Palabras que hablan de sí mismas
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De lo que hablamos o escribimos, sus sonidos y estructura o el sistema que lo integra no solo tratan la lingüística, la gramática, la ortografía o la fonologíaNumerosas expresiones espontáneas y otras tantas frases hechas de la lengua cumplen la función de reflejar alguna de sus particularidades. De lo que hablamos o ... escribimos, sus sonidos y estructura o el sistema que lo integra no solo tratan la lingüística, la gramática, la ortografía o la fonología, sino que las diferentes formas del habla cuajadas en el tiempo contienen alusiones gramaticales o lingüísticas, expresadas de manera llana e informal. Igualmente, no pocos refranes se refieren al habla, aunque no siempre la moraleja que pretenden transmitir siga vigente. Y así, cuando se quiere aclarar una idea sin que nada quede al albur de las interpretaciones torcidas, se ponen 'los puntos sobre las íes', recordatorio de que esta letra no está completa sin el breve signo que la corona.
El conjunto de caracteres escritos podría haberse llamado 'letrario' o 'signario'. Sin embargo, se recurrió a sus tres primeras letras, 'abecedario', o, de manera más culta, a las dos primeras de la prestigiosa lengua griega, 'alfabeto', tanto que, para señalar la carencia de saberes, se recurre a esta palabra, precedida del prefijo privativo 'an': 'analfabeto'. Si apremiamos a ejecutar rápidamente una acción, añadimos 'arreando, que es gerundio', subrayando, además, la evidencia de que la forma verbal está en gerundio. Un asunto, una discusión, un razonamiento oral se cierran con el modismo '¡y punto!', igual que todo punto gráfico (punto y aparte, seguido, final) cierra parcial o totalmente una oración, una cláusula o un escrito. Últimamente, el mensaje se intensifica con el vulgarismo 'punto pelota', que utiliza invariablemente la popular contertulia de un programa de casquería televisiva.
La ignorancia extrema se pondera con 'no saber hacer la o con un canuto'. En tiempo de poderosas tecnologías, quizá convenga recordar que 'canuto', antes de designar casi exclusivamente el cigarro de marihuana, tenía la honrosa finalidad de definir la parte hueca de la caña entre dos nudos, que, presionada contra la tierra, dibuja fielmente una 'o'.
La instrucción precaria se señala con 'ser persona de pocas letras'. Hace pocos años, Manolo Escobar entonaba con énfasis la popular frase: «Yo soy un hombre del campo / no entiendo ni sé de letras / pero soy de una opinión / que el que me busca me encuentra». En una España cutre, atrasada política y socialmente, humillada en sus derechos ciudadanos, aquel mensaje, que frente al saber oponía la orgullosa ignorancia y la bravuconería del matasiete de taberna, esta canción hacía furor entre las capas iletradas, aunque no pocos intelectuales con pedigrí gustaban de tales exabruptos por considerar que todo lo que viene del pueblo es sagrado y, por tanto, digno de respeto.
Cualquier recorrido, real o figurado, se considera completo si se añade 'de la 'a' a la 'zeta'. Recorrer el abecedario, metáfora del mundo o de la propia vida, yendo de la letra inicial hasta la última, sugiere la idea de totalidad, pues se estima que la combinación multiplicada de sus letras puede expresar completamente el universo. Se usó en el ámbito sagrado para enunciar la idea de Dios, aunque la iconografía cristiana suele formularlo en su equivalente griego, el alfa y la omega, para indicar que Dios es principio y fin de todas las cosas.
El curioso mundo de los dichos populares abunda en frases referidas al habla o la escritura. Con 'Lo dijo Blas, punto redondo' se finaliza una discusión en que disentimos del contrario. La frase utiliza una redundancia para intensificar el mensaje, pues, por definición, los puntos son redondos, o eso al menos percibimos. Un refrán de antaño aconsejaba que, en el aprendizaje, 'la letra con sangre entra'. Tiempos en que se consideraba que, para una pedagogía efectiva, que hoy nos horroriza, los educandos, especialmente los niños, debían asimilar los beneficios del saber con golpes y castigos.
'Ponemos el acento' en algo cuando queremos destacar su importancia. 'Dios escribe derecho con renglones torcidos' dicen quienes confían en la divinidad, aunque no comprendan sus designios. Hablar, por lo general sosegadamente, se resume en 'echar una parrafada'. Lo inmediato en el tiempo es 'a renglón seguido', la ignorancia supina se expresa con 'no entender ni jota' y nada vale lo escrito ni cualquier proyecto humano si se convierte en 'papel mojado'.
Y, en fin, 'escrito de puño y letra' subraya la autenticidad de un mensaje, al tiempo que recuerda la forma de escribir tradicional, en la que se usan índice y pulgar para sostener la pluma, lápiz o bolígrafo, y el dedo corazón para apoyarlos, lo que requiere el puño cerrado. Costumbre que vamos abandonando por la de la mano semiabierta y los pulgares activos que reclama la escritura en los teclados de los móviles. Una revolución como la de pasar de la pluma de ave y el tintero al uso del lápiz.
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