Ama al prójimo como a ti mismo
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Los discursos de odio contra los inmigrantes están de moda. El malestar del tejido social necesita de un chivo expiatorioEl pasado lunes, la Delegación de Migraciones de la Diócesis de Cartagena emitió un duro comunicado contra políticos de PP Y Vox por sus últimas ... declaraciones contra la llegada de inmigrantes a la Región de Murcia. Concretamente, este texto hacía referencia a la rueda de prensa ofrecida por José Ángel Antelo en la puerta de un centro de alojamiento de inmigrantes en San Pedro del Pinatar y a la comparecencia pública de diputados y senadores en sede parlamentaria para formular una serie de preguntas al Gobierno de España. El comunicado –que no tiene desperdicio y me parece uno de los textos más valientes y necesarios que hayan visto la luz en las últimas fechas– denuncia, «con profunda tristeza», que hay «instituciones gubernamentales, ciertos grupos y ciertos líderes políticos y algunos poderes fácticos (medios de comunicación, lobbys, etc.) que están normalizando, con mucha osadía y total impunidad, peligrosos idearios al difundir y legitimar discursos de odio que atentan, directa y especialmente, contra uno de los grupos de personas más vulnerables: los de origen inmigrante».
Este comunicado emitido por la Diócesis de Cartagena llega en un momento en el que el punto de contradicción entre los votantes de PP y Vox y el supuesto ideario que defienden –el humanismo cristiano– ha alcanzado su máxima tensión. A nadie se le escapa que la inmensa mayoría de los católicos practicantes y confesos votan a una de estas dos formaciones. Y sorprende, en este sentido, que los fieles de una religión que tiene como uno de sus fundamentos el 'ama al prójimo como a ti mismo' depositen su confianza en partidos políticos que, por origen o peligrosa deriva, inflaman todos los días un discurso racista y xenófobo. La urgencia migratoria que vive Europa y, especialmente, algunas regiones españolas ha llevado al Papa Francisco a anunciar una pronta visita a las Islas Canarias con el fin de alentar a una toma de conciencia sobre el drama humanitario que allí se está viviendo. Mientras tanto, y en lugar de servir de contrapeso a las paranoias xenófobas de la ultraderecha, Alberto Núñez Feijóo ha viajado a Italia para tomar nota de la política migratoria desarrollada por la posfascista Meloni. Por si alguien todavía no tiene claro en qué consiste dicha 'política migratoria', baste recordar que uno de los pilares sobre los que se asienta es la deportación de inmigrantes a campos construidos en Albania. Si el concepto de política migratoria 'legal y humanitaria' que quiere aplicar el gallego 'moderado' es este, apaga y vámonos.
Los discursos malintencionados y de odio contra los inmigrantes están de moda. El malestar profundo que atraviesa al tejido social necesita de un chivo expiatorio y, primero Abascal y después el PP, han querido y sabido redirigir todo este sentimiento de hartazgo hacia los más débiles: los inmigrantes, los que no tienen nada, aquellos que no poseen voz y que pueden ser construidos en el imaginario colectivo con toda la dosis de ponzoña que la miseria humana sea capaz. Que la mayor parte de los representantes políticos del PP y Vox vayan a misa todos los domingos no les reprime a la hora de atacar con toda su capacidad de rencor a los más desfavorecidos. Son unos hipócritas sin límites; personas sin valores que sobreviven en la política cacareando la consigna insidiosa que les dicta su partido cada día. Me dais asco; mucho asco. Porque, en esta sociedad en la que la verdad se ha relativizado demencialmente y en la que cualquier gilipollez es transformada en dogma de fe, las palabras de estos desalmados cuentan y hacen mucho daño. De lo poco que resulta fiable de la última encuesta del CIS es que la preocupación de los españoles por la inmigración ha crecido en 20 puntos durante el último verano. A base de criminalizar a los inmigrantes y de figurarlos como la causa principal de todos nuestros males, España se está convirtiendo en una sociedad racista y xenófoba.
Que lo mejor que puedan hacer muchos políticos para justificar sus elevados sueldos provenientes de los impuestos de todos los españoles sea vomitar insidias contra los inmigrantes habla demasiado claro de la crisis ética que atravesamos. De Vox lo esperaba –se trata de un partido nacido con la finalidad de destruir nuestro sistema de convivencia y de erosionar la democracia hasta que, en su transparencia, deje ver a Franco y su séquito purgando a todos los rojos–. Pero, sinceramente, con el PP no contaba para seguirle el juego racista a la extrema derecha. Que un partido de gobierno se halle en esta deriva xenófoba pone de manifiesto la pérdida de masa gris que ha sufrido entre sus órganos de dirección, colonizados por la mediocridad más rampante que se haya visto en la política española en mucho tiempo.
Es de suponer que el chaparrón de llamadas que ha tenido que recibir la Diócesis de Cartagena por la emisión del referido comunicado debe haber sido de los que hacen época. La indignación de Antelo y López Miras ante la lectura de tantas verdades juntas y tan bien explicadas no ha de haber sido pequeña. Con toda probabilidad, los acusados habrán recibido tal redacción como un momento de enajenación de la Iglesia a la que, por supuesto, no hay que darle más importancia. Desde su punto de vista, el buen cristiano es el que trata al más débil como un potencial delincuente y un devorador de mascotas.
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