas al apuntar que el libro es 'un directo que invita al revolcón de atreverse a pensar', quizá en recuerdo de aquella frase de Cortázar: 'La novela gana por puntos, y el cuento por KO'.
A menudo, la fama de obras anteriores apuntala un nuevo libro: 'La nueva novela de Roa Bastos' reza una faja de 'Vigilia del Almirante'. Pero no siempre segundas partes fueron tan buenas como las anteriores, por lo que conviene informarse fiablemente sobre el valor de las novedades literarias. Así ha ocurrido con 'En agosto nos vemos', obra póstuma de García Márquez, difundida con enorme parafernalia para seguir exprimiendo la celebridad del Nobel. Obra que, según algunas opiniones críticas, siendo buena, en nada acrece su prestigio creativo. Tampoco ayuda que el autor no tuviese interés en publicarla. Pero el mercado maquina y aprovecha incluso valoraciones negativas para inducir al morbo, como 'Publicada contra su voluntad', 'La novela que el autor quería destruir'. De resultas, se convirtió en número uno en ventas. Al Sistema le pasa como al estiércol: que sus detritos producen fértiles cosechas.
La obtención de un premio se utiliza como galardón de prestigio. El excelente ensayo de José Luis Pardo, 'Estudios del malestar', recoge en una faja el haber obtenido el Premio Anagrama, además de sumar cuatro reputadas loas de conocidos críticos (adscritos, curiosamente, a periódicos de diferente cuerda ideológica: 'El Confidencial', 'El Mundo', 'El País' y 'La Razón').
Se comprenderá que no me estoy refiriendo al valor intrínseco de las obras literarias, independiente de elogios o críticas negativas sino al divertido espectáculo económico-intelectual que rodea la literatura en papel. Las páginas de los 'ebooks' no huelen a tinta, no admiten dedicatoria del autor, no pueden subrayarse las frases que nos estremecen, no están hechas con materiales reciclables ni admiten marcapáginas. Tampoco llevan faja y ocupan poco espacio en estanterías y maletas de viaje. Eso sí, los 'ebooks', y respeto cualesquiera otras opiniones divergentes, no dejan de ser un electrodoméstico más, como la televisión y el lavavajillas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.