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¿Una pandemia económica?

Es necesario un ambicioso programa europeo de impulso fiscal que sostenga la inversión empresarial

Domingo, 15 de marzo 2020, 09:38

El pasado jueves se hundieron sin remisión las Bolsas de todo el mundo. El principal índice de referencia de la Bolsa española –el Ibex 35– sufrió la mayor caída de su historia. Convulsiones de esta magnitud en los mercados financieros obedecen a unas expectativas muy lúgubres sobre el futuro, oportunismo especulativo aparte. Los agentes bursátiles descuentan con su reacción un escenario de suma debilidad de la actividad económica, impulsados en mi opinión por la percepción de que la pandemia del Covid-19 avanza sin control, como si de un efecto 'dominó' se tratase.

Toda epidemia ocasiona unos efectos económicos traumáticos o 'shocks', que se transmiten por canales de oferta (producción y empleo) y demanda (consumo, inversión, comercio exterior), pero cuyo calado depende de cuatro factores, interrelacionados entre sí: a) la duración, intensidad y generalización de la epidemia; b) la prontitud y eficacia de las medidas de contención adoptadas; c) la reacción de pánico que desate aquella en el sector privado; d) el alcance de las políticas económicas implementadas para mitigar su impacto negativo.

Por el lado de la oferta, la incidencia de la epidemia en China ya ha ocasionado interrupciones en la producción de aquel país (en el sector de la automoción, por ejemplo), así como en el resto del mundo, por el cortocircuito de los canales de suministros (China es el principal fabricante mundial de componentes electrónicos, entre otros importantes bienes intermedios). Este estrangulamiento de la producción deriva en origen de la disminución de las horas trabajadas, consecuencia tanto de los fallecimientos como del absentismo laboral, ya sea directo (bajas por estar infectados), como indirecto (necesidad de cuidar de los niños a consecuencia del cierre de colegios, restricción de movimientos en casos de confinamiento y autoaislamiento a modo de absentismo 'profiláctico', para evitar ser contagiado). Estos problemas se irán generalizando a las economías más afectadas por la propagación del coronavirus, España incluida. Asimismo, el cierre de comercios y servicios, así como la imposición de restricciones a los viajeros, como medidas de mitigación de la pandemia, también repercuten negativamente sobre la oferta.

Es necesario un ambicioso programa europeo de impulso fiscal que sostenga la inversión empresarial

Más graves si cabe son los efectos sobre la demanda, vía disminución del consumo directo (población infectada) y, sobre todo, del indirecto (a consecuencia del cierre forzoso de zonas de ocio y del descenso del consumo social para evitar el contagio). La caída de la demanda afecta en particular a sectores como el turismo, transporte y servicios relacionados (restauración, hostelería, etc.). La inversión empresarial, por su parte, se estanca por la falta de incentivos (por la propia debilidad de la demanda) y la incertidumbre acerca de la evolución de los acontecimientos en el corto plazo. Esta mayor incertidumbre se está reflejando ya, de hecho, en el incremento de la prima de riesgo de la deuda española.

Resulta extremadamente difícil efectuar previsiones económicas en un contexto tan cambiante como el actual, más aún si son a escala autonómica. Lo que parece claro es que el problema ya no es solo el deterioro del comercio exterior con China (noveno destino de nuestras exportaciones y quinto origen de nuestras importaciones), ni el retroceso en el flujo de turistas de ese país (muy importante para España), sino la contracción de la demanda nacional propia y de muchos países europeos (nuestros principales socios comerciales), unido a los problemas de liquidez que conllevará al tejido empresarial afrontar un periodo indeterminado de cierre.

La OCDE publicó el pasado 2 de marzo un informe en el que se presentaban previsiones del impacto que la pandemia tendrá sobre el crecimiento económico mundial. De acuerdo al escenario más pesimista, el producto interior bruto (PIB) retrocedería 1,5 puntos porcentuales, reduciendo el crecimiento de la economía mundial a tan sólo el 1,4%. Otras estimaciones, llegan a cifrar el descenso del PIB de la zona Euro entre 2,1 y 8,4 puntos porcentuales con respecto al crecimiento previamente previsto. Estas cifras prevén la entrada en recesión de muchas economías avanzadas.

Al igual que la adopción de medidas drásticas de contención de la pandemia en el presente puede verse como una inversión que evite mayores costes futuros, la reactivación económica no puede fiarse a una política monetaria ya muy acomodaticia, con tipos de interés muy bajos. Es necesario un ambicioso programa europeo de impulso fiscal que sostenga la inversión empresarial, financie los costes indirectos asociados a las medidas de salud pública adoptadas y los costes adicionales derivados de la mejora de las infraestructuras hospitalarias (camas en unidades de cuidados intensivos), adquisición de equipamiento y contratación de personal sanitario extra.

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