Morganáticos casorios
VERITAS VINCIT ·
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VERITAS VINCIT ·
Querer modernizar solamente el asunto del matrimonio real y no hacerlo con el resto de privilegios me parece absurdoEn 1776, el rey Carlos III promulgó la famosa Pragmática sobre bodas desiguales a propósito del matrimonio desemejante contraído por el infante don Luis Antonio ... de Borbón, que había presentado al Papa su dimisión como cardenal de la Santa Iglesia Romana y pedido su secularización para casarse con una aristócrata valenciana, Doña Teresa de Vallábriga. El Infante fue apartado junto a sus descendientes del orden sucesorio en aplicación de los preceptos de la disposición legal mencionada. La Pragmática Sanción no introdujo una nueva práctica matrimonial en el seno de la Casa Real Española, simplemente consagró la tradición ininterrumpida observada por todos nuestros monarcas y sus hijos desde la época de los Reyes Católicos: la de casarse con personas de casa soberana por lo que Carlos III quiso aclarar que el matrimonio de don Luis Antonio se trataba de un hecho anormal y no admisible en la Familia Real española. Desde entonces, todos sus miembros con derechos a la sucesión han debido ajustarse a lo establecido en la Pragmática y, así, aquellos que contrajeron matrimonio con persona no perteneciente a casa soberana, debieron renunciar a ellos.
La Pragmática ha convivido con todos los regímenes y constituciones que ha habido en España, siendo una norma interna de la Casa Real, reconocida implícitamente por la Constitución vigente que en su artículo 57 dice: «La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S.M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica». O sea que la Constitución reconoce una legitimidad anterior a ella misma, que es propia de la dinastía histórica y viene determinada por sus leyes propias.
De acuerdo con la tradición real española, un potencial heredero de la Corona no puede casarse con persona que no pertenezca a casa soberana, ni siquiera con un grande de España. No hay, pues, discriminación entre nobles y plebeyos sino entre personas regias y personas que no lo son, la razón es sencilla: si los reyes y sus posibles sucesores se pudieran casar con quien quisieran y lo hicieran con algún simple aristócrata o plebeyo, ello significaría inevitablemente el encumbramiento de determinadas familias con los consiguientes favoritismos antipáticos para el pueblo. En cambio, con un matrimonio dentro del estricto círculo de la realeza ello no ocurre ya que la familia del novio o de la novia está encumbrada y suele ser extranjera.
El actual Rey, Felipe el VI, se empeñó en contraer matrimonio morganático con una plebeya y, además, divorciada. Lo hizo cuando era heredero del trono y por tanto hay que pensar que tuvo el permiso del rey Juan Carlos I, rompiendo así la antigua tradición de la Casa Real Española y haciendo añicos la Pragmática de Carlos III. Pero, asimismo lo hicieron con anterioridad las infantas Elena y Cristina por lo cual podemos aseverar que el rey Juan Carlos I, conocedor de la Pragmática, al no apartar de la sucesión a sus tres hijos y sus descendientes no se ha considerado legítimo heredero de la dinastía histórica sino monarca de nuevo cuño, fundador de una estirpe.
Los que contraen matrimonio no son Felipe, Elena y Cristina de Borbón y Grecia sino el heredero y las posibles sucesoras al trono de España y es por eso por lo que sus deberes deben estar en consonancia con sus privilegios, incluyendo el de casarse no con quien quieran sino con quien deban y de persistir en el morganático casorio deberían haber sido apartados del orden sucesorio. Doña Leticia disfruta hoy de todos los privilegios de la Corona porque su suegro, don Juan Carlos, el entonces Rey de España, sin que sepamos el porqué, dio permiso a ese matrimonio morganático.
La monarquía es una muy antigua institución y tratar de modernizarla me parece una entelequia. El heredero de la Corona es el primogénito varón, no paga impuestos y solo responde de sus actos ante Dios y la historia. Querer modernizar solamente el asunto del matrimonio real y no hacerlo con el resto de privilegios me parece absurdo. De persistir en el empeño de modernizar la monarquía sepamos que eso ya está inventado: países con dirigentes preparados y ciudadanos cultos hace mucho tiempo decidieron instituirse como República. Desde mi posición de monárquico institucional opino que estos morganáticos casorios, algunos ya finiquitados, no favorecen la continuidad de esa necesaria institución.
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