No ir con ello
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La semanita que llevamos con el #FerrerasGate no nos la alivia ni un palé de gelocatilesMe duele España en el cogollo del corazón», como frase, está a punto de cumplir cien años. Su autor es Miguel de Unamuno, que en ... ese momento andaba desterrado en Canarias por la dictadura de Primo de Rivera. Disfruta de buena salud. La frase, digo, no Unamuno ni –afortunadamente– Primo de Rivera. Sigue siendo un 'hit'. «Señorías, me duele España», arrancaba Casado una de sus intervenciones parlamentarias más (o menos) memorables. A nuestra época le gusta el postureo, adora el drama, abraza el apocalipsis y sobre todo ama la sensación de no tener la culpa de nada, de ser una víctima pura de todo lo que pasa. Si levantas un poco el mentón, giras el cuello 45º y te pones el dorso de la muñeca en el centro de la frente, la frase sale sola: me duele Esp-paña. Esto es así.
Eso no quiere decir que España no tenga culpa de nada. Menuda es, España. La semanita que llevamos con el #FerrerasGate no nos la alivia ni un palé de gelocatiles. Contexto según el sumario del llamado 'caso Fernández Díaz': el Ministerio del Interior del último Gobierno del PP formó una brigada 'patriótica' para desprestigiar a políticos molestos –en aquella época nacionalistas catalanes y un emergente Podemos–, con un comisario, Villarejo, coordinando la operación. Los informes policiales, falsos como un euro de madera, eran admitidos a trámite ante la Justicia y difundidos por una serie de periodistas cómplices, y justo esta semana hemos conocido que Antonio García Ferreras, director de La Sexta, era uno de ellos. En un audio publicado por 'Crónica Libre', Ferreras se delata habiendo difundido noticias falsas a instancias de la trama. No sé si esto os ha generado muchos me duele España o más bien país de pandereta, esto en Europa no pasa o para cuándo la serie de Netflix. Cuando el bochorno aprieta todos nos ponemos un poco Unamuno. Y es que España, o al menos su periodismo, pincha como una infección de muelas. ¿Cómo era aquello? Venceréis, pero no convenceréis. Porque convencer significa persuadir y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha: razón y ¡pasamos a publicidad! ¡Más periodismo!
Cuando pensamos en periodismo solemos irnos a un decorado entre dos películas: 'Ciudadano Kane' (Orson Welles, 1941) y 'Todos los hombres del presidente' (Alan J. Pakula, 1976): la manipulación total mediante medios de masas y el heroísmo del Watergate. La realidad –ay– es mucho más prosaica y a la eterna lucha entre manipulación e integridad se une un elemento fundamental: las cuentas. La concentración de empresas de medios, la excesiva interrelación con los poderes políticos, la acumulación de pérdidas y deudas son causa y consecuencia de la larga crisis, económica y de legitimidad, de la prensa española, que encara este escándalo –sin duda el mayor de su historia– con una mezcla de indignación, incertidumbre y cinismo. No solo es un problema de Ferreras, de La Sexta o de Atresmedia, sino del conjunto de un sector que encarna –o debería encarnar– la credibilidad y la profesionalidad frente a 'fake news' y chiringuitos digitales de manipulación viral.
Una vez publicada y con la tinta seca la unánime avalancha de dolientes comunicados de condena de cara a la galería, los juntaletras españoles no hablan –no hablamos– de otra cosa en los corrillos. La pregunta clave es '¿y ahora qué?', toda vez que los audios no parecen haber provocado ni dimisiones, ni ceses, ni arrepentimientos. La profesión discute la conveniencia de seguir o no acudiendo a la tertulia que dirige personalmente Ferreras. Los colaboradores habituales, abrumados ante el torrente de increpaciones que están recibiendo estos días vía redes, ensayan explicaciones mientras calculan el coste personal en prestigio y credibilidad. Diversos medios, como 'El Salto', ya han anunciado que vetan el programa, y el debate está subiendo de volumen. Conforme sube el volumen, más 'me duele España' se sueltan, evidentemente. La audiencia del programa sí parece estar desplomándose esta semana, pero nadie puede saber qué pasará. ¿Es posible que todo siga igual? Es posible, pero yo no pondría ahí mi dinero.
¿Es posible que todo este dolor –este dolor de España y sus medios– no sirva para nada? Sí, es posible. Ni el dolor, ni la vergüenza, ni la indignación vacía suelen servir de nada por sí mismos. Sirve lo que ocurre a continuación. Sirve lo que pasa antes, y durante, en las redacciones, cuando a algún periodista honesto –y son la inmensa mayoría– le cae en las manos un asunto 'demasiado burdo' y decide no 'ir con ello'. Más que a Woodward y Bernstein, a ellos y a ellas les debemos seguir aquí y que la gente aún nos lea y que España nos duela un poco menos. Gracias desde el cogollo del corazón.
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