¿Por qué ha desaparecido Ramón Gaya?
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La inmovilidad e intrascendencia de las acciones de su museo y una incorrecta contextualización de su figura lo dejan en una especie de no lugarHoy no hay cuadros de Ramón Gaya expuestos en la colección permanente del Reina Sofía. Tampoco del Museo Nacional de Cataluña, ni en Artium de Vitoria, ni en el CGAC de Santiago o el de Sevilla. Su obra ha desaparecido de todos los centros y ... museos fuera de Murcia, salvo en alguna exposición colectiva, como una reciente en el IVAM, si bien no es raro, ya que había en aquella propuesta varios cientos de artistas. Si no recuerdo mal, hay un par de acuarelas en la Fundación Juan Ramón Jiménez y alguna cosa en un pequeño museo de realismo que se ha inaugurado en Almería. Tengamos en cuenta que hay un agravante en esta situación: casi todos los museos españoles tienen al menos una obra de Gaya, pero siempre en los almacenes.
Si comparamos con sus coetáneos, la situación será aún más desalentadora, máxime si vamos a Esteban Vicente o Bores, por citar a los muy cercanos. Ambos están presentes en discursos y exposiciones constantemente y son fruto de ensayos, críticas y publicaciones de todo tipo. En la Región, donde llegó a protagonizar una de cada ocho exposiciones, los dos museos, MURAM y MUBAM, muestran obras suyas pero la Sala Ramón Gaya del Palacio de San Esteban ya no existe, se desmanteló y sus cuadros están repartidos por pasillos y despachos.
Por lo que respecta a su influencia en el arte de hoy, es nula. Ninguno de los artistas de la generación actual en Murcia muestra huellas de su obra, que es ignorada por la mayoría de ellos, pero es que si vamos a la anterior la situación no es diferente. El influjo de su trabajo se circunscribe a su círculo, desde Pedro Serna, cuya obra llega a confundirse, hasta Avellaneda, quizá el más dotado de los pintores de su generación y al que hoy debemos un homenaje que nunca llegamos a hacer.
Soy el último gayista, al menos el más joven. He estudiado su figura hasta la última página escrita y admiro profundamente lo que representa en la historia de la cultura española. Su papel en la Guerra Civil, su enfrentamiento con Renau, esa lucha entre viejos comunistas a cuenta del concepto de cartel, su amistad con la Generación del 27, a la que no perteneció a pesar de lo dicho por el director de su Museo, Rafael Fuster y, sobre todo, su escritura. Gaya fue un gran dibujante, uno de los mejores en todas las fases de su obra, un pintor interesante en las primeras décadas, sobre todo en México, pero poco interesante desde los años 80 en que repitió una fórmula que le dio un gran éxito comercial, pero, sobre todo, fue un magnífico escritor de pintura. La profundidad de su figura no está en los repetitivos cuadros de copa con homenaje sino en lo escrito sobre Velázquez y la pintura. Lo más lamentable de lo que se describe en este artículo es que apenas ningún artista actual lee esos libros tan bellos.
Si vamos al mercado, que no es lo más relevante, encontramos una depreciación de sus obras que no tiene comparación con otro artista español hasta el punto de que hace cuatro años se vendió uno de sus mejores retratos de los años 30 en poco más de 3.000 €. Si se quiere comprobar, esto es fácil, en el mercado murciano hay desde hace más de un año un óleo de los que se vendieron en torno a los 60.000 € en 15.000. He comprado hace un año una pieza de su periodo mexicano, tal vez el mejor, en 1.500 € y los dibujos rara vez pasan los 800-900 €. Hay un dato tremendo al respecto. Hace una década proliferaron las falsificaciones de su obra en subastas. Hoy no aparecen ya porque el precio al que se rematan las obras auténticas no justifica el esfuerzo.
Este artículo irritará a muchos, pero los datos son fácilmente contrastables, solo hay que ir al Reina Sofía, preguntar a un artista actual si ha leído 'Velázquez pájaro solitario' o seguir la evolución en subasta de algún cuadro suyo. Enfádense pero esto es así.
Gaya es un patrimonio regional de primer orden. Ha sido un símbolo hasta el punto de que, cuando hay que cubrir una fachada deteriorada en la Trapería, se usa una imagen suya. Su museo hizo un formidable trabajo de promoción en los años 90 y 2000 con un trabajo de Manuel Fernández Delgado que debería estudiarse en los manuales de gestión cultural, basándose en el apoyo incondicional de Juan Manuel Bonet, que fue quien construyó su figura tras el exilio a base de apoyos constantes desde el IVAM o el Reina Sofía, que dirigió. Ha reportado a Murcia, pero la Región, y especialmente la ciudad, ha invertido decenas de millones de euros en su promoción y conocimiento. Hoy todo eso parece no haber servido para nada ante la invisibilidad del artista. La inmovilidad e intrascendencia de las acciones de su museo y una incorrecta contextualización de su figura dejan a uno de los artistas murcianos del siglo XX en una especie de no lugar, de vacío fuera de la Región.
Hay varios temas que trataré sobre esta situación en los próximos meses. No va a ser agradable, ya que hay varias circunstancias de suma gravedad que serán abordadas, pero es necesario.
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