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Miradas y besos

Con la desaparición de la obligación de portar mascarillas, salvo en circunstancias concretas, surge ahora otro síndrome singular, el de la cara vacía

Lunes, 9 de mayo 2022, 01:48

Hay una tendencia consolidada a catalogar como síndromes situaciones de malestar de la esfera emocional. En el vivir cotidiano son habituales las oscilaciones del estado de ánimo. Los momentos alegres alternan con otros en los que afloran episodios de tristeza, pesadumbre, abatimiento o desconsuelo. Esta ... vertiente negativa, de diferente grado e intensidad, suele calificarse con apelativos curiosos en razón del mecanismo que la desencadena, como el síndrome de después de las vacaciones, de los lunes, de desgaste profesional o de abstinencia emocional, entre decenas. Al calor de la pandemia por el coronavirus han cobrado interés renovado otros cuadros emocionales del mismo jaez que, en puridad, no cabe considerar como enfermedades. Como el llamado 'síndrome de la cabaña', propiciado por los largos periodos de confinamiento. Sucede cuando algunas personas, pese a un dilatado periodo de reclusión, con los contactos sociales reducidos a su mínima expresión –solo los imprescindibles para la supervivencia– se muestran reacias a reanudar los contactos sociales. Pese a las señales de mejoría de los contagios o al menos de su gravedad, temerosos ante la posibilidad de contagiarse con el virus. Recelosos, permanecen a resguardo en su domicilio, en una actitud de parálisis social al evitar cualquier tipo de trato personal.

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