Karate a muerte en un Seat Panda
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Las redes sociales nos aíslan, nos separan de los demás y en ese ensimismamiento somos más frágiles, más manipulables y vigilablesOlía a Napalm en Santa Eulalia. Abrí un debate cultural cuestionando la narrativa oficial del arte murciano del siglo XX, alterada para situar a un artista sobre su generación artificialmente. De manera razonada expliqué que Ramón Gaya no fue el más influyente en la Murcia ... de entonces, algo que se había hecho creer usando la fuerza y la buena fe de varias instituciones, haciendo de menos a los otros protagonistas. Yo esperaba un debate entre intelectuales, pero lo que recibí fue una llamada de teléfono, que bajase a la calle. Bajé y me silbaron desde un Seat Panda marrón. Dentro iban, apelotonados, seis hombres mayores. Olía a Agua Brava y Ducados. De repente todos sacaron una de esas cachiporras que llevaba Pedrín. Su líder dijo que ahora me iban a dar una paliza. Yo le espeté que esperaba un debate cultural y él me respondió que lo que iba a tener era un linchamiento cultural. Pero a esos cinco ni siquiera les gusta Gaya, respondí. No, pero tienen algo personal contigo. Pero a esos tres ni los conozco, dije. Ya, pero ellos a ti sí. Empezaron a insultarme mientras me daban cachiporrazos y alguien me decía malandrín.
Entonces recordé que mi madre me contó que lloré antes de nacer, por lo que tengo poderes, así que invoqué al espíritu de Bruce Lee. Se iban a enterar. Se formó una nube de humo y se empezaron a vislumbrar los rasgos orientales de... Byung-Chul Han, el célebre filósofo coreano. Le dije que por qué no había venido Bruce y me dijo que es que Pedro Sánchez también tiene poderes y lo había invocado para ayudarle con Ayuso. Claro, cómo no me había imaginado que el presidente también había llorado antes de nacer. Al tema. Un filósofo coreano no es lo mejor para luchar contra una banda enfurecida. Mientras nos aclarábamos los cristales se llenaron de gente mirando. Parecíamos estar en medio de una multitud. Le dije: «Han, al menos llevarás unos nunchakos», pero me dio un ejemplar de su libro 'La crisis de la narración'. Le espeté que era muy pequeño, que si se lo lanzaba no les iba a hacer ni cosquillas. Han me dijo que tendría poderes pero era muy burro, que lo leyera. Entonces entendí todo. Las redes sociales nos aíslan, nos separan de los demás y en ese ensimismamiento somos más frágiles, más manipulables y vigilables: vivimos en un panóptico digital. Me dijo, mira, eres un 'phono sapiens' y en la cápsula en que te encuentras no ves nada fuera ¿te acuerdas del mito de la Caverna de Platón? Pues lo vas a entender, y mágicamente me elevó fuera del coche. Desde arriba vi que, mirando por las ventanillas, había poca gente, pero desde dentro daban la sensación de ser miles. Han me lo explicó. Lo que ves no es un Panda, es un 'post' de Facebook en el que te están linchando. Los que te pegan con la cachiporra son los que te insultan en el post. Los que te insultan son los 'likes' y los que miran desde fuera son los que ni comentan ni likean pero están siguiéndolo. Desde lo alto vi que había muchos más coches, cada vez más miles... lo que me parecía el centro del mundo, el Panda donde me pelaban, que en realidad era mi linchamiento en un post, no era más que uno entre miles de linchamientos e insidias cotidianas. Al lado estaban linchando a un cantante en un WW Escarabajo, más allá a un político en un Mercedes, al lado a un profesor de instituto en un Ibiza... A la gente le encanta linchar. Se convierten en masa, que les da calor, y anonimato. Aunque intentes aparentar que no, claro que te hacen daño.
Entonces, mágicamente de nuevo, aparecimos en La Yesería. Allí Han tocaba un piano de cola que no recordaba. Parecía el bar, pero era el estado de Feliz Gobernación y en la barra tomaba whisky Miguel Espinosa con el Gran Padre Mandarín. Les pregunté si no era posible mantener un debate civilizado sin linchamiento y, con una sola voz, me respondieron que depende de qué intereses se tocasen. A la conversación se unió Pedro Medina, que me explicó que si tienes 5.000 amigos digitales y en un post te dan 100 likes no tienes 100 personas que manifiestan aprobación, tienes 4.900 que no lo hacen. Es la obscenidad de lo que ya no tiene secreto, de lo que es enteramente soluble en la información y la comunicación. Hay dolores específicos de nuestro tiempo que crecen con la exposición en las redes, Nacho, me dijo. Todo iba estando claro.
Entonces apareció Carolina vestida de Uma Thurman en 'Kill Bill' y dijo «los dispositivos son espejos donde nos miramos aislándonos. Introducir veneno en ese espejo es fácil y hay gente obsesionada y sola que disfruta así. No te conviertas en ellos, deja esa mierda de redes para el trabajo y para colgar fotos de gatitos o te convertirás en uno de ellos». Siempre tiene razón, pero no me dio tiempo a pensar mucho porque, desde la calle Victorio apareció una conga encabezada por Charo Baeza tocando un ukelele. Me uní, y detrás Han y luego Miguel Espinosa, Pedro Medina con el Gran Padre Mandarín, Carolina, Paco y todo el bar. Fue bonito vernos bailar por Santa Eulalia al ritmo de 'Amar el conflicto' de Viva Suecia.
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