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Algunos de los grandes artistas, como Juan Gris y Solana, nacieron en Madrid pero Picasso en Málaga, la Roldana y Velázquez en Sevilla, El Greco en Candia, Maruja Mallo en Lugo, Miró y Tápies en Barcelona, María Blanchard en Santander, Barceló en Felánitx, Mallorca. Salzillo ... e Isidoro Valcárcel Medina en Murcia. España no puede ser un dónut, en el que el centro no existe, pero tampoco un miguelito, que es todo centro, a ver si me explico: ya está bien de que todo sea necesariamente Madrid.
Llevo una semana en Madrid silbando 'When I was younger' de Al Dual, tal vez el músico más en forma de este viejo reino y quizá el mejor 'rocker' del país. Se ha convertido en un himno para mí por la letra, cosas de la edad y también porque un tío nacido en Murcia ha hecho una exquisitez sonora como esta, una de las mejores producciones de los últimos años en el país. Y no le puede extrañar a nadie que esto ocurra. El miércoles vinieron sus majestades los Reyes al estand de T20 en ARCO y disfrutaron de la obra última de Sonia Navarro, una de las triunfadoras de la feria, que este año ha ganado más premios que 'La sociedad de la nieve'. Luego siguieron por los de Fod, María Carbonell y Miguel Fructuoso. Siempre es un honor y un placer recibir a sus Majestades, pero este año para Carolina y para mí tenía un significado especial. Mientras escribo esto, el Museo Reina Sofía anuncia la adquisición de 'Vida cotidiana I' de Sonia, una compra que recalca el reconocimiento a una de las pioneras del arte textil español. Hablamos de una murciana.
Aunque me repita, no está mal esa lista que tantas veces he transitado de los Ginés García Millán, Marta Nieto, Alfonso Albacete (director y pintor), Carlos del Amor, Second, Carlos Tarque, que no es murciano pero sí lo es o Eva Llorach: tenemos talento para cubrir Canadá y eso se vio muy clarito en la sobrecogedora, emocionante noche de la entrega de los Premios Alfonso X. Podríamos pensar que fue la apabullante actuación de Maestro Espada con Raúl a la batería y la Coral Discantus, algo que no olvidaremos nunca los que allí estuvimos, pero fue mucho más. Durante aquella noche pasó lo mismo que está pasando en Madrid estos días en los pasillos de Ifema: que la Murcia moderna despidió luz.
Ya está bien de complejos miserables, de tragarse la imagen de paletos, de rebajar nuestra autoestima a una esquina provinciana. Quien quiera, que compre ese pescado podrido, pero hay otros mundos y están en este. Hace un mes Alberto Aguirre escribía en este periódico «Región de talentos», un artículo que debiera haber hecho pensar a muchos en San Esteban y en cada institución de esta Región. Allí escribió: «Es preciso que se visualicen (los talentos murcianos) para actualizar una narrativa regional que hoy no se ajusta a la realidad social y cultural de esta Comunidad». La forma no es en casinos, desde luego.
Murcia es una potencia creativa de un nivel que en España alcanzan muy pocas regiones, gente que desarrolla su trabajo y su proyección en unas condiciones más difíciles que otras que sí han entendido que el talento es su activo principal. Que en un tiempo de miserias y mediocridades de todo tipo, de destrucción ecológica y de despreocupación por la identidad de esta región histórica no estemos potenciando el talento de los músicos sensacionales o por los diseñadores que se empúan para sacar su primera colección o de algunos de los mejores artistas del país es como para que exista un infierno y vayamos todos a él.
Estoy muy orgulloso de ser murciano y estoy muy orgulloso de todos los que he nombrado y de otros muchos. Estoy muy orgulloso de escribir en este periódico, que da visibilidad como nadie a todo lo que en la cultura regional ocurre y estoy muy orgulloso de lo que T20 ha representado en esta tierra nuestra y miro a un futuro en el que no tenga que volver a escribir este artículo otra vez, porque ya sea tan obvio que lo diga hasta el más rancio de los zombis.
No olvido a los que nos precedieron, el homenaje a las dos grandes galerías históricas de la Región, Yerba y Espacio Mínimo, está ahí como está en el de todos la memoria de los que han empujado ese talento. En el caso del arte, los coleccionistas sobre cuyos hombros recae la responsabilidad de un coleccionismo de arte que las instituciones desatendieron, y me acuerdo de don Jesús Egea, que sigue sin tener una calle en una ciudad por la que tanto hizo. La noche de la entrega de los Alfonso X, Isidoro Valcárcel Medina bajó del escenario con el corazón del rey sabio que sirve de premio y, de entre el público, se levantó Paco Jarauta y lo recibió dándole la mano y felicitándolo. Alrededor, un Auditorio lleno de talento, abarrotado de músicos, escritores, pintores, bailarines, escenógrafos, periodistas, diseñadores, arquitectos. Era la Murcia que yo quiero, por la que Carolina y yo hemos trabajado siempre.
Esta generación, la más brillante desde los años 20 del pasado siglo y tal vez de la historia, es lo mejor que tiene Murcia y el mascarón de proa de una tierra que no puede ser regirse por sueños rancios de pasados peores. No, somos un futuro mejor e imparable. Esto empieza ahora.
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