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Murcia, no tan hermosa

Los malos resultados educativos y de salud pueden explicarse no solo porque seamos más pobres, sino también porque nuestro gasto en protección social es inferior al de 11 comunidades

Miércoles, 22 de enero 2020, 01:35

En ocasiones decimos que la vida es una lotería. Y es innegable que es así. No es lo mismo, por ejemplo, nacer en la Europa rica que en la África subsahariana pobre. Esta idea de la 'lotería del nacimiento' inspiró el criterio propuesto por el filósofo John Rawls para definir una sociedad justa: justa sería aquella sociedad en la que cualquier ciudadano aceptaría voluntariamente encarnarse al azar en cualquier otro, desconociendo al tomar esa decisión (situación conocida como 'velo de ignorancia') cuáles son las circunstancias que rodean a dicho sujeto. En una sociedad próspera y saludable todos estaríamos dispuestos a jugar a la lotería del nacimiento. ¿Es ese el caso de España? ¿Da lo mismo nacer en la Región de Murcia que en, pongamos, Cantabria?

Para dar respuesta a esa pregunta he seleccionado diez indicadores representativos de dimensiones esenciales para el bienestar. Comencemos por la renta por habitante. Mientras que para el conjunto nacional dicho indicador ha aumentado más de un 6% entre 2008 y 2018, en la Región de Murcia no ha variado, situándola a la cola de las diecisiete CC. AA., rebasada solo por Canarias y Extremadura. Nuestra renta por habitante fue en 2018 unos 2.300 euros inferior al promedio nacional.

Pese a que nuestro nivel de vida sea peor, podría ocurrir que la desigualdad fuese inferior al de otras CC. AA. Lamentablemente no es así. La tasa de pobreza monetaria en la Región de Murcia (el porcentaje de población con unos ingresos inferiores al 60% de la renta mediana) fue del 28,6% en 2018, posicionando al territorio como el quinto con mayor pobreza de todas las CC. AA., excediendo en un 33% al conjunto nacional.

Si atendemos a las carencias materiales de la población (por ejemplo, poder permitirse comer carne o pescado cada dos días), el panorama cambia poco. Un 5,7% de la ciudadanía murciana sufre una privación material severa. Este porcentaje es algo superior al del conjunto nacional y sitúa a la Región de Murcia en el puesto octavo del 'ranking'.

Una medida de la precariedad laboral es el porcentaje de personas que residen en hogares en los que sus miembros adultos en edad de trabajar lo hacen menos del 20% de su potencial. En este indicador la Región de Murcia se encuentra justo por debajo de la media nacional (10% frente a 10,7%), en novena posición, muy distanciada de las autonomías con menor subempleo. Y lo que es peor, ha doblado su valor desde 2008. Algo parecido sucede con la fracción de población que declara tener algún problema con su vivienda, siendo la Región de Murcia la décima comunidad con un mayor porcentaje (23% frente a 29% la media nacional), si bien aquí la evolución es positiva, habiendo retrocedido cerca de un 6% durante la última década.

Si reparamos ahora en el nivel educativo, el atraso es considerable. Aunque el porcentaje de población que como máximo ha completado la primera etapa de la ESO se ha reducido en casi un 17% desde 2008, la Región de Murcia es la cuarta comunidad en la que este porcentaje es mayor, a considerable distancia del promedio nacional (47% frente a 40%). Este valor indica que tenemos un grave problema de abandono escolar temprano. Por desgracia, tampoco exhibimos buenos resultados educativos. La puntuación media en competencia matemática en el último estudio PISA de 2018 refleja que la Región de Murcia ocupa la quinta posición por atrás.

¿Y nuestra salud? ¿Cómo es? Pues tampoco aquí podemos sentirnos satisfechos, la verdad. El número de años de vida saludables al nacer (años libres de discapacidad) en la Región de Murcia es de tan solo 56, casi 8 por debajo del promedio nacional, y 4 menos de los que disfrutábamos en 2008, lo que confiere a nuestra tierra el dudoso honor de ocupar la última posición del conjunto nacional. Esto significa que un ciudadano murciano vive un tercio de su vida con algún tipo de limitación, mientras que un cántabro lo hace solo un 15% de la suya.

Los malos resultados educativos y de salud pueden explicarse no solo porque seamos más pobres, sino también porque nuestro gasto en protección social (sanidad, educación y servicios sociales) es inferior al de once comunidades autónomas. Así, en 2018, dicho gasto se asimila en la Región al del total nacional (2.424 euros por habitante), lo cual, dada nuestra renta, representa un esfuerzo considerable, aunque su magnitud sea insuficiente, como demuestra que Extremadura invierta más que Murcia. Pero, a fin de cuentas, ya que no comemos perdices, ¿al menos somos felices? Pues no, amigos; tampoco. Según el barómetro del CIS de noviembre de 2018, somos los ciudadanos más infelices junto a los castellanoleoneses.

Ahí queda eso, como quien dice. Ahora sitúese tras el velo de la ignorancia y responda a la pregunta: ¿jugaría a la lotería del nacimiento?

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