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¿Soy yo o Ramón Luis Valcárcel ha atravesado fantasmagóricamente la actualidad regional esta semana? ¿Lo he soñado? ¿Ha sido un espejismo? ¿Una psicofonía? Me ... quiere sonar que allá por el lunes (que es como decir el Precámbrico, de lo vertiginoso que está el mundo de un tiempo a esta parte) la jueza notificó que míster Ex volvía a ser investigado en el 'caso La Sal', sobre corrupción en el proyecto de la desalinizadora de Escombreras.
Llueve sobre meado, y viceversa, estos días en la política de nuestra Región, y la pregunta es si un bochorno y otro se suman o se anulan mutuamente. El cameo de Valcárcel por los juzgados se superpone al repugnante parchís que se traen PP y Vox con los grupos parlamentarios de la Asamblea Regional, que es esa casa donde siempre cabe una infamia más, si con ella aumenta en algo el poder político de quienes la chulean. La multitud de tretas, amaños y bajezas que llevamos vividos desde la fallida moción de censura de marzo del 21 es difícil de seguir, durísima de explicar e imposible de justificar, un poco como 'Juego de Tronos', o como el Universo Cinemático de Marvel, que solo entienden ya cuatro frikis. El nuevo Grupo Mixto que nos han pactado Feijóo y Abascal (refrendado por Miras y Antelo el otro día en La Glorieta con unas cañas), con ocho miembros que lo convierten en la tercera fuerza política de la Asamblea y con nada menos que el tránsfuga Carrera de portavoz, entra ya de lleno en el Multiverso de la Locura.
Entre la desalinizadora de Escombreras y la metamorfosis de la Asamblea Regional en una escombrera (apelativo que le dedicó la semana pasada el director de este diario, Alberto Aguirre, en una durísima columna) pasa una línea que conocemos bien, un eje argumental al que se han agarrado casi todas las derechas de Occidente, porque tapa recortes, corrupción y estancamiento con una capa de épica populista. Desde ese Artur Mas que se envolvió en la estelada tras dinamitar los servicios públicos catalanes (y ese Rajoy que intentó hacer lo propio con el 155) hasta ese partido 'tory' entregado al 'Brexit', pasando por el nuevo Gobierno italiano, la canción está empezando a pasar de moda hasta en las discos donde más la han bailado. Es decir: la 'rave' de los mercados.
Juntaletras como yo, y hasta más tontos que yo, que alguno habrá, quiero creer, buscamos referencias fuera para tratar de explicarnos (y poder contarlo) lo que está pasando con nuestra Región y su Gobierno de frikis. Extrapolamos, claro. Más de la cuenta. Imaginamos un 'Murcexit' que habría dejado a Miras de presidente de una especie de Andorra extracomunitaria. Como Suiza, pero con invernaderos. ¿Qué habría sido de nuestras cuentas públicas, siempre entre las más deficitarias del país, sin respaldo estatal? ¿Se habrían lanzado los tiburones financieros contra nuestra moneda (el mirasvedí) como han hecho con la libra? ¿Se habría jugado el presidente el fondo de pensiones nacional para poder anunciar nuevas bajadas de impuestos? Y sobre todo: ¿habría tenido que dimitir, como la Truss?
Todo esto es 'fan fiction' (como el fantasioso minipresupuesto que le ha costado el cargo a la primera ministra), así que no lo podemos saber. En lo que sí sabemos que nos parecemos a los británicos: niveles insondables de bochorno. Presidentes investigados y sustituidos. Estancamiento económico. Planes chanantes que iban a enriquecernos de golpe (y que al final solo enriquecieron a personajes tipo Florentino). Obsesión con bajarle impuestos a ricos y grandes empresas. Privatizaciones a pajera. Nacionalismo cañí. Tufo xenófobo. Un gran momento para el sector del humor. En qué no nos parecemos para nada: las encuestas. En efecto, los conservadores británicos van de cabeza a un desastre electoral sin precedentes que le va a costar el puesto a dos de cada tres diputados, y esos diputados maniobran como es lógico para buscar un primer ministro menos estupefaciente. La Región no funciona así. La inmensa masa de voto cautivo murciano es un caso de estudio digno de atención que daña, primero, al partido que la disfruta, que se queda sin estímulos para mejorar sus políticas, mantener la dignidad parlamentaria que se le presume o tratar de elevar los indicadores socioeconómicos de su territorio. Y daña a continuación al conjunto de la sociedad de ese territorio, que presencia cómo la selección natural democrática deja de funcionar. Es conocida la broma del tabloide británico 'Daily Star', que puso hace unos días a Liz Truss a competir en duración en el cargo con una lechuga. Ganó la lechuga. ¿En Murcia? En Murcia al PP le caducan hasta las ánforas de miel de esas que sacaron de la tumba de Tutankamón. ¿Qué Tutankamón? Tutankamón Luis Valcárcel, claro, primero de su dinastía.
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