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La semana pasada acudí a dar una conferencia a Lorca, adonde había sido amablemente invitado. Al terminar, mis anfitriones bromearon sobre mi buen aspecto, a ... pesar de llevar muerto casi un año. Lo cierto es que me llevó un rato entender de qué me estaban hablando, hasta que me mostraron en un teléfono móvil mi perfil en la Wikipedia. Ante mi asombro, allí se leía que yo había «muerto» en Kiev el 24 de mayo de 2023. Además de este sombrío detalle, también me recordaban como un experto, no en física ni óptica, sino en «plastilina y tecnologías de arcilla».
Tras las bromas normales, espero que más por mi supuesta especialización en juegos infantiles que por mi deceso, me quedé con la inquietud de lo que esto suponía. Por supuesto, no por mi caso en concreto, sino por la aparente facilidad con la que se manipulan y difunden informaciones falsas en internet, y cómo estas pueden ser utilizadas de forma tendenciosa. La Wikipedia siempre me había parecido un instrumento interesante y millones de personas la utilizan pensando que tiene una reputación de verosimilitud. De acuerdo con su propia definición se trata de «una enciclopedia libre, políglota y editada de manera colaborativa. Es administrada por la Fundación Wikimedia, una organización sin ánimo de lucro cuya financiación está basada en donaciones. Sus más de 62 millones de artículos en 334 idiomas han sido redactados en conjunto por voluntarios de todo el mundo, lo que suma más de 3.000 millones de ediciones, y permite que cualquier persona pueda sumarse al proyecto para editarlos, a menos que la página se encuentre protegida contra vandalismos para evitar problemas o disputas».
Desde el año 2016, cuando alguien creó mis perfiles en español y en inglés, ha habido un buen número de contribuciones constructivas y correctas, añadiendo y corrigiendo paulatinamente detalles de mi biografía. Pero también en varias ocasiones se han introducido textos ofensivos y erróneos, terminando con mi supuesta muerte de la semana pasada. En general, estas ediciones manipuladas por bromistas o malintencionados se van corrigiendo, pero es posible que queden durante un tiempo al aire informaciones que van de lo falso a lo insultante o lo fantasioso.
La comparación con la antigua idea de que lo que se encontraba impreso en una enciclopedia era ley y verdad, queda hoy ciertamente desfasada. Por ello, deberíamos enseñar a los estudiantes a saber manejarse en esta era que ha pasado a ser de la desinformación. Porque, si hay algo que internet ha demostrado, es que no hay límite para la creatividad cuando se trata de inventar historias falsas y difundir rumores ridículos. Son frecuentes las noticias conmovedoras de que alguna celebridad ha fallecido, para descubrir pronto que está vivita y coleando. Uno de los clásicos, con giro conspiratorio, es el caso de Paul McCartney. Se dice que el famoso cantante de los Beatles en realidad está muerto. Según ciertos 'expertos' murió en 1966 y fue reemplazado desde entonces por un doble. Las pruebas de esta teoría son, por supuesto, irrefutables: mensajes secretos en las letras de las canciones, pistas ocultas en las portadas de los discos y, evidentemente, la falta de sentido común en quienes difunden y aceptan estas teorías. Porque, claro, es mucho más probable que toda una industria musical participe en una elaborada farsa en lugar de que un cantante simplemente continúe con su vida.
Aunque matar de esta manera debe tener su morbo, puede dar más juego difundir rumores sobre la salud. ¿Qué sería de internet sin las afirmaciones infundadas sobre enfermedades terminales de personajes públicos? Un día se dice que tal actriz, tan joven y guapa, tiene una enfermedad terminal. Y cuántos son los miembros de las realezas afectados por todo tipo de enfermedades incurables, que normalmente siguen con sus reales vidas. La consigna parece ser que no se necesita la verdad cuando el dramatismo vende mucho más.
La desinformación en internet es una fuente inagotable de entretenimiento, pero que suele llevar a la frustración. Imagino el gesto torcido de alguno que ya me daba por inventariado al conocer que aún no había llegado el momento. Para evitarles malos ratos futuros de desencanto, la próxima vez que lean que tal cantante ha sido abducido por reptiles o que aquel político ha decidido abrir una panadería gourmet en el Tíbet, no lo tomen demasiado en serio. Porque, en el mundo de internet, la verdad es solo una opción más entre muchas posibilidades. No descarto que el 'mátame mucho' puede llegar a ser incluso divertido, siempre y cuando no sea la última vez.
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