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Aprincipios de este año, dediqué este espacio a la polarización. Quise hacer una comparación entre el fenómeno de la polarización de la luz y la ... polarización social. Lo cierto es que, desde entonces, me parece que la polarización sigue en aumento, tanto en España como en el resto del mundo. Y como me resulta desasosegante, he querido darle otra vuelta al asunto, ahora comparando con un tipo de polarización llamada circular.
La primera acepción de la palabra 'polarizar' en el diccionario se refiere a la luz: restringir las vibraciones de una onda transversal en una dirección específica. En el caso particular de la polarización circular, la dirección de oscilación del campo eléctrico gira en espiral mientras la onda avanza. En lugar de vibrar en una sola dirección, como en el caso de la polarización lineal, el campo eléctrico describe un círculo cuando se mira la onda de frente. De ahí el nombre de circular. La luz puede girar hacia la derecha o hacia la izquierda, lo que se conoce como polarización circular dextrógira y levógira.
Puede parecer un fenómeno curioso, porque en lugar de dividirse y mantenerse en direcciones opuestas, la luz polarizada circular se empeña en bailar en un ciclo sin fin, en girar y girar mientras sigue avanzando. Sin embargo, la polarización en el ámbito social y político se parece más a la polarización lineal. Es decir, uno escoge un lado, se afilia a una ideología, a un equipo, o hasta un tipo de bebida. Los miembros de cada grupo intentan seguir una dirección única, convencidos de que su camino es el correcto. Pero, como suele pasar, tanto en el mundo de la física, como en el de la política o de la vida, las cosas nunca son tan sencillas.
Cuando un grupo insiste en llevar su 'dirección preestablecida' demasiado lejos, suele ocurrir algo extraño, empiezan a girar. En lugar de avanzar hacia adelante, todo se vuelve cíclico, con un permanente retorno. Cada giro refuerza las ideas del grupo y aleja aún más a quienes piensan diferente. Es como si se decidiera seguir esa espiral, hasta que ya no pueden verse de frente, ni ponerse de acuerdo. Lo paradójico, es que este ciclo termina por envolvernos a todos.
En la luz, la polarización circular es simplemente una propiedad que se puede observar. Pero en la sociedad, la polarización tiene consecuencias más inquietantes y peligrosas. Un grupo que gira y gira en torno a su propia verdad deja de entender a los demás. La polarización impide cualquier intercambio de ideas. Se construyen muros y el diálogo se convierte en algo temido, en una amenaza, cuando está demostrado que el avance sólo se produce con el encuentro. Quizá la ironía es que, al final, todos los que están polarizados, a izquierda y derecha, terminan atrapados en la misma danza circular. Los argumentos se reciclan, los insultos se repiten, y cada lado se convence de que el otro es la causa de todos los males.
Los fenómenos extremos terminan volviéndose en contra de quienes los practican. Es su naturaleza circular, se comportan como un bumerán que se vuelve contra el que lo había lanzado. Cuando la sociedad está tan polarizada que el 'nosotros contra ellos' se convierte en la única visión, el diálogo se rompe y la cohesión social se pierde. Todo aquello que unía se desvanece, y lo que queda es fragmentación y caos que afecta a toda la sociedad en su conjunto.
¿Qué podemos aprender de la luz polarizada? Quizá lo principal sea que, a diferencia de nosotros, la luz no parece tomarse a sí misma tan en serio. La polarización circular existe en el mundo físico sin pretensiones ni resentimientos, simplemente porque es una propiedad más de las ondas electromagnéticas. Nosotros, sin embargo, pareciera que insistimos en perpetuar este giro sin final en nuestras sociedades, repitiendo horrores anteriores. Y lo hacemos en nombre de principios o ideas que solo son una excusa para no cambiar de perspectiva.
La próxima vez que vea una discusión acalorada, una trifulca política o una pelea en las redes sociales, recuerde que todo esto se parece mucho a la luz polarizada circular: un baile de giros infinitos que termina por enredarnos. Al final, todos vamos en el mismo pequeño barco que es nuestro mundo, y a veces se llena de agua que nos arrolla, sin distingos de la dirección de polarización que lleváramos. Me gustaría imaginar un mundo en el que dominara lo que llamamos luz natural y no la luz polarizada.
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