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El Rey Pájaro

VERITAS VINCIT ·

Va a caer, está muerto políticamente y él lo sabe, aunque se resiste a cortarse la coleta

Lunes, 27 de julio 2020, 07:51

Navidad del año del Señor de 1480. Santiago Fernández de Pineda y Juan Martínez, visitadores de la Orden de Santiago, llegan a la ciudad fronteriza de Caravaca, encomienda de la citada congregación, para informar, a petición de los concejos de esta población y de Cehegín, sobre la conveniencia del juego del Rey Pájaro que se celebra cada Navidad en ambas villas con grandes agravios para los vecinos quienes, coincidiendo con el día del Nacimiento de Nuestro Señor, se ven abordados en las calles por cuadrillas compuestas por gente de la peor clase, bajo las órdenes del Rey Pájaro disfrazado de tal guisa, que los insultan, humillan y exigen un dinero para terminar el asedio. Hay noticias de que este juego, la mayoría de las veces, provocaba serios enfrentamientos e, incluso, alguna muerte.

Tras el informe de los visitadores, que podemos conocer por carta conservada en el Archivo Nacional, la Orden de Santiago ordena a los concejos de su encomienda, que comprendía además las aldeas adyacentes, prohibir el citado juego bajo pena de multa de diez mil maravedíes.

¿Quién cree mi querido lector que, seis siglos después, podría ser el heredero del título de Rey Pájaro? Bingo, marinera y caña de cerveza por haber dado en el blanco. El chulesco personaje, don Iglesias, el asaltador de los cielos, el protector de las señoras, el azote de la monarquía, el blanqueador de independentistas y filoetarras, el coco de empresas y empresarios, el guillotinador de periódicos y periodistas, el inspector de cloacas, el amigo y mentor de los peores dictadores, es el Rey Pájaro del siglo XXI. Formó hace unos años cuadrillas de gente vociferante y malcarada, individuos e individuas que se dedicaron a insultar, amenazar, incluso agredir, a simples vecinos por el solo hecho de simpatizar con otros partidos, asistir a la iglesia católica, defender ideas opuestas a las suyas, publicar noticias que no beneficiaban al Pájaro y su nidada.

Ni una sola de sus populistas reivindicaciones –acabar con la casta y las puertas giratorias, terminar con los enchufes para 'amiguites', que ningún político cobrase por su gestión más de tres veces el salario mínimo, y tantas otras con las que encandiló a algunos–, ha sido cumplida por el político, antes bien todas las ha puesto en marcha para su provecho. Ahora todos los palos de su endeble sombraje se han venido abajo, han bastado unas pocas elecciones, que el pueblo soberano recupere la voz, para poner al Rey Pájaro en el sitio que le corresponde: el excusado de su chalet de Galapagar, lamiéndose las heridas que le han dejado las urnas, culpando a todos los demás, noqueado y valupeado: lo vemos ahora lanzando una y otra vez sus puños al aire sin lograr alcanzar al adversario mientras las piernas se tambalean y el cuerpo le pide lona.

El Rey Pájaro va a caer, está muerto políticamente y él lo sabe, aunque se resiste a cortarse la coleta. Llama a don Sánchez agobiado pidiendo ayuda y el taimado presidente decide no abandonarlo por ahora porque mientras lo tenga cerca y desarmado le sirve como conejito pim pam pum. Echenique, su fiel escudero, está ya meditando hacia qué rumbo orientar su silla porque es sabido que las ratas abandonan un barco cuando se va a hundir.

Qué dura va a ser para él la caída, sus húmedos sueños de tarjetas eróticas han sido sustituidos por negras imágenes de barrotes y cadenas, donde será el llanto y el crujir de dientes, porque, aunque muchos desconfíen, yo sigo creyendo en los justos jueces y digo con Quevedo que donde no hay justicia es peligroso tener razón ya que los imbéciles son mayoría.

España no es una encomienda de la Orden de Santiago, ni tampoco de Europa, pero ahora, si queremos sobrevivir, necesitamos los euros de esos calvinistas, y cualquiera que piense que nos los van a dar sabiendo quiénes son estos manirrotos sanchistas y podemitas se equivocan de pleno. Los espíritus de aquellos visitadores, Santiago Fernández de Pineda y Juan Martínez, están ahora reencarnados en algunos dirigentes europeos que no quieren que el Rey Pájaro siga con su diabólico, estéril e infamante juego. Será desprovisto de todos los galones del mando, condenado al exilio y, ni siquiera, podrá usar el título de marqués de Galapagar que el pueblo le otorgó. O 'tempora o mores'. Qué malos tiempos, qué perversas costumbres.

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