Secciones
Servicios
Destacamos
Este es un artículo para ti, que aguantaste que te tratasen como a ganado en la visita a Toledo, que querías ir al Museo Arqueológico de Atenas pero en el 'planning' solo había una hora para la Acrópolis. Para ti, que aguantaste tres horas de ... cola bajo la lluvia en la exposición de Manet en el d'Orsay, que pagaste 70 euros por el catálogo de Van Gogh en el Kunstmuseum de Basilea, que no podías levantar los brazos en la masa compacta de gente que miraba hacia arriba los cuatro minutos que te dejan ver la Capilla Sixtina.
Este artículo es para ti, que amas el arte, la cultura y la historia, pero no soportas la industria masificada del turismo cultural.
Has invertido mucho en ver los principales museos del mundo. Te clavaron en los Uffizzi, te hablaron mal en el Louvre, te dejaron sin entradas en el MOMA y te agotaron en los laberínticos pasillos de la Tate Modern. En realidad te clavaron en todos, te has gastado una fortuna por ver cuadros que te sabías de memoria, que te los pusieron en Selectividad o en la EBAU y que están rodeados de japoneses con móviles que no miran directamente a la Mona Lisa, que se van de París sin ver nada más que la pantalla de su teléfono.
Todo eso está muy bien, pero hay otros mundos, aunque estén en este: ven a Caravaca. La ciudad es el lugar de la espiritualidad, uno de los grandes relatos del cristianismo, pero es mucho más que eso.
Está tan cerca (a 45 minutos desde Murcia y a unas 4 horas desde Madrid) que no lo tenemos en cuenta. Tal vez nos hemos educado en esa idea del viaje lejano y costoso cuando tenemos aquí mismo uno de los sitios más fascinantes del país. No encontrarás siempre sus edificios en los libros, pero eso es lo que distingue al viajero del turista. A Caravaca no vendrás a tachar cosas que has leído en internet que hay que ver antes de morir, vendrás a darte cuenta de que quizás has entendido mal la idea de viaje, que el descubrimiento es privativo del viajero mientras lo seriado es cosa del turista.
Te propongo una aventura, un viaje interior y exterior a través de la historia de Occidente en todas sus colisiones y acuerdos, un recorrido por la construcción de la idea de nación y la importancia de un símbolo desde una vieja guerra hasta la identidad cultural de un pueblo rebosante de cultura. Ven a recorrer un casco medieval en el que perderás la noción de la contemporaneidad cuando desemboques en la Iglesia del Salvador, en el corazón de la salvaje monumentalidad del gran Renacimiento. Ven a conocer grandes artistas y arquitectos que probablemente no conocías, a descubrir que el mundo no cabía entero en tu libro de historia ni en el de arte, que todo no estaba en el Prado ni en el Reina Sofía.
Ven a dormir en el convento que fundó san Juan de la Cruz, hoy Hospedería del Carmen. No estarás en otra habitación de cadena, todas iguales, estarás en un silencio desconocido para nosotros en 2024. Busca huellas en calles estrechas que suben el cerro coronado por un castillo que parece mirar en la distancia al de Urbino; sumérgete en una arquitectura única, singularmente diferente a las que conoces en la basílica. Creas o no, visita la capilla de la Vera Cruz. Si coleccionas experiencias, guardarás para siempre la sensación de extraña solemnidad que te rodea. Ve a ver las tablas de Hernando de Llanos para entender la importancia del símbolo en la construcción de la identidad local, busca las esculturas de la Concepción, el descomunal 'San Juan de la Cruz' de Santiago Ydáñez. Y ve ahora, porque dentro de unos años tendrás que volver a ver las puertas que Plensa ha proyectado para la basílica, que entonces alcanzará la perfección y la mayor grandeza de su terminación de mano de uno de los grandes artistas vivos.
Este artículo, lo habrás notado, no es para todo el mundo porque no todo el mundo entiende las cosas de que escribo. En un tiempo en el que la velocidad del móvil y la 'tablet' nos lleva a no ver nada y creer que lo hemos visto todo, te estoy invitando a descubrir la configuración del tiempo, como dijo Kubler, a experimentar con tus sensaciones en territorios nuevos del conocimiento, la espiritualidad y los silencios de un pueblo en la falda de las montañas, en medio de un paisaje abrumadoramente bello.
No soy caravaqueño, no se puede tener todo en la vida, pero soy huésped de una gente que me ha tratado como en mi propia ciudad, que me ha hecho crecer con la experiencia, que me ha dado mucho y a la que siempre estaré agradecido. Ese es el verdadero secreto de este artículo: ve a conocer a la gente, a probar su gastronomía, a vivir los Caballos del Vino, las ceremonias en la basílica, las fiestas y el día a día.
Ven a descubrir un sitio tan fabuloso que podría estar en un cuento o a miles de kilómetros pero está aquí mismo, en la realidad y en la ficción. Ven a Caravaca.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.