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Llevo varias décadas enseñando polarización a los alumnos de física. Me refiero a la polarización de la luz, por supuesto. Esta sigue siendo la primera ... acepción de la palabra 'polarizar' en el diccionario: restringir las vibraciones de una onda transversal, como la luz, en una dirección específica. Además de su interés para entender la naturaleza de la luz, la polarización tiene una variedad de aplicaciones prácticas. Una de las más conocidas son las gafas polarizadas, que se utilizan para reducir los reflejos molestos en actividades como la conducción o el esquí. La gafa incorpora un polarizador que elimina la luz reflejada en superficies como la carretera o la nieve, dejando pasar la luz directa. El uso popular de los polarizadores tiene su origen en el invento de Edwin Land, el fundador de la compañía Polaroid. Creó unos polarizadores con láminas de plástico livianas y baratas conocidas como polaroides. Land, que también descubrió la fotografía instantánea, destacó como uno de los emprendedores más reconocidos del siglo XX.
Últimamente la palabra 'polarización' ha adquirido un sentido alejado de sus raíces científicas y se asocia más con los enfrentamientos irreconciliables. Reflexionando sobre esta evolución, he considerado la conexión entre ambos significados. Si tomamos, de manera simplista, las polarizaciones lineales de la luz, vertical y horizontal, como ejemplos de antagonismo, encontramos un paralelismo con las divisiones sociopolíticas actuales. Sin embargo, en la luz existen estados de polarización elíptica que representan un continuo de situaciones intermedias, de la misma forma que en la sociedad hay matices y perspectivas diversas que no encajan en una división binaria.
La tendencia hacia la polarización extrema en lo político y cultural ha avanzado, o al menos así lo percibimos. Este fenómeno global, del que España no ha sido una excepción, parece apelar a la simplicidad de clasificar todo en categorías opuestas y excluyentes. Para aquellos de nosotros que siempre hemos apreciado los matices de grises y solemos vivir con más dudas que certezas, esta situación resulta a la vez anómala e irritante. En la sociedad actual, parece que todo deba ser blanco o negro. Esta simplificación suele convenir tanto a quien explica como a quien recibe la información. De forma similar, en el ámbito de la luz polarizada, es más sencillo explicar las polarizaciones lineales que las elípticas. En la vida cotidiana, polarizar significa reducir las opciones y agrupar a las personas de manera más sencilla, pero obviamente más burda.
Muchos se sienten cómodos con esta asignación simplista de identidades y creencias. En política, por ejemplo, se habla de derechas o izquierdas, pero para hacerlo más extremo, estas posiciones a menudo se etiquetan como comunistas y fascistas. En los debates territoriales, se contraponen los de dentro contra los de fuera, creando una división de nosotros contra ellos. Parecen dos bloques excluyentes los que apoyan a Israel o a Palestina en el terrible e interminable conflicto. Los que creen en el cambio climático frente a los escépticos, o los que se vacunan frente a los que las rechazan por teorías conspirativas, como la creencia en supuestos microchips implantados. Curiosamente, dentro de estas polarizaciones se dan situaciones en las que se encuentran extraños compañeros de cama ideológicos.
Lo preocupante, y quizás lo buscado por algunos, de esta polarización social es que el entendimiento y diálogo entre los grupos se vuelve imposible. En estos escenarios, los participantes se convierten en convencidos inamovibles que rechazan cualquier perspectiva alternativa. Si seguimos la analogía con la luz, esto es como tener dos polarizadores cruzados que no permiten el paso de la luz, resultando en la oscuridad total. Sin la búsqueda de puntos en común, la convivencia se hace difícil y es casi imposible entender los problemas para buscarles soluciones.
Una pregunta crucial en este contexto es: ¿por qué se aviva la polarización y los extremismos? ¿A quién beneficia esta dinámica? ¿Por qué las sociedades se dejan arrastrar por estas corrientes? Personalmente, no tengo respuestas, sólo sé que aborrezco la forma en que se descartan ideas o sugerencias al clasificarlas. Por ejemplo, si a alguien se le ocurre sugerir que mantener la energía nuclear puede ser útil en la reducción de emisiones, es descartado por derechista. La polarización evita la confrontación de ideas que es fundamental para el avance crítico y el progreso. En su forma extrema, no solo limita el espectro de posibilidades y opiniones, sino que también estanca el desarrollo de soluciones efectivas. El progreso se logra a través del entendimiento, la colaboración y el respeto por las diferentes perspectivas. Mi sugerencia es que dejemos la polarización a la luz.
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