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Este artículo habla de cultura, como casi siempre, pero también de autoestima y ejercicio de la ciudadanía. La referencia a la película de Berlanga no implica que defienda que los políticos pasen por el talego; pretendo llamar la atención sobre el gran fracaso cultural que ... es la Cárcel Vieja. Cada cual juzgará al alcalde Serrano, yo puedo hablar de Cultura, y diría que la gestión de Pedro García Rex, cuarto teniente y concejal de Cultura, Festejos y Deportes saliente, ha sido muy deficiente. Una vez tomado el control de los espacios culturales de la ciudad, empezó una política estrictamente localista que hoy debemos analizar de una forma lo más desapasionada posible. Podría hablar de música o teatro pero cada uno sabe de lo que sabe y, a pesar de la tormenta que me caerá en breve y a la que le estoy tomando el gusto, puedo decir con claridad que Murcia, en el ámbito de la cultura municipal, ha retrocedido 30 años en la última y breve legislatura y se ha desconectado de los circuitos nacionales. La precariedad de nuestro ecosistema artístico hace que, como es habitual, la crítica se lleve a cabo en la intimidad y en las barras del bar, pero el desastre de la Cárcel, como síntoma de lo ocurrido, está en boca de casi todos.
La Cárcel Vieja era la gran esperanza pero, de entrada, el edificio se rehabilitó discutiblemente. Eso no es culpa de García Rex, simplemente se quiso hacer un espacio tan polivalente que no sirve bien para nada, desde luego no como sala de exposiciones, que parece ser su principal función actual. Este punto de partida es solucionable, muchos espacios nacen con deficiencias que se van subsanando. Los espacios de la Cárcel Vieja pueden mejorar y deben hacerlo para presentar mejores condiciones expositivas.
Otra cuestión son las programaciones. Si nos centramos en los dos espacios municipales principales, la Cárcel y el Almudí, en estos algo más de dos años hemos tenido el foco en lo local casi única y exclusivamente. Es necesario que el artista murciano tenga un espacio y que se le dé visibilidad en las salas mayores, pero si solo se exponen artistas de aquí la sala se convierte en local, por lo tanto no representa para ellos el espacio de proyección deseado. El Almudí siempre fue una sala que estaba en Murcia pero era nacional. En este maravilloso espacio expusieron grandes maestros españoles, de Gerardo Rueda a Barceló pasando por Manolo Valdés o Miró y murcianos de forma alterna con los Párraga, Gaya, Muñoz Barberán o Pepe Lucas, por citar algunos.
Desde los años 80 y las añoradas primeras Contraparadas, la cultura contemporánea contó con un espacio de prestigio. Hoy esta sala no aparece en ningún medio de comunicación nacional, que no es lo principal, y ha ido perdiendo el interés de una parte del público fuera del acto social que representan las inauguraciones, que es bastante más grave. Las inauguraciones se llenan, como siempre que se expone con artistas locales aquí y en Soria, lo cual es algo deseado por el político que busca la foto, pero el prestigio que debiera tener la sala va decreciendo de forma clara si no somos capaces de programar con ambición nacional.
Expongo esto con absoluto respeto tanto a los gestores como a cada artista que ha pasado por las salas, en las que ha habido de todo, algunos malos y otros buenos, como la estupenda exposición de Ricardo Escavy, pero este artículo no es una crítica de arte ni cuestiono la calidad de lo expuesto. En la Cárcel se han ejecutado proyectos de distinto formato y resultados de todo tipo, desde agrios enfrentamientos en prensa hasta exposiciones de artistas muy queridos en la ciudad, pero ni una sola gran firma foránea de tirón, ninguno de los maestros clásicos o de los nombres fuertes actuales, ninguna gran exposición de tesis, solo nacionalismo cultural.
De forma programática, en su declaración de principios titulada 'Nuestro enfoque' se dice «El Ayuntamiento de Murcia tiene como misión crear una amplia oferta cultural y de ocio de calidad, variada, inclusiva y que aborde los intereses de todos los ciudadanos indistintamente de su edad y gusto» y yo me permito poner muy en duda que se haya intentado cumplir tan rotunda y loable frase.
Vuelve el PP al Ayuntamiento y debe plantear una línea bien diferente evitando los errores cometidos. Esta vez no hablaré de lo que la cultura puede representar para el turismo y, por lo tanto para la economía, ni de las posibilidades infinitas de las excavaciones de San Esteban junto a una programación ambiciosa de la Cárcel, ni de fantasías que nadie hará que ocurran. Hoy hablo del derecho de la ciudadanía de Murcia al gran arte contemporáneo. Sí a los artistas locales pero también a los grandes artistas no nacidos aquí, de que nuestros hijos puedan entender lo que pasa en el mundo de formas del tiempo que les ha tocado vivir, de que puedan, como yo pude, en Verónicas, San Esteban y Almudí, conocer a Tápies, Picasso o Chillida y luego a Albacete, Lamazares o Sicilia, que no tengan menos derechos que un niño de Alicante de conocer el arte de su tiempo, de que puedan entender que el arte no es solo lo que ocurre en las fronteras de esta Región, de que hay vida fuera.
Que no perdamos más trenes. Tan sencillo como eso.
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