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Yo pensaba el miércoles pasado en Jaques Louis David, porque los cursis pensamos en esas cosas. Estaba leyendo sobre su forma de pintar la historia entendida como lección moral. Esos cuadros de romanos republicanos como metáfora de la Francia que debía ser, los retratos de ... Napoleón, la sensacional Josephine... cuando, de repente, un político dijo en la tele que ETA está más viva que nunca. No llegué a ver quién era pero me dio un vuelco el corazón. Dejé de pensar en pintura y en esas cosas en que se piensa cuando no se tienen otros problemas. Me enganché a la pantalla y vi cómo se peleaban a distancia una del PSOE y otro del PP. Con el paso de las horas estaba de bastante mal humor y me fui a cenar pensando en que ETA era el pasado y ahora la teníamos en marcha.
Pero nos olvidamos del tema entonteciéndonos con la tele, eran las 9:30 e íbamos a cambiar de canal cuando, de repente, en un grupo de WhatsApp, empezó una guerra entre los que veían 'El Hormiguero', que eran de derechas, y los que veían 'La Revuelta', que eran de izquierdas. Hablamos de mis colegas del instituto, que lo único que conocían de Marx era 'Un día en la ópera' y llamaban fachas a otros que yo siempre había considerado de izquierdas. Cosas de la edad. Entonces cerré WhatsApp y pusimos el Canal 24 Horas de fondo, esa costumbre que mi generación heredó de la de nuestros padres, para los que la tele era una cosa que curaba la soledad y el vacío.
La tele de todos cumplió su función de sedante con una entrevista a una gente que había montado una biblioteca en un pueblecito, los críos se acostaron y yo me puse a leer, estaba con 'Ruido de fondo' de Don DeLillo. Hay un momento en el que la familia del protagonista escapa de una fuga tóxica y se mete en una caravana de coches y gente andando. Entonces, accidentalmente, levanté la mirada y había una caravana exactamente igual que la del libro. Eran los habitantes de Florida que huían del huracán 'Milton'. Resultaba muy siniestro que hubiese coincidido el fragmento del libro con la realidad, pero esta fue esfumando con las palabras de una política estadounidense que se puso a explicar en la pantalla que el huracán lo habían programado y ejecutado sus rivales políticos, los demócratas. Me acordaba de Joe Biden no recordando ni su nombre y organizando un complot mundial y frotándose las manos como Gene Wilder en 'El jovencito Frankenstein' y, por fin, apagué la tele.
Creo que nos están rodeando. De alguna manera hay un plan, no para matar a los adversarios con tormentas bíblicas sino para agotarnos y crisparnos. La idea es que lleguemos a un nivel de tensión tal que seamos manejables con solo una palmada. Es como cuando vives al lado de un contenedor de vidrio en la zona de las tascas, que saltas a la mínima. Quieren que nos convirtamos en tropa, que dejemos de razonar y pensemos sobre consignas que asumimos por estar enfadados. Y estamos muy enfadados.
Han conseguido que todo sea sospechoso, que no quede ni una institución inmaculada, que no haya un resquicio para creer en lo que nos dijeron nuestros padres que era la justicia, empezando por los jueces. Ya solo podemos creer en la integridad del cuerpo de Bomberos y en el de barrenderos. Ese descrédito de todo en lo que solíamos confiar se ha ejecutado con muchísimos decibelios y todas las palabras gruesas que conocen. La polarización no es otra cosa que convertirnos en esbirros de los intereses de alguien.
Pero bajé a la calle y no había hostilidad, ni la gente peleaba por defender el honor de Begoña Gómez ni del novio de Ayuso, no llevaban banderas de los partidos ni pedían la abolición de la propiedad privada o el fin de las comunidades autónomas. Compré el pan y la panadera me sonrió, tomé un café y el camarero me habló de fútbol, los críos del Cascales se comían un bocata en la puerta de una confitería hablando de Rosalía... La vida seguía sin peleas, sin crispación.
Entonces lo vi claro: ¿y si nos rendimos?
Es como aquello de ¿qué pasaría si hubiese una guerra y no fuésemos ninguno? Si pensamos que somos peones en una guerra de partidos, ¿qué pasaría si todos nos rindiésemos, si no nos dejásemos contaminar por esa dialéctica perversa gracias a la cual van tirando?
Seríamos como los combatientes de 'Pipes of Peace', aquel viejo vídeo de Paul McCartney en el que alemanes e ingleses dejan de luchar en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, se ponen a jugar al fútbol y se hacen amigos. Entonces McCartney, caracterizado de soldado inglés, le deja ver la foto de su esposa a un McCartney alemán que hace lo mismo. Pero tal vez no nos dejarían rendirnos. En el vídeo cae un obús. Todos vuelven a las trincheras, olvidan esa fugaz amistad y toman las armas. Pero las fotos de las esposas se han quedado cambiadas. Tal vez seamos iguales, como en el vídeo. Puede que yo sea naif y me equivoque, pero sé que es mejor vivir en paz que en permanente estado de guerra.
Por mi parte que no quede. A quien corresponda, hago saber que me rindo. Esa guerra no es la mía.
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