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Los nuevos caciques

VERITAS VINCIT ·

Cuanto más adecuada hagamos la ayuda benéfica, más personas desearán acogerse a ella por tiempo indefinido

Lunes, 29 de junio 2020, 09:04

La ayuda benéfica oficial, llamada por don Echenique «paguita bolivariana» y por el Gobierno, Ingreso Mínimo Vital, se encuentra ante el dilema de tratar de proporcionar una subsistencia adecuada, pero no tanto para que quien la reciba la acepte como modo de vida preferible al trabajo. El problema es cómo dar el máximo de ayuda justificada con el menor fomento de una indebida confianza en ella. Cuanto más adecuada hagamos la ayuda benéfica, más personas desearán acogerse a ella por tiempo indefinido. Cuanto más nos empeñemos en que la ayuda alcance a todos los realmente necesitados, más podremos estar seguros de que la recibirán muchos que ni la necesitan ni la merecen. Si nos empeñamos en que ni haraganes ni vividores se cuelen, muchos necesitados quedarán fuera. Si queremos evitar la bancarrota nacional hay que poner límites de cantidad y tiempo. Muy complicada por tanto su aplicación.

Dicho todo lo anterior y en el deseo de que ninguno de mis lectores piense que estoy en contra de la paga, afirmo y sostengo que no es por el afán bienhechor de ayudar a quien lo necesita por lo que este Gobierno ha puesto en marcha esta ayuda, que por cierto ya se daba en muchas autonomías, sino por comprar, con el dinero de los españoles, tantos votos como los que le faltan a los primos para poder gobernar con mayoría absoluta. Iglesias aconsejó al sátrapa venezolano Maduro cómo obtener y conservar el poder: censar a todos los menesterosos con o sin papeles, darles una 'paguita' y ya tiene los votos suficientes para seguir mandando y mangoneando

Con el Descubrimiento, importamos de América cosas tan importantes como el pavo, la patata, el tomate y el chicle, pero también palabras como cacique y el modo de actuar de aquellos jefes de tribu. Fue algo más tarde, en la Restauración, cuando esa figura, la del cacique, toma cuerpo y protagoniza los convulsos periodos electorales.

Como el dinero tiene que salir de nuestros bolsillos, subirán hasta límites insoportables los impuestos

El caique, dueño y señor de un territorio, reparte trabajo, medios de subsistencia a cambio de fidelidad en el voto al partido que él representa. Don Sánchez y don Iglesias han puesto en marcha una nueva forma de caciquismo que difiere de la antigua en que su ámbito de poder es nacional, pero tanto los modos como los resultados son semejantes. Otra diferencia es en la forma de financiar el dispendio: los antiguos caciques utilizaban su propio dinero, que las más de las veces lo compensaban con los favores de sus líderes aupados al poder gracias a los votos de su territorio, otros no y sabemos de muchos que murieron en la ruina, mientras que los de ahora utilizan el tesoro público para comprar votos, lo que dobla la culpa y, por tanto, la pena.

El Partido Socialista probó esta acción en Andalucía con el PER, lo que le permitió gobernar con mayoría absoluta más de cuarenta años y si no es por la brutal corrupción que protagonizaron políticos y sindicalistas, aún lo seguiría haciendo. Y como el dinero tiene que salir de nuestros bolsillos, subirán hasta límites insoportables los impuestos, sobre todo los indirectos, los más fáciles de recaudar. Congelarán, para luego bajar, las pensiones, convertirán patrimonio, sucesiones y donaciones en gravámenes confiscatorios con apropiación al final de nuestros ahorros. Toda la carga la soportarán las clases medias y bajas, los ricos ya se han cuidado muy mucho de poner sus 'jalleres' a resguardo de estos buitres, pagando, como siempre, los que menos tienen, Y cuando esto llegue, que llegará si no somos capaces de poner freno, esos votantes de izquierdas, los que ganan el pan con el sudor de su frente y no con los chupes de la política, esos mismos que ahora alaban sin ningún regomello a sus líderes, que acusan de fascistas y retrógrados a los que no compartimos la deriva suicida a la que nos están llevando estos liberticidas totalitarios, verán crecer el paro, sus economías en precario, y entonces será el llanto y el crujir de dientes, pero no habrá vuelta atrás porque los 'sin papeles', junto a los que en su vida han dado un palo al agua y los apesebrados, serán los más y a cambio de su 'paguita' inclinarán, cada vez que sean convocados a las urnas, el voto a favor de sus padrinos: los detestables nuevos caciques.

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