Los once mil
VERITAS VINCIT ·
Combatiendo como un 'gentleman', Núñez Feijóo no va a conseguir medalla. Debe reservar los buenos modales para enfrentarse a los buenos demócratasSecciones
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VERITAS VINCIT ·
Combatiendo como un 'gentleman', Núñez Feijóo no va a conseguir medalla. Debe reservar los buenos modales para enfrentarse a los buenos demócratasCuatro mecanógrafas y una secretaria no dan abasto para contestar las miles de cartas perfumadas que sus admiradoras envían al donjuán Pedro Valdivia quien, poseedor ... de unos archivos que recogen sus 36.857 conquistas y harto de besar damas, se encuentra con Vivola Adamant, harta de besar galanes durante sus 37.329 amoríos. Enrique Jardier Poncela nos deleita con las aventuras de estos dos singulares personajes en una de sus mejores novelas tan absurda como amena y cuyo enigmático título, 'Pero... ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?', además de provocar asombro y un punto de escándalo en los tiempos franquistas me da pie para este artículo.
Pido venia a nuestro admirado dramaturgo y maestro del humor español para lanzar a los cuatro vientos una pregunta que también podría ser un ruego: ¿Pero no hay once mil socialistas de los de siempre, de los artífices al cincuenta por ciento de la brillante Transición, quienes, conscientes de la manera en la que el marxista don Sánchez está llevando a España y a su partido a la ruina, hagan oír sus voces en demanda de acabar con esta locura? El maestro Jardier Poncela ha debido contagiarme parte de la forma absurda de enfocar los problemas; no importa, planteada queda la cuestión.
¿Recuerdan los once mil cuando Felipe González renunció al marxismo como ideario de su partido y se declaró furibundo socialdemócrata? Esa decisión de abandonar la radicalidad le abrió las puertas de La Moncloa con un éxito arrollador. Los liberales podemos no estar de acuerdo en políticas impositivas o de gasto público del gusto de los socialdemócratas, pero durante la larga gobernanza felipista nadie tuvo la sensación de que la nave nacional navegaba sin rumbo, sin velas, desvelada y entre las olas sola, a punto de irse a pique. Hogaño el panorama que contemplamos infunde en algunos miedo, en otros muchos, honda preocupación. Estamos regidos por un Gobierno dividido, enfrentado, trufado de sectarios comunistas e incompetentes socialistas y presidido por el más nefasto personaje que la política haya parido. Ese inútil de Barba Negra don Sánchez se ha abrazado de tal manera al credo marxista que ha dejado a su derecha a nefastos personajes como Negrín, Largo Caballero o Indalecio Prieto. Está empeñado, siguiendo al pie de la letra el credo marxista, en conducirnos a la pobreza económica y moral para tener a los españoles anhelantes de algún tipo de subvención para poder subsistir, mientras él y su camarilla gozan de cuantos privilegios podamos imaginar. Le estorban todos y cada uno de los instrumentos que la democracia ha creado para controlar al poder; vuelve una y otra vez a manipular torticeramente el recuerdo de la guerra incivil &ndashpor cierto la que los socialistas perdieron entre otras cosas por aliarse con los comunistas– no le importa tener como amigos y socios de referencia a los herederos de los asesinos etarras; no para de ceder y otorgar prebendas a los irredentos independentistas que acabarán por arruinar la otrora próspera Cataluña y todo por conservar el mando que le permita, una vez controlado el poder judicial, amordazado el Parlamento, sometidos ciertos medios de comunicación, acojonado y empobrecido el pueblo con tanto cambio climático, tanto virus &ndashincluso el del mono&ndash, tanta inflación, tanto paro, destruida o encarcelada la oposición, convertir España en una dictadura sanchista de corte bolivariano.
Varias gargantas están denunciando, sobre todo en redes sociales, este desmán, este peligro, mientras medios de comunicación apesebrados y tertulianos bien pagados intentan neutralizar y poner sordina a estas valientes opiniones. Pero falta que, al menos, once mil socialdemócratas levanten su voz y que Sánchez sepa que ha cruzado las líneas rojas que marca la democracia y que eso se ha acabado. Les va a costar, ventean el peligro, saben que también a ellos les llegará el ocaso político si no se enfrentan al dictador sanchista, pero, por aquello de a los tuyos con razón o sin ella, callan cobardemente. Hay que ayudarles a dar el paso y eso lo puede hacer Feijóo presentando en septiembre una moción de censura y desnudando ante España al aprendiz de dictador. El 'buenismo' del gallego no está sirviendo más que para recibir cada día desde los medios afines al poder, e incluso desde el Gobierno, mamporros, descalificaciones e infundios. Combatiendo como un 'gentleman' no va a conseguir medalla. La patada más baja tiene que ser en la ceja y los buenos modales reservarlos para enfrentarse a los buenos demócratas.
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