El orgullo LGTBIQ+ y las elecciones andaluzas
MAPAS SIN MUNDO ·
La única dimensión paradigmática digna que tendría la victoria de Moreno Bonilla pasaría por su negativa tajante a gobernar con VoxSecciones
Servicios
Destacamos
MAPAS SIN MUNDO ·
La única dimensión paradigmática digna que tendría la victoria de Moreno Bonilla pasaría por su negativa tajante a gobernar con VoxEl destino ha querido que el mismo fin de semana coincidan la celebración del Día LGTBIQ+ en la ciudad de Murcia y las elecciones a ... la Junta de Andalucía. Y el lector se preguntará: ¿qué conexión existe entre ambos hechos? Afirmar que todo está vinculado en la realidad no deja de ser una vaguedad que nada aclara. Pero, cuando se apura un poco más el análisis de los acontecimientos que marcan nuestra época, el nexo de unión que determina el espíritu de ambas convocatorias emerge de forma rápida: la amenaza de la ultraderecha.
Comencemos por Murcia. Por primera vez, el Ayuntamiento de la capital de la Región se ha implicado de manera directa y determinante en la organización de los actos que integran el Día del Orgullo LGTBIQ+. Además de la celebración de diversos talleres y conferencias, la intervención institucional ha tenido una importante dimensión simbólica: izado de la bandera arcoíris –la cual ondeará permanentemente en el Jardín Chino–, un banco multicolor en el mismo lugar y la participación del alcalde en el desfile de ayer sábado. No faltarán los que digan que todo esto no dejan de ser gestos fáciles, al alcance de cualquiera. A lo que hay que contestar: si es así, ¿por qué no se hizo antes? Nos encontramos en un periodo crucial en la historia de la democracia caracterizado por la 'disputa de símbolos'. La presión ejercida, en toda España, por la ultraderecha y la facción del PP más afín a ella para retirar la bandera arcoíris de los edificios institucionales no es una cuestión baladí. El inflacionismo simbólico que Vox ha imprimido a sus políticas ha llevado gran parte de la lucha por los derechos elementales al tablero de lo simbólico. Izar la bandera LGTBIQ+ en uno de los espacios emblemáticos de la ciudad de Murcia para que, además, ondee durante todo el año no es un gesto nada nimio; constituye, por el contrario, una contribución significativa a la definición del espacio público como alternativa al simbolismo restrictivo y violento defendido por Vox. Que una institución como el Ayuntamiento de Murcia promueva la intervención de la ciudad por medio de la simbología LGTBIQ+ supone, a día de hoy, un acto de altísimo y loable compromiso político por la diversidad.
La cuestión, empero, es qué sucederá si, después de las próximas elecciones municipales, Vox entra en el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Murcia. Que no le quepa duda a nadie: una de las primeras medidas cuyo cumplimiento forzarían sería la retirada de toda la simbología concerniente a la diversidad sexual y de género. Y es aquí donde entra en juego la variable andaluza. Hace unos días, la candidata por Vox a la Junta de Andalucía, Macarena Olona, ofreció un mitin en Marbella acompañada por la neofascista Giorgia Meloni. Aquellos defensores del rigor histórico que ponen el grito en el cielo cuando se acusa a Vox de ser una corriente neofascista se habrán quedado sin argumentos ante la aparición estelar de la lideresa de Fratelli d'Italia. Este partido –en pleno auge entre los italianos– es heredero del neofascista MSI (Movimiento Sociale Italiano), creado, en 1946, por los seguidores de Mussolini. Pues bien, en un momento de éxtasis del mitin de Marbella, Meloni levantó al enfervorecido auditorio de sus asientos cuando afirmó con voz enfática y aterradora: «Sí a la familia natural, no a los lobbies LGTBI; sí a la identidad sexual, no a la ideología de género». El propio Santiago Abascal –sentado entre el público– reaccionaba a estas incendiarias proclamas con una sonrisa de complicidad que deja muy claras las cosas: cuando escuchéis o leáis que Vox es un partido LGTBIQfóbico, xenófobo y supremacista, pensad que tienen razón y que el peligro es real e inminente.
Tras este subidón de fanatismo ideológico, Olona fue al debate de Canal Sur y se lo dijo muy claro a Moreno Bonilla: si el PP quiere gobernar en Andalucía y necesita un solo escaño de Vox, o entra en el Gobierno o no habrá Gobierno. Y, salvo sorpresa de última hora, esta noche Moreno Bonilla necesitará de Vox para continuar en San Telmo. Desde Génova, la probable victoria de Moreno Bonilla se mostrará como un paradigma para el resto de barones del PP. Pero seamos claros: la única dimensión paradigmática digna que tendría la victoria de Moreno Bonilla pasaría por su negativa tajante a gobernar con Vox y aislar, de esta manera, a la ultraderecha.
¿Pecamos de ingenuidad al pensar en esta posibilidad? Probablemente. Si, como es previsible, el PP pacta con Vox para formar gobierno, el modelo se replicará en todas las comunidades autónomas –incluida la de Murcia–. Y, de un modo u otro, las políticas LGTBIQfóbicas representadas por la ultraderecha impregnarán nuestro día a día, y el espacio público se convertirá en un contexto normativo y asfixiante. No me gusta ser agorero, pero no sé por cuánto tiempo disfrutaremos de la libertad de que los símbolos de la diversidad se exhiban en nuestras plazas y calles. La clave está en la integridad de esta nueva hornada de líderes del PP que, con tal de pisar moqueta, están dispuestos a traicionar los principios de su partido y –lo que es todavía peor– los de la democracia. El fin no justifica los medios, máxime cuando, en el presente contexto, los medios empleados pasan por desgarradoras políticas del odio.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Pillado en la A-1 drogado, con un arma y con más de 39.000 euros
El Norte de Castilla
Premios a las mejores campañas publicitarias de España
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.