Secciones
Servicios
Destacamos
Hubo un tiempo en el que el famoso 'vuelva usted mañana' en los tratos con la Administración nos parecía un fastidio. Ahora, teniendo en cuenta ... las demoras que se sufren, este aplazamiento de un día sonaría a bendición. Resulta ciertamente paradójico que, cuando deberíamos disfrutar de la llamada administración electrónica, abierta las 24 horas y con respuestas instantáneas, resulte que haya numerosas gestiones que se eternicen.
No se trata, ciertamente, de un problema técnico, ni probablemente de recursos. En algunos países, todas las gestiones se realizan rápida y eficientemente en internet. Y en el nuestro, algunas ventanillas son extremadamente eficientes, véase el caso de Hacienda, que se encarga de escudriñar hasta el último euro con gran fruición y en el que los requerimientos y las alegaciones van como la seda. También resulta sencillo el pago de multas, lo que da a entender que los gobiernos se han preocupado del buen funcionamiento de aquellos trámites que significan el cobro a los ciudadanos. Pero, en muchos otros asuntos, la desesperación e impotencia suelen ser la norma. Es muy probable que cada uno de ustedes tenga sus casos abiertos y esperen que dios les dé buena salud para poder ver el día que sean atendidos.
En mi caso, yo llevo casi una decena de años intentando tener una tarjeta sanitaria. Aún no lo he conseguido, con un rosario de instancias y recibiendo chistosas excusas como que había escasez de plástico. Por cierto, es ciertamente un despropósito que no haya habido ningún gobierno de cualquier color capaz de preparar una tarjeta sanitaria única para toda España. Yo, una vez llegado a Hellín, ya no puedo retirar las medicinas con mi receta electrónica. No están en el sistema, suelen decir. Algún farmacéutico bienintencionado me pide la tarjeta sanitaria para ver si con ella puede resolver el tema, pero tengo que excusarme diciéndole que no la tengo. Lo cierto es que me he acostumbrado a retirar mis recetas aquí, y bandearme sin la susodicha tarjeta.
Bastante peor fue el caso de un conocido con el que me topé por la calle en uno de los días tórridos de la semana pasada. Una vez resguardados en un local refrigerado con un café con hielo, tras breves reseñas a su salud, no muy boyante, me empezó a contar una historia que le había ocurrido y que yo desconocía. Resulta que hace ya muchos años compró un motocicleta de alta cilindrada y gran empaque, que pagó por adelantado, pero que nunca llegó a tener. Son cosas que al parecer ocurren con cierta frecuencia. Hombre confiado, esperó pacientemente a que le entregaran la moto en algún momento. Cuando se le agotó la paciencia, denunció al vendedor por estafa, pero tras años de espera y gastos añadidos, la acción de la justicia en un caso bastante flagrante parece que no llegará. Si los delincuentes cuentan con que los casos no se verán en décadas, parece evidente que los ciudadanos estamos completamente indefensos. El mismo señor de la moto desaparecida, que ya parecía conformado con su suerte en ese asunto, me contó el caso de su hija mayor. Un individuo llevaba años acosándola de mil maneras, haciéndole literalmente la vida imposible. Tras denuncias, juicios pospuestos, recursos y, de nuevo, gastos sustanciales, la situación continuaba empantanada y la joven, amedrentada, ha decidido mudarse a otro país.
¿Cuál es la razón de la insoportable ineficiencia de ciertas administraciones? Se arguye a veces la falta de personal. Pero lo cierto es que el número de funcionarios sigue creciendo. En 2022, la cifra era de 2,7 millones, la más alta registrada. El problema debe ser más profundo por la podredumbre de ciertos sistemas públicos de gestión de personal. Volviendo a mi experiencia, recuerdo una oficina a la que acudía para resolver muchas gestiones y que funcionaba como un reloj. Una única funcionaria llevaba todo el negociado. Al cabo de unos años, había crecido hasta contar al menos con 10 personas más. Tristemente, entonces las gestiones se empezaron a ralentizar. Mi añoranza de aquella eficiente funcionaria era una clara muestra de que más personal no sirve para garantizar una mejor atención.
Reconociéndoles que no me he leído los programas electorales de los partidos en liza en las elecciones del próximo domingo en lo tocante a la administración pública, mucho me temo que, sea cual sea el resultado, los ciudadanos seguiremos sufriendo demoras y abusos en nuestra relación con las administraciones, salvo, claro está, cuando se nos recaude. Para eso, es cierto que no nos hacen volver en 2033.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.