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Fieles a nuestra vocación y misión de espectadores, no focalizamos nuestra observación en materias o temas concretos, sino que nos gusta mantener una visión ecléctica ... sobre todos y cada uno de los ámbitos que nos circundan, con los que, de alguna manera, nos dejan su influjo y despiertan nuestro interés, procediendo a plasmar por escrito y divulgar, gracias al periódico LA VERDAD, la percepción de aquello que nos sugiere esa observación crítica.
Hoy queremos detenernos y hacer una parada en el campo del arte y, más en concreto, en el de la pintura. Y esto viene a cuento por la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes recientemente concedida por el Ministerio de Cultura al pintor blanqueño, murciano, español y cosmopolita Pedro Cano, a quien le damos nuestra más cálida enhorabuena y le mostramos nuestro más sincero reconocimiento, no solo por este último premio conseguido, sino por los innumerables galardones, justamente conquistados a lo largo de su dilatada y magna trayectoria pictórica, cuya descripción individual superaría de largo el espacio del presente artículo.
Hablar de Pedro Cano es hablar de Blanca, su pueblo, pues entre ambos existe, desde su tierna infancia, una relación simbiótica, de la que ambas partes han bebido y se han nutrido. Blanca le ha proporcionado a Pedro el paisaje, el ambiente y el sentimiento, dádivas que el pintor ha sabido moldear y plasmar en su obra pictórica, en especial en sus inicios artísticos. Por otra parte, Blanca tiene una gran deuda con Pedro, porque es la persona que ha conseguido sacarla del anonimato y poner su nombre en el mapa de los pueblos ilustres. Ningún otro hijo de Blanca le ha dado tanto prestigio y enjundia a este humilde municipio como lo ha hecho Pedro Cano. Con el nombramiento de hijo predilecto en 1986, Blanca amortizó una parte de la impagable deuda que tiene contraída con el pintor.
Además de su faceta artística, Pedro posee un talento excepcional, pues ya en la frontera entre su juventud y su adultez estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, obteniendo la única beca en la modalidad de pintura, que le daba derecho a continuar sus estudios artísticos en la Academia de Bellas Artes de España en Roma. Siendo, como antes se ha dicho, un cosmopolita por su carácter de viajero empedernido, muy pocos son los países del globo terráqueo que le faltan por visitar. Consecuencia de ello y, por el hecho de haber pasado largas estancias en Italia y EE UU, Pedro domina media docena de idiomas y chapurrea unos cuantos más. Es designado miembro numerario de la Real Academia de Bellas Artes de Santa María de la Arrixaca de Murcia y también es nombrado doctor 'honoris causa' por la Universidad de Murcia. Como puede verse, su bagaje cultural, por su amplitud, es envidiable.
El principal rasgo que domina su primera etapa pictórica es el realismo. Paisajes y bodegones predominan, en los que ya se atisba la calidad artística del autor. Si van ustedes por su Museo Fundación, en Blanca, no dejen de prestar atención al pequeño cuadro de una bombilla eléctrica, fruto de un ejercicio en la Academia de Bellas Artes de Madrid, en la que el profesor Antonio López pidió a sus alumnos que trabajasen sobre algún elemento que vieran a su alrededor. El hiperrealismo es sencillamente impresionante.
La pintura de Pedro evoluciona, y no hacemos hipérbole alguna si decimos que los tenues y vaporosos colores y la delicadeza con que son tratados adquieren en sus manos una sensibilidad celestial. Sus obras sugieren más que dicen. Es el arte convertido en magia, que sumerge en una especie de hipnosis extática al espectador, al que le resulta casi imposible retirar la mirada y despegarse de la maravilla que contempla.
La más maravillosa y feliz idea que ha tenido lugar en Blanca, en las últimas décadas, ha sido la puesta en marcha de la Fundación Pedro Cano, que pretende ser el legado que el pintor deje a su querido pueblo. Gracias a la extraordinaria fuerza gravitatoria con que esta Fundación-Museo atrae a forasteros, es notable la afluencia de visitantes a este hermoso municipio.
La Fundación no solo sirve de exposición de la obra de Pedro, sino que alberga exposiciones de otros artistas, utilizándose también como academia para principiantes, que desean emular la carrera del maestro Cano, a quien se le ve feliz, impartiendo estas clases magistrales a gente de todas las edades.
Si Pedro Cano destaca por sus fantásticas dotes artísticas, no menos lo hace por su semblante humano, en el que resalta su sencillez. Le gusta pasear por las calles del pueblo y detenerse a cada paso a saludar y charlar con la gente, que le adora.
Su capacidad de observación le condujo a establecer su estudio en un lugar insólito, donde solo él supo captar las potencialidades que reunía esa ubicación, incrustado en un arrabal donde, muy probablemente, tuvo lugar el inicio y desarrollo del pueblo, justo debajo del icónico castillo, y desde donde se avista el paisaje más bonito del municipio.
El orgullo que Pedro Cano siente por Blanca, a quien lleva en su corazón y de quien presume por todos los rincones del planeta, es perfectamente correspondido por el que Blanca y sus gentes sienten por él. Blanca, Murcia y España se honran en su hijo querido Pedro Cano. Enhorabuena, Pedro.
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