Secciones
Servicios
Destacamos
Estoy seguro de que todos alguna vez hemos esperado una llamada que no llegaba nunca durante mucho tiempo. Permanecíamos junto al teléfono expectantes y nerviosos ... buena parte del día o muy cerca y lo mirábamos con fijeza, como si pudiéramos adivinar en qué momento comenzaría a vibrar el aparato o tuviésemos el poder de provocar la llamada con nuestra fuerza interior. Aunque la llamada no llegaba nunca, y hoy, con los móviles, es más fácil pero más inquietante. Los llevamos con nosotros hasta en el aseo, estamos seguros de que no dejaremos de oír el conocido politono. Se trata de la obsesión de la llamada que no suena, de ese fantasma del oído que nos persigue, pues a nosotros nos parece que estamos a punto siempre de escuchar su timbre, pero ni con esas.
A veces creemos que lo oímos en nuestro cerebro, porque tal vez viene con nosotros siempre y porque nos solivianta de continuo. De hecho estamos en perpetua inquietud. El primer día lo pasamos en actitud de empeño, porque más pronto que tarde sabemos que nos sonará el corazón y contestaremos con un dime dulce y condescendiente, a pesar de que nos hemos jurado no contestar a su llamada, no hacerle caso, no precipitarnos para tocar su voz y sentir su terciopelo de rosa, estamos enamorados, es cierto, necesitamos mucho ese trabajo y nos encantaría que nos publicara nuestro último poemario ese sello editorial pero eso no basta. Daríamos cualquier cosa por ese puesto en la empresa o porque nuestra última novela en la que hemos puesto nuestro empeño ganara ese codiciado premio, pero hay límites para todo y en un momento dado, tal vez al tercer día, como la llamada no llega, nos volvemos escépticos y damos marcha atrás. No merece la pena, nos decimos convencidos, habrá otras ocasiones y estaremos ahí. Las uvas estaban verdes, acaso haya sido para bien, pero en el fondo sabemos que hemos perdido la partida por esta vez, que estamos cansados de perder siempre y de que el teléfono no suene como si nos estuviera haciendo un boicoteo constante, no porque estemos gafados o no se nos valore, sino porque tenemos que persistir aún más en nuestro empeño, sea el que fuere. Aunque a veces aquella llamada que nos prometieron no llegó nunca y murió en algún recodo de la memoria, no pudimos publicar en aquella editorial de nuestro gusto, no conseguimos aquel trabajo ni tuvimos acceso a aquella mujer que terminó por olvidarnos y a la que nosotros tampoco recordamos ya.
Pero no hemos olvidado la tensión del tiempo transcurrido, las ilusiones que nos hicimos mientras tanto, las ocasiones en que nos contamos el cuento de la lechera, porque hemos intentado llegar hasta el final sin que se nos derrame su contenido, y a lo mejor sea esta la vida, en todo esto consiste su verdad, su secreto, no en alcanzar la meta, sino en proponérnoslo, procurarlo para que nuestros días no se nos escurrieran entre los dedos como el agua, pues hemos pretendido un afán, hemos peleado por él y el destino, las circunstancias y la vida nos lo han negado. Por eso sabemos con firmeza que seguiremos luchando hasta el final e incólumes al desaliento, pues un día de estos sonará el teléfono al cabo y preguntarán por nosotros.
Podemos regocijarnos en el fracaso, como si nos alimentara su dulzura podrida, en ese romanticismo de segunda clase para el que hay que nacer y que no lo hacemos nuestro, porque no nos ha tocado de verdad, pero en el fondo sabemos que no nos quedará más remedio que aguardar para otra ocasión, para cuando el azar nos tenga reservado nuestro premio. Venimos esperando desde que éramos críos y los Reyes Magos nunca nos echaban la bicicleta deseada y más tarde concentramos todo nuestro interés en aquel primer libro de cuentos que, a pesar de haber ganado un buen premio del Ministerio de Cultura y haber sido aceptado por una importante editorial catalana, tardó aún un par de años en aparecer. Porque hemos de reconocer que las cosas nos han costado siempre, pero muchas veces también ha sonado esa llamada que hemos esperado siempre.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.