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La pandemia machista de la Covid-19

Jueves, 21 de mayo 2020, 01:08

El confinamiento ha roto el trato que muchas parejas habían hecho en el mundo desarrollado: ambos podemos trabajar, porque alguien más (el Estado de Bienestar) está cuidando a nuestros hijos (educación de los niños, recuperaciones posthospitalarias, atención y cuidado de mayores, etc.), asestando un duro golpe a las más recientes conquistas feministas, devolviendo al ámbito no remunerado algunas funciones que se habían transformado en profesiones feminizadas: asistentes de ancianos, educadoras infantiles, restauradoras, limpiadoras, etc. Peor lo tienen quienes se han visto obligadas a romper el confinamiento, por ejemplo, las trabajadoras de la economía informal y las prostitutas que ahora prestan sus servicios a domicilio para evitarle riesgos al cliente, tratándolas como objetos desechables. En todo caso, la Covid-19 está poniendo en cuestión el contrato social en que se legitiman nuestras democracias occidentales (impuestos a cambio de prestaciones de servicios estatales).

Pero hay otra realidad en la que me quiero centrar, la doble pandemia que sufren las mujeres víctimas de la violencia machista. La cuarentena ha arrojado a muchas mujeres a convivir 24 horas al día con los maltratadores, dificultando que las víctimas puedan denunciar el maltrato o pedir ayuda. Mujeres amenazadas de muerte donde más seguras tendrían que estar. Entre las razones por las cuales la Covid-19 produce un aumento en los índices de violencia contra las mujeres están el confinamiento, la sobreexposición, la vulnerabilidad y el estrés asociado. Una realidad que pareciera que podría mejorar tras el inicio de la desescalada pero que, a mi juicio, se puede ver incrementada por la pandemia de desempleo y pobreza que nos atenaza. La violencia machista es una manifestación de relaciones desiguales de poder y, como tal, puede incrementarse con la vulnerabilidad económica de las mujeres, así como en función de la presencia o ausencia de los Estados en la protección de las personas más vulnerables. En Estados Incompletos del Bienestar, como el nuestro, la desigualdad y la vulnerabilidad se acrecientan en situaciones de crisis.

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha pedido que la prevención de la violencia contra las mujeres forme parte de la respuesta ante la pandemia Covid-19. En España, PP y Vox no apoyaron el decreto para proteger a las víctimas de violencia machista durante la pandemia.

Por ejemplo, aumentar las inversiones en los servicios en línea. Durante el mes de abril 8.632 llamaron al 016 (número de atención a víctimas de malos tratos por violencia de género), 3.200 más mujeres que en el mismo periodo de 2019. Las mujeres en riesgo pueden enviar un mensaje de alerta a las 'apps' de la Policía y AlertCOPS de la Guardia Civil, que activa una geolocalización que recibirán las fuerzas de seguridad. Por otro lado, el Ministerio de Igualdad ha puesto a disposición de las víctimas de violencia de género un servicio de asistencia psicológica por WhatsApp durante el periodo que dure el confinamiento.

El Estado no ha dejado de enjuiciar a los maltratadores, una visita a los juzgados de Violencia sobre la Mujer descubre un panorama de mujeres solas y con la rabia enmudecida tras las mascarillas. Lucía Avilés, magistrada y fundadora de la Asociación de Mujeres Juezas, ha afirmado que «es necesario recordar que se trata de un delito público. Las personas que ahora pueden tener conocimiento de que una mujer puede estar sufriendo violencia de género, si oyen gritos, golpes; tienen el deber cívico de denunciar».

Durante el confinamiento, el Gobierno confirmó que en situaciones de peligro no habría sanción por salir a la calle. No obstante, tal y como afirma António Guterres, habría que crear sistemas de alerta de emergencia en los nuevos e improvisados espacios de socialización como farmacias y supermercados. Las farmacias han puesto en marcha la iniciativa 'Mascarilla 19': si una mujer pronuncia esta palabra clave, el farmacéutico ya sabrá que está pidiendo auxilio por una situación de violencia de género y lo pondrá en conocimiento del 112. ¿Y quién debería encargarse de la prevención en el teletrabajo? Las empresas. ¿Y de las mujeres que trabajan en la economía sumergida? ¿Y de las amas de casa? ¿Y de las niñas desprovistas de la protección escolar?

El Gobierno de España ha declarado los centros de acogida y todos los servicios contra la violencia machista como servicios esenciales y no vendría mal un mayor apoyo a las organizaciones feministas que con su movilización han hecho posible que los focos iluminen esta zona oscura de la realidad.

Si esto es una guerra (cuestión a debatir), no podemos permitir que las mujeres víctimas de violencia de género sean 'víctimas colaterales'. Ya hay suficientes víctimas directas del virus como para –además– permitir nosotros que haya más gracias a nuestra desidia e incompetencia.

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