Ser como Senegal
Mapas sin mundo ·
Ya era hora de que, en su relación con Vox, el PP priorizara la defensa de los derechos humanos antes que el frente encarnizado contra SánchezSecciones
Servicios
Destacamos
Mapas sin mundo ·
Ya era hora de que, en su relación con Vox, el PP priorizara la defensa de los derechos humanos antes que el frente encarnizado contra SánchezEl pasado martes, el Congreso admitió a trámite una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para la Regularización Extraordinaria para Personas Extranjeras en España. Esta iniciativa, impulsada ... por los propios inmigrantes en situación irregular, obtuvo casi 700.000 firmas y ha sido apoyada por 906 organizaciones. El texto pide la regularización de cientos de miles de personas que viven –y trabajan– sin papeles en España. Después de casi tres años sobre la mesa, esta petición recibió el voto a favor de todos los partidos del arco parlamentario, excepto Vox.
Lo acontecido el martes en el Congreso no constituye una sesión de trabajo más del Congreso; por la naturaleza de quien votó a favor y de quien lo hizo en contra, así como por los argumentos que se emplearon, esta decisión parlamentaria requiere de al menos un breve análisis. El primer aspecto a considerar, en este sentido, es que la unidad PP-Vox –monolítica en gobiernos de ayuntamientos y comunidades autónomas– se ha roto. Y esta ruptura se produce a propósito de un hecho nada baladí y que, por el contrario, atañe al granítico núcleo ideológico de la ultraderecha: su lucha contra la inmigración y, por ende, la manifestación indisimulada de su xenofobia y racismo. Ya era hora de que, en su relación con Vox, el partido de Feijóo priorizara la defensa de los derechos humanos antes que el frente encarnizado contra Sánchez. El mismo Partido Popular Europeo ha puesto, en diversas ocasiones, bajo sospecha a los populares españoles por su peligroso e irresponsable deslizamiento hacia las posiciones radicales de los de Abascal. La cuestión ahora es saber si esta divergencia de la línea dura de la extrema derecha ha supuesto una excepción o, por el contrario, un simbólico punto de inflexión a partir del cual el PP inicia un camino de retorno hacia las posiciones del centroderecha. Aunque, a decir verdad, mientras la figura disparatada de Isabel Díaz Ayuso siga creciendo e imponiendo su músculo en Génova, cualquier estrategia de 'centramiento' va a resultar ciertamente difícil. Feijóo se halla en un punto de desgarradora tensión entre la necesidad de ganar el centro, los pactos de gobierno con Vox y la cada vez más evidente hegemonía de la ultraderecha madrileña liderada por Díaz Ayuso. Intentar asimilar todas estas líneas de presión en una síntesis razonable no solamente es imposible, sino, además, demencial. Si Feijóo quiere de verdad volver al centro debe renunciar –a Vox– y enfrentar –a Díaz Ayuso–. Y a nadie se nos escapa que, ni por ascendencia sobre el aparato ni por su actitud meliflua, este hecho se va a producir.
La defensa de la portavoz de Vox, Rocío de Mer, de su voto en contra de esta ILP merece también alguna que otra consideración. Entre las muchas líneas de argumentación que se pueden seguir –no hay que olvidar que hasta el PSOE tuvo dudas sobre tal iniciativa por el miedo a que la frontera sur de España se convirtiera en una 'barra libre'–, la de la ultraderecha resultó ser tan honesta con sus principios como violenta y vomitiva: «España sigue siendo España» – afirmó De Mer– y «no Argelia o Senegal». Lo más curioso de esta paranoia invasora, es que, para defenderse de posibles acusaciones, Roció de Mer apostilló: «No es xenofobia ni racismo, es puro sentido común». Menos mal. Hasta la conjunción coordinante 'o' rezuma un racismo insoportable en esta declaración de la cara visible de la ultraderecha. Decir que no se puede permitir que España sea Argelia o Senegal debería figurar en la primera página del primer capítulo de un tratado sobre racismo o xenofobia.
Pero vayamos más allá de las declaraciones gruesas y más llamativas efectuadas por De Mer, y centrémonos en la más violenta y nazi de todas las expresiones empleadas: «Es puro sentido común». ¿Qué entiende, en este sentido, Vox por «sentido común»? Habida cuenta de que la ultraderecha se opone a la regularización de cientos de miles de personas sin papeles que, sin embargo, trabajan y contribuyen al funcionamiento diario de la economía española, lo que Vox considera sensato es la institucionalización de un sistema de esclavitud por el que a muchísimas personas en situación de vulnerabilidad se les pagan cuatro perras, trabajan 12 o 14 horas al día, no tienen derecho a la Seguridad Social y son reducidas a cuerpos explotables. No es de extrañar que, ante esta situación tan indigna e injusta, una organización católica como Cáritas haya sido una de las firmantes de esta ILP. Y es que: ¿no está en la base de ese cristianismo supuestamente defendido por la ultraderecha amar al prójimo y ayudar al necesitado? Que se sepa, en la Biblia no se especifica que el prójimo deba ser blanco y europeo, y no argelino o senegalés. En realidad, Vox es una estructura de odio que se esconde detrás de ciertos idearios religiosos para enraizarse en la tradición y justificar su inmovilismo histórico. Tiene más puntos de contacto con el ideario esencial del cristianismo Podemos que Vox. Y no estoy empleando una hipérbole. El racismo de la ultraderecha es una ola creciente que cualquier persona de bien ha de detener a través de su voto bien razonado.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.