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En la primera mitad de los años 90 traté, por motivos profesionales, a varios niños ucranianos. Tenían todos entre cinco y diez años. Habían sido adoptados, temporal o definitivamente, por familias españolas residentes en lugares donde se había formado una comunidad de emigrantes exsoviéticos. Los ... emigrantes exsoviéticos que, salidos de la espantada que se produjo al caer la URSS, por entonces una sociedad democrática en lo político pero algo como 'Mad Max' en lo social, cuando se formó la famosa oligarquía protoputinesca que tanto nos entretiene ahora. Los exsoviéticos se habían creado justa fama entre el pueblo aborigen español de ser gente seria, durísima, trabajadora, nada dada a meterse en 'probliemas'. Gente respetada y me atrevería a decir que hasta querida por los que trataban a diario con ellos. Aquellos niños ucranianos adoptados o acogidos temporalmente en España venían todos del área de radiación por el estallido de la central nuclear de Chornóbyl, llamada Chernóbyl antes de trasladar el nombre del ruso al ucraniano.

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