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La Navidad de Chencho

EL DÉCIMO DENTISTA ·

Viernes, 18 de diciembre 2020, 01:54

Incluso después de que el temeroso Pepe Isbert buscara a Chencho y de que aquellas muñecas de andares artríticos se dirigieran al portal, hubo un tiempo en el que la natividad de Jesús nos invitaba a reflexionar sobre la vida, nuestros lazos familiares y nuestra esperanza. Como Wittgenstein indicaba que el mundo queda limitado al lenguaje, se fueron excluyendo referencias religiosas del discurso común salvaguardando lo imprescindible para el reduccionismo materialista. Los centros comerciales sustituyeron a las catedrales, que dejaron de ser templos cultuales para ser monumentos culturales. Un señor de rojo, anunciando refrescos, suplantó a los Reyes Magos. La festividad de la que usted me habla se convierte en celebración del solsticio o fiesta del afecto, muy apropiado en un año de tanto afectado.

Fritz Schumacher subrayaba que, si existen niveles del ser que trascienden al material, resulta estúpido reducirnos a simples piedras. Esta pandemia ha demostrado que nuestro nivel material es insuficiente. Pensando como si la gente importara, los números no colman lo que somos. Cada defunción, cada ausencia y cada momento robado importan mucho más. Necesitamos trascender como el nihilista que describía Dovstoieski que, iluminado por la razón, rompió las imágenes de divinidades y santos del altar e inmediatamente los sustituyó por obras de ateos volviendo a encender piadosamente los cirios. Así, en nuestras aras, desechamos el Adviento para quedarnos con 'Ad' y el anuncio por los anuncios; las campañas publicitarias son los nuevos púlpitos de prédica. Hace dos años el 'Tenemos que vernos más' reflexionaba sobre nuestra finitud, del poco tiempo que nos resta para compartir con quienes queremos. Y el 2020 se ha encargado de mermar. Despedimos el fatídico año con una peineta asomándonos al pozo de la esperanza por el venidero. Caemos en que nos aúna la Lotería y que a veces debemos solidarizarnos con quienes precisan muebles. A pesar del campo frío de la pandemia, debemos disfrutar en vida. Contra la pandemia venida de oriente, los Reyes Magos tienen nombres de laboratorios. No sabemos cuándo saldremos de esta, pero más fuertes... en la fe oficial. Nuevos concienciadores y nuevos cirios.

Para quienes celebramos la Navidad, seguimos adentrándonos en el misterio de la vida. A pesar de la oscuridad y enfermedad, de tiranos obsesionados con el poder, de quienes someten al resto para imponer su relato excusándose en bienes superiores tallados a conveniencia, de psicópatas que instrumentalizan a los demás; en el pesebre de lo que somos sigue naciendo una tenue esperanza perceptible solo para humildes pastores. Solo requiere honestidad. Pero a veces andamos entretenidos en nuestras taifas e iniquidades perdidos como Chencho... hasta que el bueno de Pepe Isbert lo reencuentre.

Feliz Navidad y paz a las personas de buena voluntad.

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